Jerzy Plutowicz

1947 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

imagen del mundo

Te despierta el batir de las alas, o tal vez el batir de una venda
al viento. El tiempo es una gota de mercurio. Esta mujer

recoge del suelo un trozo de espejo roto, o tal vez un trozo
de hielo del barreño que de noche colocaste bajo

el techo con goteras. Recoge una aguja plateada, un negro
hilo que enrolla en su dedo -hilo para coser la herida-. Si

susurraras una pregunta para no producir eco, para no apagar
la antorcha que proyecta dos sombras. Esta mujer contestará

con la danza sobre el fondo de la imagen del mundo. Para
     consolidar tu sueño.

Fotogramas y collages de El espejo de Andréi Tarkovsky y La cueva de los sueños olvidados Werner Herzog

Bezsenność

Budzi cię łopot skrzydeł, a może łopot bandaża
na wietrze. Czas jest kroplą rtęci. Ta kobieta

podnosi z podłogi odłamek lustra, a może odłamek
lodu z miednicy, którą podstawiłeś nocą pod

przeciekający strop. Podnosi srebrną igłę, czarną
nić nawija na palec – nić do zszywania rany. Gdybyś

zapytał szeptem, by nie wywołać echa, nie zdmuchnąć
pochodni, która rzuca dwa cienie. Ta kobieta odpowie

tańcem – na tle obrazu świata. Żeby utrwalić twój sen.

Jerzy Plutowicz

1947 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

insomio

Un sueño con la muerte del mundo, en una casa hecha
de sombra, hecha de idea pura, adonde lleva una senda,
la empinada senda del pasado. Hecha bajo el cielo,
barbecho y desierto del cielo. Piedra, o quizá cristal,
que alguien, sin rostro, sin nombre, tiró a la ventana,
la ventana nocturna. ¿Qué hace la lámpara? Ilumina
la isla de las tinieblas, ilumina las alas de la sombra
que sobrevuela la casa en medio de la noche. El sabor
nocturno del agua del grifo. Algo como el mercurio
de un termómetro roto, la descomposición, el óxido.

Fotogramas de Stalker de Tarkovsky y Short fairy tale y Largo viaje hacia la noche de Bi Gan

Bezsenność

Sen o śmierci świata, w domu, który zbudowano
z cienia, zbudowano z czystej idei, do którego
prowadzi ścieżka, stroma ścieżka czasu przeszłego.
Zbudowano pod niebem, ugorem, pustynią nieba.
Kamień, a może kryształ, który ktoś, bez twarzy,
bez imienia, rzucił w okno, nocne okno. Co czyni
lampa? Ona oświetla wyspę mroku, oświetla
skrzydła cienia, który krąży nad domem pośród
nocy. Nocny smak wody z kranu. Coś jak rtęć
z pękniętego termometru, rozpad, rdza.

Jerzy Plutowicz

1947 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

Regresa

Rodará una moneda, falsa, con dos águilas*. Se atascará en una grieta en el suelo, justo al lado de la estufa. Abrirás el libro del Apocalipsis, marcarás un párrafo con la uña. Todavía en tu mano se posa una secular mariposa, anterior a la catástrofe. Todavía cruje el eje de la tierra. Todavía en la palangana, olvidada sobre el tronco para trocear la carne, se sumerge el cielo. Regresa aquí, habita entre los tuyos. Regresa, sacúdete de la chaqueta el polvo de estrellas, responde a la pregunta planteada en un sueño. Regresa, esta ilusión viva es apenas una aproximación, apenas un columpio que se mece sobre el abismo. Apenas un balón para jugar al quemado que cae por las escaleras de buhardilla. Cuando la casa está tan desierta como un depósito de papeles viejos. Libro y música. Libro y arco iris sobre el huerto -son la señal-.

*el águila se encuentra en el anverso de la moneda polaca, esloty.

Fotogramas de Eleni (2004), I parte de la inacabada trilogía de Theo Angelopoulos (1935-2012)

Wróć

Potoczy się moneta, fałszywa, o dwóch orłach. Ugrzęźnie
w szczelinie podłogi, tuż obok pieca. Otworzysz księgę
z opisem Apokalipsy, zaznaczysz paznokciem akapit. Jeszcze
na dłoń siada motyl, wiekowy, sprzed katastrofy. Jeszcze
skrzypi ziemska oś. Jeszcze w miednicy, co na pniaku do
rąbania mięsa, zanurza się niebo. Wróć tu, zamieszkaj wśród
samych swoich. Wróć, otrzep marynarkę z gwiezdnego pyłu,
odpowiedz na pytanie zadane we śnie. Wróć, ta jawa jest
ledwie przybliżeniem, ledwie huśtawką, która kołysze się
nad otchłanią. Ledwie piłeczką do gry w zabijanego, która
spada ze schodów, co prowadzą na piętro. Gdy dom jest
bezludny jak skład makulatury. Księga i muzyka. Księga
i tęcza nad sadem – na znak.

Antonio Machado

1875-1939, España

Tal vez la mano

Tal vez la mano, en sueño,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada
como una nota de la lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de unas pocas palabras verdaderas.

El sembrador de estrellas de Lois Patiño recién presentada en la sección de cortometrajes en la Berlinale.

Tłum. Ada Trzeciakowska

Być może ręka

Być może ręka, we śnie,
niebieskiego siewcy gwiazd,
wskrzesiła dźwięki przebrzmiałej muzyki
 nuta ogromnej liry rozległa się,
kiedy do naszych ust przybiła skąpa
fala przynosząc kilka prawdziwych słów.

