Tadeusz Różewicz

1921-2014, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

Nada

de noche
la palabra nada
crece se extiende
violentamente

de día
pierde su
voracidad

se desliza en la vida
como un cuchillo en la carne

Fotografía de Rebecca Cairns

Nic

w nocy
słowo nic
rozrasta się krzewi
gwałtownie

w dzień
traci swą
żarłoczność

wślizguje się w życie
jak nóż w mięso

Ronald Stuart Thomas

1913-2000, Reino Unido (Gales)

Trad. Ada Trzeciakowska

Navidad perdida

Él está solo, es Navidad.
Por la colina suben tres árboles, los tres reyes magos.
También hay una estrella
Sobre el pesebre oscuro. ¿Pero dónde está el Niño?

Compadécete del hombre. Ha recorrido un largo camino
Como los árboles ha sido
Paciente. Pero lo ha adelantado
La razón. El pesebre está vacío.

Fotogramas del maravilloso film-ensayo La metamorfosis de los pájaros de Catarina Vasconcelos

Tłum. Andrzej Szuba

Zmarnowane święta

Jest sam, jest Boże Narodzenie.
Wzgórzem idą trzy drzewa, trzej królowie.
A nad ciemnym żłobem
Jedna gwiazda. Ale gdzie jest Dziecię?

Współczuj człowiekowi. Odbył
Długą podróż, jak drzewa, jak one był
Cierpliwy. Lecz ubiegł go
Rozum. Żłób jest pusty.

Lost Christmas

He is alone, it is Christmas.
Up the hill go three trees, the three kings.
There is a star also
Over the dark manger. But where is the Child?

Pity him. He has come far
Like the trees, matching their patience
With his. But the mind was before
Him on the long road. The manger is empty.

Anna Kamieńska

1920-1986, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

Que Existes

No corriendo levemente como en un sueño
sino abriéndose paso entre una niebla densa
con la bola de oscuridad a sus pies
por los peñascos por los matorrales
solo cuelgan harapos luminosos
de las ramas suplicantes
con la fuerza de la debilidad
¿y si no llega?
rastreará reptará se arrastrará
y con los labios agrietados
sin plegarias sin palabras
encontrará el corazón del mundo
 
Cuando nos encuentre como en el campo de batalla
medio abrazados
sollozaremos dolorosamente de felicidad

Collages propios con fotografías de Sandra Bartocha y fotogramas de La notte de Michelangelo Antonioni (1961)

że jesteś

Nie biegnąc lekko jak we śnie
ale brnąc w ciężkiej mgle
z kulą ciemności u nóg
przez głazy przez chaszcze
tylko świecące łachmany wiszą
na błagalnych gałęziach
z mocą słabości
co jeśli nie doleci
to dopełznie doczołga się dociśnie
i wargami popękanymi
bez modłów bez słów
odszuka serce świata
 
Odnalezieni jak na pobojowisku
wpół objęci
zapłaczemy boleśnie ze szczęścia

Anna Kamieńska

1920-1986, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

cuaderno de notas 1973-1979

La experiencia de la belleza arde dentro de sí misma y nada resulta de ella. Es un valor que es suficiente en sí mismo. Lo único que importa es que esté ahí. No se puede absorber a la belleza, consumirla para más tarde. La belleza que es imposible de poseer nos enseña sobre nuestro propio ser, sobre la propia existencia. p.164

Mi Cantar de los Cantares. En un sueño mi amor me lleva por los pasillos de la noche. En profunda oscuridad se cruzan los trenes, trenes ciegos y amordazados. Llevan gritos y terror. p.185

La poesía expresa el dolor de la vida, sea cual sea la concepción que tengamos de ella, sea cual sea la función variable que le atribuyamos en un momento dado. O, en otras palabras, es un esfuerzo por superar el dolor. p.187

Musil (sobre Rilke) «Ser incluido a través de las cosas más diminutas en las cosas más grandes». p.189


Siempre percibo algo sospechoso en el concepto de la belleza, tal vez porque temo que la «belleza» sublime deje atrás la realidad en la que todo está entremezclado, donde no existen ni la belleza ni la bondad puras. El concepto de la belleza niega así la verdad de un mundo complejo e intrincado, niega la verdad misma.