Fotograma de Estratos de la imagen de Lois Patiño

Kōbō Abe

1924-1992, Japón

Trad. Kazuya Sakai

La mujer de la arena

Pero si eso fuera todo, no habría por qué tomar las cosas tan en serio. Si aquel hombre no hubiera tenido la misma reacción que los demás colegas, quizás él no se habría obstinado tanto.
Ese hombre en principio le inspiraba confianza. Estaba entusiasmado con el movimiento gremial, y se caracterizaba por sus ojos hinchados y su aspecto de tener la cara recién lavada. Incluso una vez ensayó confiarle sus pensamientos íntimos, cosa que no acostumbraba hacer con otros.
—Tengo serias dudas acerca del sistema de educación que intenta darle sentido a la vida. ¿Cuál es su opinión?
—¿Qué quiere decir con «darle sentido a la vida»?
—Dicho de otro modo, una educación ilusoria que conduce a la creencia de que uno es algo, cuando en realidad no es nada… Por eso, en estos momentos estoy interesado en la arena, por ejemplo, porque, aunque es sólida, tiene propiedades definitivamente hidrodinámicas…
El otro, perplejo, se encorvó hacia adelante, arqueando aún más su espalda felina. Pero su expresión, como antes, permanecía abierta; no parecía estar disgustado. Alguien había dicho de él que se parecía a una cinta de Möbius. Una cinta de Möbius es una cinta de papel retorcida y unida en círculo que representa una superficie sin anverso ni reverso. ¿Querrían decir que la vida gremial y la privada de este hombre formaban un círculo de Möbius? Recordaba que el apodo contenía una ironía y al mismo tiempo cierta admiración hacia ese hombre.
—¿Quiere decir una educación realista?
—No; si puse el ejemplo de la arena es porque, en última instancia, pienso que el mundo es como la arena… No se puede conocer su verdadera naturaleza mientras se la considera como cuerpo estático… No es que la arena fluya; el fluir mismo es la arena… Lo siento, no lo puedo explicar mejor…
—Entiendo lo que quiere decir. En una educación práctica, no se pueden evitar los elementos relativos, ¿no es así?
—No, no es eso. Uno mismo se convierte en arena… Ve con los ojos de la arena… Es decir, es lo mismo que cuando uno muere; entonces no surge la necesidad de dar vueltas a la idea de que uno va a morir…
—Usted deber ser un idealista. Yo creo que debe temer a los estudiantes, ¿no es verdad?
—Y bien, sí, porque pienso que los estudiantes también son como la arena…
El hombre rió afablemente mostrando sus dientes blancos, sin la menor señal de disgusto por la divergencia; sus ojos hinchados se hundían entre los pliegues de la piel. No pudo menos que devolver una vaga sonrisa a ese que no era más que un círculo de Möbius. Realmente lo era, en el sentido bueno y en el malo. Y el lado bueno era suficientemente respetable.


Me hundo…, me hundo…, pronto estaré enterrado hasta la cintura… ¿Qué demonios tengo que hacer?… Si pudiera aumentar la superficie de contacto con la arena, tendría menos peso por centímetro cuadrado, y posiblemente detendría un poco el hundimiento…
Se estiró a lo largo, con los brazos extendidos… Era demasiado tarde. Había pensado tenderse de bruces, pero la parte inferior de su cuerpo ya estaba fijada verticalmente en la arena. Era imposible que sus ya exhaustas caderas se mantuvieran en ángulo recto por un lapso de tiempo apreciable. A menos que uno fuera un artista del trapecio, tarde o temprano llegaría al límite de la resistencia.
¡Qué oscuridad!… El mundo entero ha cerrado sus ojos y se ha tapado los oídos… ¡Nadie es capaz de acudir cuando estoy a punto de perecer! El miedo le cerró la garganta, y de repente estalló. Se le aflojó la mandíbula, y el hombre soltó un grito animal:
—¡Auxilio!
¡El lugar común inevitable!… Pues, ¿y qué?… ¿De qué sirve la originalidad cuando se está a punto de morir? Quiero decir viviendo como sea, aun con todas las características de un pastelito hecho en molde… Pronto me hundiré hasta el pecho, hasta la barbilla, hasta la nariz… ¡Ya basta! ¡Tengo bastante!
—¡Auxilio! ¡Por favor!… ¡Pronto, lo que sea! ¡Por favor, auxilio! ¡Por favor!
Por fin empezó a llorar. Al principio controló sus sollozos, pero pronto se convirtieron en llanto desatado. Temblando de miedo, con la horrible sensación de que todo se derrumbaba y estaba perdido. No importa si nadie me está viendo… Es demasiado injusto que todo esté pasando sin tener en cuenta los trámites… Hasta cuando muere un reo sentenciado, queda por lo menos un registro… Sí, gritaré hasta cansarme… ¡No tengo la culpa de que nadie esté mirando!
Así, cuando súbitamente unas voces le gritaron desde atrás, la sorpresa resultó devastadora. Lo derrotó completamente, hasta su sensación de vergüenza quedó borrada, como un ala de libélula consumida en un instante por el fuego.
—¡Hey, usted! ¡Agárrese a esto!
Un largo pedazo de tabla se deslizó hasta él y le dio en un costado del abdomen. Un círculo de luz cortó la oscuridad y cayó sobre la tabla. Torció con dificultad la parte superior de su cuerpo, rogando a los hombres que sentía detrás de él:
—Por favor, sáquenme con esta cuerda…
—No, no podemos sacarlo como si fuera una raíz…
La risa estalló a sus espaldas. No podía asegurarlo, pero debían ser cuatro o cinco.
—Aguante un poco más, ya hemos enviado por unas palas… Suba los codos a esa tabla y no tendrá qué temer…
(…)
LE pasaron una cuerda bajo los brazos, y como un bulto lo bajaron al pozo. Nadie dijo una palabra, y se diría que estaban asistiendo a un entierro. El hoyo era profundo y oscuro. La luz de la luna envolvía el paisaje de las dunas en una claridad sedosa, perfilando las ondas de la arena y las huellas de los pasos, como pliegues de vidrio; no obstante, sólo el pozo, rehusando tener un papel en el paisaje, se veía negro como boca de lobo. No es que lo molestara especialmente. Agotado como estaba, el simple hecho de levantar la cabeza para mirar lo mareaba y le causaba náusea.
Dentro de la sombra, la mujer era una mancha oscura, sobre el fondo negro. Lo acompañó hacia la cama, pero por alguna razón no alcanzaba a verla. No, no era sólo la mujer, todas las formas a su alrededor se habían vuelto borrosas. Aún después de haberse dejado caer en el lecho, mentalmente seguía corriendo con todas sus fuerzas en la arena… Y dormido, siguió corriendo en sueños. Pero su sueño era ligero. Recordaba perfectamente el ladrido distante de los perros, el sonido del vaivén de las canastas. Recordaba también que durante la noche la mujer había regresado para buscar algo de comer, y que había encendido la lámpara junto a su almohada. Despertó del todo la vez que se levantó a beber agua. Pero no se sentía con energía suficiente para ir a ayudar a la mujer en su tarea.
(…)
Cerró los ojos… Ante él flotaban ondulantes manchas de luz… Si trataba de atraparlas, en un instante se arremolinaban y escapaban… Como sombras de escarabajos que hubiesen quedado en la arena.
Lo despertaron los sollozos de la mujer.
—¿Por qué lloras?
La mujer se apresuró a levantarse, tratando de ocultar su embarazo.
—Lo siento… Iba a hacerle un poco de té…
Su voz llorosa lo intrigó. Su espalda, encorvada para atizar el fuego, le daba un aspecto extrañamente turbado y le llevó algún tiempo entender lo que significaba. Sus movimientos eran lentos, como si hojeara trabajosamente las páginas de un libro mohoso. De todas maneras había conseguido volver las hojas. De pronto se vio tan desgraciado que tuvo lástima de sí mismo.
—Fracasé…
—Sí…
—Realmente, fallé de la manera más tonta.
—Pero es que no ha habido una persona que lo haya logrado, ni una sola…
La mujer hablaba con voz nasal, pero había en esa voz cierta fuerza, como si estuviera justificando el fracaso del hombre. Era una ternura lastimosa. ¿No sería demasiado injusto que tanta ternura no fuese compensada?
—Lástima… Pensaba que, de lograrlo, compraría una radio y te la enviaría de inmediato…
—¿Una radio?
—Lo estuve pensando todo el tiempo.
—Oh, no…, no tiene por qué… —dijo ella como disculpándose—. Si trabajo fuerte en labores adicionales, podré comprarla yo misma… Si fuera en cuotas mensuales, sólo tendría que pagar el anticipo, ¿verdad?
—Bueno, tienes razón. Si la compraras en cuotas mensuales, podrías…
—Cuando hierva el agua, ¿quiere que le lave la espalda?
Lo invadió una tristeza como la luz del alba… Bien podían lamerse mutuamente las heridas. Pero, de persistir en las heridas que no se cierran nunca, terminarían por quedarse sin lengua.
—No me había convencido… Pero imagino que la vida no es algo a lo que uno pueda conformarse… Hay vidas de todas clases, y suele verse más verde el otro lado del monte… Lo insoportable para mí es no saber en qué voy a terminar si continúo viviendo de este modo… Aunque lo cierto es que nunca se sabe, cualquiera que sea la vida que uno lleve… No puedo dejar de sentir que sería preferible una vida con algo de distracción…
—¿Quiere que lo lave?
Hablaba como dándole ánimos. Era una voz suave, atractiva. Lentamente se desabrochó la camisa y los pantalones. Sentía como si la arena lo hubiera invadido hasta dentro de la carne. («¿Qué estará haciendo ‹ella›?»)… Era como si todo lo sucedido hasta ayer estuviera a siglos de distancia.
La mujer empezó a enjabonar la toalla.

Fotogramas de La mujer de la arena (1964) de Hiroshi Teshigahara

Tłum. Mikołaj Melanowicz

Kobieta z wydm

I właśnie dlatego – jeśli tylko o to chodzi – nie ma powodu brać tego na serio. Jeśliby tamten mężczyzna, “Mobius», nie zareagował tak samo jak inni jego koledzy, to nie wiadomo, czy byłby tak uparty.
W zasadzie ufał jedynie tamtemu mężczyźnie. Był to entuzjasta ruchu zawodowego, miał podpuchnięte oczy i zawsze wyglądał, jakby dopiero co umył twarz. Raz nawet spróbował otworzyć przed nim szczerze swoje serce, które tak rzadko otwierał dla innych.
– Co ty o tym myślisz? Jeśli chodzi o mnie, duże wątpliwości budzi system nauczania zakładający, że życie ma jakiś sens…
– Co? Co rozumiesz przez “sens»?
– Krótko mówiąc wychowanie iluzoryczne, które wpaja przekonanie, że coś jest, gdy tego nie ma… Właśnie dlatego tak bardzo interesuje mnie piasek, który będąc ciałem stałym posiada w dużym stopniu właściwości hydrodynamiczne…
Jego rozmówca, lekko przygarbiony, z zakłopotaniem pochylił się jeszcze bardziej do przodu. Lecz twarz jego jak poprzednio – była całkowicie widoczna. Nie wyczytał z niej nawet śladu zniechęcenia. Ktoś kiedyś o nim powiedział, że podobny jest do wstęgi Móbiusa. A wstęga Mobiusa – to pasek papieru, którego końce, po uprzednim skręceniu jednego z nich, są ze sobą sklejone tak, że tworzą zamknięty okrąg nie posiadający wierzchu ani spodu. Czy mogło to oznaczać, że działalność związkowa i życie prywatne są złączone na podobieństwo wstęgi Mobiusa? Czuł podziw dla tego człowieka, a jednocześnie odnosił się cynicznie do jego teorii.
– Innymi słowy chodzi ci o wychowanie realne?
– Nie, podałem jako przykład piasek… bo czyż w końcu świat nie jest podobny do piasku? Bardzo trudno uchwycić istotę piasku, jeśli go się rozpatruje jako ciało stałe. Piasek nie tylko płynie – sam ten przepływ j e s t piaskiem. Przepraszam, nie mogę tego wyrazić lepiej…
– Rozumiem, do wychowania praktycznego zawsze wchodzą elementy relatywistyczne, prawda?
– Nie o to chodzi. Sami stajemy się piaskiem… i patrzymy na rzeczy oczyma piasku. Gdy już raz umrzesz, nie potrzebujesz martwić się śmiercią.
Jesteś idealistą. Myślę, że musisz bać się własnych uczniów, nieprawda?
– Tak, gdy myślę, że moi uczniowie są również podobni do piasku…
Mężczyzna wcale nie dał poznać po sobie, że zniecierpliwiła go wymiana tych zdań, wydawałoby się, bez sensu – roześmiał się serdecznie pokazując białe zęby.
Podpuchnięte oczy skryły się całkowicie w fałdach skóry. Rzeczywiście, wyglądał zupełnie jak ta wstęga Mobiusa. Zarówno w dobrym, jak i w złym sensie. A z tej dobrej strony zasługiwał na pochwałę i szacunek.


Tonie coraz głębiej, coraz głębiej… zaraz zapadnie się powyżej kości biodrowej… Co ma robić, na Boga? Gdyby mógł powiększyć powierzchnię kontaktu z piaskiem, ciężar ciała by się zmniejszył w stosunku do danej powierzchni choć trochę, i udałoby się powstrzymać tonięcie. Wyciągnął obie ręce i przylgnął do ziemi. Lecz już było za późno! Chciał się położyć na brzuchu, lecz całą dolną część jego ciała piasek utrzymywał w pozycji pionowej. Nie sposób utrzymać zmęczonych bioder pod właściwym kątem przez czas dłuższy. Jeśli się nie jest dobrze wytrenowanym akrobatą, zachowanie tej pozycji jest bardzo trudne.
Jak ciemno! Cały świat zamknął oczy i zatkał uszy. Ja tu umieram, a nikt nawet nie spojrzy! Lęk szarpnął za gardło i nagle wybuchnął. Mężczyzna otworzył szeroko usta i wydał zwierzęcy krzyk
– Na pomoc!
Szablonowe wyrażenie. Dobrze, niech będzie szablon… Cóż znaczy indywidualność, gdy człowiek patrzy w oczy śmierci? Chcę żyć za wszelką cenę; zwykłym szarym życiem! Wkrótce zapadnie się po piersi, po brodę, już piasek sięga nosa… Stop, dość!
– Ratunku! Proszę! Obiecuję wszystko! Proszę, pomóżcie!… proszę!
W końcu się rozpłakał. Początkowo próbował się jeszcze opanować, potem płacz jego stał się niepohamowanym lamentem. Poddał się już uczuciu poniżającej klęski i drżał przerażony. Nikt go nie widział, było mu więc obojętne. To niesprawiedliwe, że wszystko odbywało się bez żadnych formalności.
Gdy umierał skazaniec, pozostawała po nim przynajmniej notatka w kronice więzienia. On mógł jęczeć. ile chciał… nikt nie patrzył.
Dlatego zdumienie, gdy nagle zawołano na niego z tyłu; było nawet, do pewnego stopnia, okrutne. Był całkowicie pokonany. Nawet uczucie wstydu i poniżenia spopielało w osłupieniu jak podpalone skrzydło ważki.
– Ej, chwyć się tego!
Długi kawałek deski ześliznął się i trafił go w bok. Krąg światła przeciął ciemności i zatrzymał się na desce. Mężczyzna wykręcił swą obezwładnioną górną część ciała i zwrócił się błagalnie do mężczyzn, którzy – jak mu się zdawało – stali za nim.
– Proszę wyciągnąć mnie tym sznurem…
– Też coś, nie jesteś przecież korzeniem, żebyśmy mieli cię wyrywać. – Z tyłu rozległ się śmiech. Nie był pewien, ale mogło ich być czterech lub pięciu.
– Właśnie poszli po łopatę, jeszcze trochę cierpliwości. Gdy oprzesz łokcie na tej desce, nie masz się czego obawiać.
(…)
Uwiązano go na linie i ponownie spuszczono do dołu, jak bagaż. Nikt nie powiedział słowa, jak gdyby to była ceremonia pogrzebowa. Dół był głęboki i ciemny. Księżyc owijał krajobraz wydm słabym, jedwabnym blaskiem uwydatniającym nawet odciski stóp i fale powstałe od wiatru, niby fałdy na szkle. Tylko to miejsce było wyłączone z krajobrazu i stanowiło po prostu ciemną plamę. Nie przejmował się tym specjalnie. Był tak wyczerpany że gdy podnosił głowę, by spojrzeć na księżyc, dostawał zawrotów głowy i nudności.
Kobieta była jeszcze ciemniejszą plamą w tym mroku. Szła za nim, gdy kierował swe kroki ku pościeli, lecz nie wiadomo dlaczego – była dla niego niewidoczna. Nie, nie tylko kobieta – wszystko dokoła było zasnute mgłą. Nawet potem, gdy opadł na posłanie, wydawało mu się, że ostatkiem sił biegnie jeszcze po piasku… I gdy zasnął, we śnie nie przestawał biec. Ale sen miał lekki. W pamięci zachowały się odgłosy pracujących przy piasku mężczyzn i szczekanie psów w oddali. Dobrze pamiętał, jak kobieta przerwała pracę, przyszła na kolację i zapaliła lampę stojącą obok poduszki. Raz wstał, by napić się wody, i znowu natychmiast zapadł w sen. Nie miał jeszcze tyle sił, by wstać i pomóc kobiecie.
(…)
Zamknął oczy. Wydawało mu się, że przepływają przed nim plamy światła. Gdy chciał je złapać, zawirowały i uciekły. Wyglądały jak cienie cicindeli na piasku.
Obudził go płacz kobiety.
– Dlaczego płaczesz?
Aby ukryć zmieszanie, wstała z pośpiechem.
– Przepraszam… chciałam właśnie przygotować herbatę.
Zaskoczyło go, że mówiła nosowym głosem, przez łzy. W sylwetce kobiety, zwróconej do niego tyłem i pochylonej przy poprawianiu ognia w palenisku, był jakiś dziwny niepokój – upłynęła dłuższa chwila, nim pojął, o co chodzi. Myślał tak wolno, jakby chciał odwrócić kartkę pokrytej pleśnią książki. Udało mu się jednak to uczynić. Nagle uświadomił sobie, jak bardzo jest nieszczęśliwy i godny litości.
– Nie udało mi się…
– Tak.
– Naprawdę, nie udało mi się zupełnie.
– Nie udało się to przecież jeszcze ani razu… nikomu… Powiedziała to niepewnie, głosem, w którym kryła się jednak jakaś siła, i zdawało mu się, że starała się go usprawiedliwić. Jakżeż godna litości była jej czułość. Skrzywdziłby ją, gdyby jej tego nie wynagrodził.
– Niestety… Gdyby mi się udało, przysłałbym ci radio.
– Radio…
– Już od dawna myślałem o tym.
– Och, nie trzeba… nie potrzebujesz tego robić… powiedziała zmieszana, jakby go przepraszała. – Jeśli wezmę dużo dodatkowej pracy, będę mogła kupić je tutaj sama. Gdybym kupowała na raty, to wystarczyłoby wpłacić zaliczkę, prawda?
– No, chyba tak, jeśli na raty.
– Zagotuję wodę i umyję ci plecy, dobrze?
Nagle wezbrał w nim smutek barwy poranka. Mogliby sobie wzajemnie lizać rany. Lecz gdyby nawet do końca życia lizali swe nieuleczalne rany, to i tak by się nie zagoiły, a tylko zdarliby sobie języki.
– Nie zrozumiałem… Lecz koniec końców, życie niełatwo zrozumieć. Jest tamto życie i to życie, a to po tamtej stronie wygląda nieco lepiej… Najtrudniejsze do zniesienia jest to, że nie wiadomo, co nas jeszcze czeka. Oczywiście, nigdy tego nie będziemy wiedzieli, niezależnie od tego, jakie jest nasze obecne życie. A jednak nie mogę sil oprzeć wrażeniu, że lepsze jest to życie, które – jakie by nie było – pozwala człowiekowi zapomnieć o wszystkim…
– Czy mogę umyć…
Powiedziała to, jakby chciała dodać mu otuchy. Głos jej był łagodny, wzruszający. Mężczyzna rozpiął koszulę i zaczął zdejmować spodnie. Piasek pokrywał całą skórę. (Ciekawe, co robi teraz tamta?) Wydawało mu się, że to, co przeżył wczoraj, wydarzyło się przed wiekami.
Kobieta zaczęła namydlać ręczniczek.

George Oppen

1908-1984, Estados Unidos

Análisis del poema

Trad. Ezequiel Zaidenwerg

Salmo

Veritas sequitur…

En la belleza mínima del bosque,
los ciervos se recuestan––
¡Están ahí!

                             Sus ojos
sin esfuerzo, los labios
suaves hocican y los dientes
minúsculos y ajenos
mordisquean la hierba.

                             Las raíces
les cuelgan de la boca,
desparramando tierra
en el extraño bosque.
Son quienes son.

                             Sus senderos
abiertos con los dientes por los campos,
las hojas que les hacen sombra
cuelgan en las distancias
del sol.

                             Los sustantivos más pequeños
proclaman su fe en esto, que les causa
sobresalto a los ciervos, y hace que miren fijo.

Tłum. E. Chruściel

Psalm

Veritas sequitur…

W cichym pięknie lasu
układają się do snu dzikie jelenie –
Że są tam!

                              W ich oczach
nie ma wysiłku, miękkimi wargami muskają
trawę, skubią ją nieludzkimi ząbkami

                              a jej korzenie
dyndają z ich pysków, rozpryskując ziemię
w dziwacznych lasach.
One, które tam są.

                              Ich ścieżki
wyskubane w polach, osłaniane przez liście,
zawisły w odległościach
słońca.

                              Małe rzeczowniki
wołają o wierze
w to, co płoszy jelenie,
aż odwracają wzrok.

Psalm

Veritas sequitur …

In the small beauty of the forest
The wild deer bedding down—
That they are there!

                              Their eyes
Effortless, the soft lips
Nuzzle and the alien small teeth
Tear at the grass

                              The roots of it
Dangle from their mouths
Scattering earth in the strange woods.
They who are there.

                              Their paths
Nibbled thru the fields, the leaves that shade them
Hang in the distances
Of sun

                              The small nouns
Crying faith
In this in which the wild deer   
Startle, and stare out.

Juan Ramón Jiménez

1881-1958, España

Apeadero

El tren se va. Y en las dejadas soledades;
uno, en lo oscuro ya, se halla consigo mismo.
La voz baja es mayor que el silencio del mundo.
Es uno casi monte, casi agua, casi abismo.

Por la vereda, a veces, qué olores penetrantes
y fulgores de insectos orillan, tan perdido e íntimo
va uno en uno, que olvida la memoria internada
quién es uno, si es, si va a ser, si no ha sido.

La esquila de algún valle toca en el corazón.
Mujeres piadosas van a guardar en el río
su cuerpo bello con el secreto del mundo.
Y vuelve a ser compendio el lucero y el grillo.

Fotogramas de La juventud de P. Sorrentino y Maravilloso Boccaccio de los hermanos Taviani

Tłum. Ada Trzeciakowska

Przystanek

Pociąg odjeżdża. A pośród porzuconych samotności;
w ciemności już, zostajemy sami ze sobą.
Szept potężniejszy jest niż cisza świata.
Jesteśmy prawie górą, prawie wodą, prawie przepaścią.

Czasem, ścieżką, którą obrębiają przenikliwe zapachy
i rozbłyski insektów, kroczymy zagubieni w sobie
tak intymnie, że zapadła pamięć zapomina
kim jesteśmy, czy jesteśmy, czy będziemy, czy nie byliśmy już.

Dzwonki w pobliskiej dolinie dźwięczą w sercu.
Pobożne kobiety schodzą by schować w rzece
swoje piękne ciało a wraz z nim tajemnicę świata.
I znów stają się jego kompendium poranna gwiazda i świerszcz.

Marianne Moore

1887-1972, Estados Unidos

Trad. Olivia de Miguel

Críticos y Connoisseurs

Hay una fuerte dosis de poesía en la inconsciente
    meticulosidad. Algunos productos Ming,
       alfombras imperiales en carrozas de ruedas
     amarillas, están bastante bien a su manera, pero he visto algo
       que me gusta más: el
       simple intento infantil de poner en pie
              un animal imperfectamente lastrado,
       y la misma decisión para obligar a un cachorro
              a comer su alimento del plato.

Recuerdo un cisne bajo los sauces de Oxford
,    con pies color flamenco como hoja de arce.
       Inspeccionaba como un barco
    de guerra. Escepticismo y meticulosidad consciente eran
       ingredientes en su
            apatía para moverse. Por fin, su desdén
                     no resistió su
             inclinación a valorar plenamente los trocitos
                  de comida que el arroyo

alejaba de él; escapó con lo que le di
    de comer. He visto este cisne y
         te he visto a ti; he visto ambición sin
     lucidez en formas diversas. De pie
          junto a un hormiguero, he
              visto una meticulosa hormiga llevar un palito
                        de norte a sur, de este a oeste, girar
              sobre sí misma, avanzar desde el macizo de flores
                   al césped y volver al punto

de partida. Después, abandonando el palito como algo
    inútil y agobiando
       sus mandíbulas con un pedacito de cal, como una píldora
     pesada, seguir otra vez el mismo procedimiento.
                           ¿De qué sirve
     poder decir
       que se ha dominado el arroyo en una actitud de autodefensa;
       o probar que se ha vivido la experiencia
              de transportar un palito?

Tłum. Julia Hartwig

Krytycy i znawcy

Jest dużo poezji w nieuświadomionej
potrzebie zbytku. Niektóre przedmioty
z epoki Ming, żółte pokrycia podłóg
w cesarskich lektykach są wcale dobrym przykładem, ale widziałam

coś, co bardziej mi się podoba-
dziecinną próbę postawienia na nogi zwierzęcia
nie umiejącego utrzymać równowagi
i podobny upór, by nakłonić szczenię
do jedzenia mięsa z talerza.

Pamiętam łabędzia pod wierzbami Oksfordu
o nogach barwy nóg flaminga, podobnych do liścia klonu.
Przeprowadzał zwiad jak statek wojenny.
Nieufność i potrzeba zbytku powodowały
jego niechęć do ruchu.
Ostatecznie jednak odwaga
nie przeszkadzała mu doceniać
okruchów pożywienia, które strumień

niósł ku niemu; oddalał się z kęskami,
które mu rzucałam. Widziałam tego łabędzia i widziałam
ciebie; widziałam wyzutą z rozumu ambicję
w najróżniejszych odmianach. Kiedyś,
stojąc przy mrowisku,
śledziłam niezwykłe zachowanie mrówki,
która dźwigała źdźbło na północ,
południe, wschód i zachód;
zmieniwszy zamiary
utorowała sobie drogę z klombu na trawnik, by wrócić
do punktu wyjścia. Porzuciwszy bezużyteczne źdźbło
i wepchnąwszy między szczęki kawałek wapna
– ciężki i podobny do pigułki – wykonała ten sam rytuał.
Dlaczego tak bardzo
pragniemy powiedzieć, że w obronie własnej
opanowaliśmy bieg potoku;
dowieść, że przeszliśmy przez doświadczenie
dźwigania źdźbła?

Critics and Connoisseurs

There is a great amount of poetry in unconscious
    fastidiousness.  Certain Ming
        products, imperial floor coverings of coach-
    wheel yellow, are well enough in their way but I have seen something
            that I like better–a
                mere childish attempt to make an imperfectly bal-
                        lasted animal stand up,
                similar determination to make a pup
                    eat his meat from the plate.

I remember a swan under the willows of Oxford,
    with flamingo-colored, maple-
        leaflike feet.  It reconnoitered like a battle-
    ship.  Disbelief and conscious fastidiousness were
            ingredients in its
                disinclination to move.  Finally its hardihood was
                        not proof against its
                proclivity to more fully appreciate such bits
                    of food as the stream

bore counter to it; it made away with what I gave it
    to eat.  I have seen this swan and
        I have seen you; I have seen ambition without
    understanding it in a variety of forms.  Happening to stand
            by an ant-hill, I have
                seen a fastidious ant carrying a stick north, south,
                        east, west, till it turned on
                itself, struck out from the flower bed into the lawn,
                    and returned to the point

From which it had started.  Then abandoning the stick as
    useless and overtaxing its
        jaws with a particle of whitewash–pill-like but
    heavy–it again went throught the same course of procedure.
                        What is
            there in being able
                to say that one has dominated the stream in an attitude of
                        self-defense;
                in proving that one has had the experience
                    of carrying a stick?

        

Marianne Moore

1887-1972, Estados Unidos

Trad. Jorge Aulicino

¿Qué son los años?

        ¿Cuál es nuestra inocencia,
cuál es nuestra culpa? Todos estamos
        desnudos, nadie está seguro. Por lo tanto,
es coraje: la pregunta sin contestar,
la duda firme,-
llamando muda, escuchando sorda- ¿eso
en la desgracia, hasta la muerte,
        dando coraje a otros,
        y en su derrota, alentando

        al alma a ser fuerte? Ve
profundo y es alegre quien
        accede a la mortalidad
y en su prisión se levanta
a sí mismo como
al mar en un abismo, luchando por ser
libre aunque es incapaz,
        en su entrega,
        de encontrar su continuidad.

        Entonces quien fuertemente siente,
se comporta. El pájaro mismo,
        se ensancha; acerado
en su forma, se endereza. Aunque está cautivo,
sus poderosos cantos
dice, la satisfacción es una cosa
humilde, como pura una cosa es alegría.
        Eso es mortalidad,
        eso es eternidad.

Tłum. Julia Hartwig

Czym są lata?

        Czym jest nasza niewinność
i czym nasza wina? Wszyscy są
        nadzy, nikt nie jest bezpieczny. Skąd płynie
męstwo: rzecz bez odpowiedzi,
harda wątpliwość –
co niema krzyczy, głucha nasłuchuje
i sprawia, że na przekór nieszczęściu i śmierci
        rośnie odwaga
        i we własnej klęsce

        duch krzepnie. Widzi
do głębi i szczęśliwy ten,
        kto przystał na śmiertelność
i w więzieniu własnym
wznosi się ponad siebie
jak morze, co szamocąc się w otchłani,
aby być wolne, choć nim być nie może,
        w swoich porażkach
        odnajduje ciągłość.        

        Tak postępuje ten,
kto czuje mocno. Nawet ptak
        gdy śpiewa, rośnie,
prostuje swój kształt. Chociaż uwięziony,
mocnym śpiewem głosi,
że sytym być to rzecz pozioma,
czysta jest radość.
        To jest śmiertelność.
        To wieczność.

Fotografías de Bruce Davidson (1933- , EE.UU)

What Are Years?

        What is our innocence,
what is our guilt? All are
        naked, none is safe. And whence
is courage: the unanswered question,
the resolute doubt, —
dumbly calling, deafly listening—that
in misfortune, even death,
         encourage others
         and in its defeat, stirs

        the soul to be strong? He
sees deep and is glad, who
        accedes to mortality
and in his imprisonment rises
upon himself as
the sea in a chasm, struggling to be
free and unable to be,
        in its surrendering
        finds its continuing.

        So he who strongly feels,
behaves. The very bird,
      grown taller as he sings, steels
his form straight up. Though he is captive,
his mighty singing
says, satisfaction is a lowly
thing, how pure a thing is joy.
        This is mortality,
          this is eternity.

Marianne Moore

1887-1972, Estados Unidos

Trad. Olivia de Miguel

En la desconfianza de los méritos

¿Afianzado en vivir, en morir
por medallas y victorias confiables?
Luchan, luchan, lucha el ciego
que cree ver, –
quien no puede ver que el esclavizador
está esclavizado; el odiador, dañado. Oh brillo,
oh firme estrella, oh tumultuoso
océano azotado hasta que las diminutas cosas van
como lo desean, la montañosa
onda nos hace conocer a quienes miramos

lo profundo. ¡Perdidos en el mar antes de luchar!
Oh estrella de David, estrella de Belén,
oh negro león imperial
del Señor – emblema
de un mundo levantado – sean juntados al fin, sean
juntados. Hay la corona del odio y debajo de ella todo es
muerte; hay la del amor sin la que nadie
es rey; los actos benditos santifican
el halo. Así como el contagio
de la enfermedad hace la enfermedad,

el contagio de la verdad puede hacer la confianza. Están
luchando en cavernas y desiertos, uno por
uno, en batallones o escuadrones;
ellos están luchando para que yo
pueda todavía curarme de la enfermedad, Mi
Yo; algunos están ligeramente enfermos; algunos morirán. «El hombre
lobo del hombre y nos devoramos
entre nosotros. El enemigo no hubiera
podido abrir una brecha mayor en nuestras
defensas. Alguien

que guía a un ciego puede hacerlo escapar, pero
Job descorazonado por el falso alivio supo
que nada puede derrotar tanto
como un ciego que
puede ver. Oh, vivos quienes están muertos, quienes están
satisfechos de no ver, oh, nimio polvo de la tierra
que camina tan arrogante,
la confianza engendra poder y la fe es
una cosa afectuosa. Juramos,
hacemos esta promesa

a los que luchan – es una promesa – «Jamás
odiaremos el negro, lo blanco, lo rojo, lo amarillo, al judío,
el gentil, al intocable». No somos
aptos para jurar.
Con las mandíbulas apretadas ellos luchan,
luchan, luchan, – amamos a algunos que conocemos,
amamos a algunos pero no los conocemos – para
que los corazones puedan sentir y no se entumezcan.
Eso me cura; ¿o soy yo lo que
no puede creer? Algunos
en la nieve, o en despeñaderos, otros en arenas movedizas,
poco a poco, mucho a mucho, ellos
luchan luchan luchan para que donde
había muerte pueda haber
vida. «Cuando un hombre es presa de la ira,
es movido por cosas exteriores; cuando se sostiene
en su sitio con paciencia paciencia
paciencia, eso es acción o
belleza», la defensa del soldado
y la más dura coraza para

la lucha. El mundo es el hogar de un huérfano. ¿Jamás
tendremos paz sin tristeza?
¿Sin las súplicas de los que mueren
por una ayuda que no ha de venir? Oh,
tranquila forma sobre el polvo, no puedo
mirar y sin embargo debo. Si estos grandes y pacientes
moribundos – todas estas agonías
y heridas soportadas y sangre derramada –
nos pueden enseñar cómo vivir, estos
moribundos no fueron en vano.

Corazón endurecido de odio, oh, corazón de hierro,
el hierro es hierro hasta hacerse herrumbre.
Jamás ha habido una guerra que no lo fuera
de adentro; debo
luchar hasta conquistar en mí lo que
causa la guerra, pero no lo creeré.
Yo en mis adentros nada hice.
¡Oh, crimen de Iscariote!
La belleza es eterna
y el polvo dura un rato.

Obras de William Kentridge

Tłum. Julia Hartwig

Nie ufając zasługom

Gotowi żyć, gotowi umrzeć
dla honorów i pozycyjnej przewagi?
Walczą, walczą zaciekle ze ślepcem,
który myśli, że widzi –
a nie widzi, że zniewolony
to ten, co zniewala; że nienawistnik godzi
w samego siebie. O, potężna, o, jasna gwiazdo. O, huczący
oceanie smagany tak długo, aż rzeczy drobne
ułożą się po swojemu, a spiętrzona fala ukaże nam

głębinę. Zaginieni na morzu, nim zdążyli stanąć do walki! O,
gwiazdo Dawida, gwiazdo Betlejemska, o, czarny lwie cesarski
Pana, znaku wzniesionego świata, kiedy wreszcie
połączycie się ze sobą. W królestwie nienawiści
wszystko przemienia się w śmierć,
bez władzy miłości nikt
nie może być królem. Święte czyny uświęcają
aureolę. Podobnie jak zaraźliwa jest choroba,

zaraźliwa może być ufność. Walczą na pustyniach i w pieczarach,
pojedynczo, batalionami i w szwadronach, walczą, bym wreszcie
wyleczyła się z choroby. Ja właśnie.
Niektórzy przechodzą ją lekko, inni umierają. „Człowiek
człowiekowi wilkiem, pożeramy się
nawzajem. Żaden wróg
nie dokonałby większego wyłomu
w naszych fortyfikacjach. Człowiek

wiodący ślepca może od niego uciec, ale Hiob zgnębiony fałszywą
pociechą dobrze wiedział, że nie ma nic groźniejszego od ślepca,
który widzi.
O, martwi, choć żywi, dumni z tego, że nie widzicie.
O, marny prochu poruszający się butnie, ufność daje siłę, wiara jest
sprawą uczucia.
Ślubujemy i przyrzekamy

walczącym – i niech to starczy za przysięgę. „Nigdy” nie nienawidzić
czarnego, białego, czerwonoskórego, żółtego, Żyda, szlachcica i
pariasa. Nie jesteśmy gotowi do przysięgi. Z zaciśniętymi zębami
walczą, walczą zaciekle – kochamy jednych, których znamy, innych,
choć ich nie znamy – aby serca umiały czuć, nie były odrętwiałe.
To mnie uzdrawia; a może jestem czymś, czemu nie mogę wierzyć?
Wśród

śniegów, pod szczytami gór, na ruchomych piaskach,
krok za krokiem, piędź po piędzi
posuwają się walcząc, walcząc zaciekle, aby tam,
gdzie dotąd była śmierć, powstało
życie. „Kiedy człowiek pada ofiarą własnego gniewu,
powodują nim rzeczy zewnętrzne.
Kiedy trzyma się swego gruntu wytrwale, z całą wytrwałością,
powstaje działanie lub piękno”, to żołnierska obrona i zbroja
najlepsza

w walce. Świat jest domem sierot. Czy nigdy nie nastanie pokój nie
zakłócony smutkiem?
Krzykiem wołającego o pomoc, która nie nadchodzi?
O, uciszony kształcie na piasku, nie mogę patrzeć, a przecież
muszę. Jeśli ci wszyscy konający cierpliwie – wszystkie te
cierpienia i zadane rany, i rozlew krwi – zdolne są nauczyć nas,
jak żyć, śmierć tych ludzi nie była daremna.

Serce stwardniałe z nienawiści, o, serce z żelaza, żelazo jest
żelazem, dopóki nie stoczy go rdza.
Nie ma takiej wojny, która nie zaczynałaby się od wnętrza.
Muszę
walczyć, dopóki nie pokonam w sobie tego,
co jest przyczyną wojny, a w co nie chciałam uwierzyć.
Nic wewnątrz nie uczyniłam.
O, zbrodnio Judaszowa!
Piękno trwa wiecznie, proch zaledwie chwilę.

In Distrust of Merits

Strengthened to live, strengthened to die for
medals and positioned victories?
They’re fighting, fighting the blind
man who thinks he sees,—
who cannot see that the enslaver is
enslaved; the hater, harmed. O shining O
firm star, O tumultuous
ocean lashed till small things go
as they will, the mountainous
wave makes us who look, know

depth. Lost at sea before they fought! O
star of David, star of Bethlehem,
O black imperial lion
of the Lord-emblem
of a risen world—be joined at last, be
joined. There is hate’s crown beneath which all is
death; there’s love’s without which none
is king; the blessed deeds bless
the halo. As contagion
of sickness makes sickness,

contagion of trust can make trust. They’re
fighting in deserts and caves, one by
one, in battalions and squadrons;
they’re fighting that I
may yet recover from the disease, My
Self; some have it lightly; some will die. ‘Man’s
wolf to man’ and we devour
ourselves. The enemy could not
have made a greater breach in our
defenses. One pilot-

ing a blind man can escape him, but
Job disenheartened by false comfort knew
that nothing can be so defeating
as a blind man who
can see. O alive who are dead, who are
proud not to see, O small dust of the earth
that walks so arrogantly,
trust begets power and faith is
an affectionate thing. We
vow, we make this promise

to the fighting—it’s a promise—’We’ll
never hate black, white, red, yellow, Jew,
Gentile, Untouchable.’ We are
not competent to
make our vows. With set jaw they are fighting,
fighting, fighting,—some we love whom we know,
some we love but know not—that
hearts may feel and not be numb.
It cures me; or I am what
I can’t believe in? Some
in snow, some on crags, some in quicksands,
little by little, much by much, they
are fighting fighting that where
there was death there may
be life. ‘When a man is prey to anger,
he is moved by outside things; when he holds
his ground in patience patience
patience, that is action or
beauty,’ the soldier’s defense
and hardest armor for

the fight. The world’s an orphans’ home. Shall
we never have peace without sorrow?
without pleas of the dying for
help that won’t come? O
quiet form upon the dust, I cannot
look and yet I must. If these great patient
dyings-all these agonies
and wound bearings and bloodshed—
can teach us how to live, these
dyings were not wasted.

Hate-hardened heart, O heart of iron
iron is iron till it is rust.
There never was a war that was
not inward; I must
fight till I have conquered in myself what
causes war, but I would not believe it.
I inwardly did nothing.
O Iscariot-like crime!
Beauty is everlasting
and dust is for a time.

William Carlos Williams

1883-1963, EE.UU.

Trad. Juan Antonio Montiel

La flor amarilla

Si debo hablar, ¿qué diré?
                ¿Qué he encontrado cura
                               para los enfermos?
No hallé ninguna
                cura,
                               más que esta flor torcida:
con solo
                mirarla
                               los hombres sanan.
Es a esta flor
                a la que todos cantan
                               secretamente
sus himnos. ¡Esta es aquella
                sagrada
                                flor!

Y ¿cómo es posible?
                ¿Una flor retorcida
                               y oscura? Es una
flor de mostaza,
                y aun menos:
                               apenas un ramillete
sobre el tallo deforme
                y de hojas carnosas,
                               detrás del vidrio,
en este tiempo helado.

Una flor desgarbada
                e impropia
                               del clima;
¿cómo es que ha
                conseguido tenerme
                               aquí, boquiabierto
inmóvil frente a esta ventana,
                en medio del frío,
                               sin más
voluntad, sin ojos
                para que no sean
                               sus torcidos
pétalos amarillos?

Que esta apariencia
                aunque extraña
                               para mí
es común está claro:
                existen flores como esta,
                               con hojas así, que crecen
en sus climas
                originarios.

Y entonces, ¿por qué la tortura
                y la fuga a través
                               de la flor? Es como si
Miguel Ángel
                hubiese tomado de ella   
el tema de sus Esclavos
—y quizás así fue.
                Y ¿no hizo él
                               florecer el mármol?
Estoy triste
                como lo estaba él
                               a su manera heroica.
Pero además
                tengo ojos
                               para ver  
y si bien presienten mi ruina
                y la de todo
                               lo que amo, descubren
también
                en mis ojos
                               y mis labios
y mi lengua el poder
                para liberarme
                               y para hablar de ello, igual
que Miguel Ángel, en sus manos,
                notó un poder similar
                               si bien mayor.

En suma, he ahí los
                torturados cuerpos
                               de
los esclavos y
                el torturado cuerpo
                               de mi flor
que no es siquiera una flor de mostaza
                sino apenas una flor irreconocible
                               y extraña
que yo he de naturalizar
                y aclimatar
                               y hacer mía. 

 Yellow Flower

What shall I say, because talk I must?
      That I have found a cure
              for the sick?
I have found no cure
      for the sick
            but this crooked flower
which only to look upon
      all men
           are cured. This
is that flower
      for which all men
          sing secretly their hymns
of praise. This
      is that sacred
          flower!

Can this be so?
      A flower so crooked
         and obscure?  It is
a mustard flower
       and not a mustard flower,
         a single spray
topping the deformed stem
        of fleshy leaves
          in this freezing weather
under glass.

An ungainly flower and
        an unnatural one,
           in this climate; what
can be the reason
        that it has picked me out
           to hold me, openmouthed,
rooted before this window
        in the cold,
            my will
drained from me
        so that I have only eyes
            for these yellow,
twisted petals      .       ?

That the sight,
        though strange to me,
            must be a common one,
is clear: there are such flowers
        with such leaves
            native to some climate
which they can call
        their own.

But why the torture
        and the escape through
            the flower? It is
as if Michelangelo
        had conceived the subject
            of his Slaves from this
-or might have done so.
        And did he not make
            the marble bloom? I
am sad
        as he was sad
            in his heroic mood.
But also
        I have eyes
            that are made to see and if
they see ruin for myself
        and all that I hold
            dear, they see
also
        through the eyes
            and through the lips
and tongue the power
        to free myself
            and speak of it, as
Michelangelo through his hands
         had the same, if greater,
            power.

Which leaves, to account for,
         the tortured bodies
            of
the slaves themselves
    and
       the tortured body of my flower
which is not a mustard flower at all
       but some unrecognized
             and unearthly flower
for me to naturalize
       and acclimate
             and choose it for my own.

Fotos propias

Tłum. Ada Trzeciakowska

Żółty kwiat

Cóż tu powiedzieć, bo powiedzieć muszę?
       Że znalazłem lekarstwo
              dla chorych?
Nie znalazłem żadnego
       lekarstwa,
              tylko ten wygięty żółty kwiat
od samego nań patrzenia
       ludzie
              zdrowieją. To
ten kwiat
       do którego ludzie
              wyśpiewują sekretnie hymny
pochwalne. To
       właśnie ten święty
              kwiat!

Jak to być może?
       Kwiat, taki wygięty i
              taki ciemny? To nawet
gorczycy kwiat
       nie do końca,
              ledwo gałązka
na zdeformowanej łodyżce
       mięsiste liście
              w tym mroźnym chłodzie
pod lodem.

Niezdarny kwiat i
       nienaturalny
              w tym klimacie; z jakiej
przyczyny schwycił mnie za serce
       i trzyma z rozwartymi ustami,
              przyrośniętego przy oknie
na chłodzie,
       bezwolnego
              zupełnie
z sercem tylko bijącym
       dla tych żółtych
              skręconych
kwiatków        .        ?

Ten widok,
       myślę, niecodzienny dla mnie,
              musi być zwyczajny,
zapewne: tyle kwiatów wokół
       i tyle liści
              w pewnych klimatach
dla nich
       macierzystych.

W takim razie czemuż
       tortura i ucieczka
              poprzez kwiat? To jakby
Michał Anioł
       czerpał z nich inspirację
              dla swych Niewolników
-być może tak było.
       Czyż nie rozkwitł marmur
              w jego dłoniach? A ja
posmutniałem
       jak on
              na swój bohaterski sposób.
Lecz poza tym
       mam oczy
              by patrzeć a jeśli
wyglądają zguby dla mnie
       i dla wszystkiego co mi
              drogie, dostrzegają
również
       w tych oczach
              w tych ustach
w tym języku siłę
       bym wyzwolić się mógł
              i mówić o tym, niczym
Michał Anioł, który w dłoniach swych
       odnalazł , o ile większą,
              siłę.

Które to liście, ostatecznie,
       są torturowanymi
              ciałami
niewolników
       jak i
              torturowane jest ciało mojego kwiatu
który to nawet nie kwiatem gorczycy do końca jest
       lecz jakimś nieznanym
              i nieziemskim kwiatem
który to ja mam zaszczepić
       i zaaklimatyzować
              i uczynić moim.