8 de agosto ¡¿No hay otra forma de librarse del dolor que un dolor nuevo y fresco que alcanza el mismo cielo?

«La noche de los sentidos» de San Juan de la Cruz. Ahí ya no hay poesía, porque la poesía necesita cosas, esa escalera de las cosas por la que suben y bajan los ángeles de la poesía.

(…) El tercer ojo. El ojo que ve la verdad entre dos polos opuestos. p.206

Autor desconocido

Notatnik 1973-1979

Doznanie piękna spala się w sobie i nic z niego nie wynika. Jest to wartość, która wystarcza sama sobie. Ważne jest tylko to, że jest. Nie można piękna skonsumować najeść się go na zapas. Piękno, którego nie można mieć uczy nas samego bycia, samego istnienia. p.164

 Moja Pieśń nad Pieśniami. We śnie mój miły prowadzi mnie korytarzami nocy. Mijają się tam pociągi w głębokiej ciemności, ślepe, zakneblowane pociągi. Wiozą krzyk i przerażenie. p.185

Poezja wyraża ból życia, jakkolwiek byśmy ją pojmowali, jaką przypisywalibyśmy jej aktualnie zmienną funkcję. Lub inaczej – jest wysiłkiem przezwyciężania bólu. p.187

Musil (o Rilkem) „Być włączonym sprawami najdrobniejszymi w rzeczy największe”. p.189


Wyczuwam zawsze coś podejrzanego w pojęciu piękna. Może wynika to z obawy, że wysublimowane „piękno» pozostawia poza sobą realną rzeczywistość, w której wszystko jest zmieszane, gdzie nie ma czystego piękna ani czystego dobra. Pojęcie piękna zaprzecza w ten sposób prawdzie o złożonym, skomplikowanym świecie, zaprzecza prawdzie.

8 sierpnia Czy nie ma innego sposobu pozbycia się bólu jak nowy, świeży ból do samego nieba?!

Noc zmysłów» św. Jana od Krzyża. Tam nie ma już poezji, bo poezja potrzebuje rzeczy, tej drabiny rzeczy, po której wstępują i zstępują aniołowie poezji.

(…)
Trzecie oko. Oko widzące prawdę pomiędzy dwoma biegunami przeciwieństw. p206

Tadeusz Różewicz

1921-2014, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

Espina

no creo
no creo desde que me despierto
hasta que caigo dormido

no creo desde una orilla hasta la otra
de mi vida
no creo tan abiertamente
ni con la misma profundidad
con la que creía
mi madre

no creo
comiendo pan
bebiendo agua
amando un cuerpo

no creo estando
entre sus templos
sacerdotes signos

no creo estando en una calle de la ciudad
en el campo bajo la lluvia
en el aire
en el oro de la anunciación

leo sus parábolas
rectas como una espiga de trigo
y pienso en un dios
que no se reía

pienso en un pequeño
dios sangrando
en los blancos
pañuelos de la infancia

en una espina que desgarra
nuestros ojos bocas
ahora
y en la hora de la muerte

Imágenes propias: Povedilla y dibujos hechos por los niños en el campo de Auschwitz

Cierń

nie wierzę
nie wierzę od przebudzenia
do zaśnięcia

nie wierzę od brzegu do brzegu
mojego życia
nie wierzę tak otwarcie
głęboko
jak głęboko wierzyła
moja matka

nie wierzę
jedząc chleb
pijąc wodę
kochając ciało

nie wierzę
w jego świątyniach
kapłanach znakach

nie wierzę na ulicy miasta
w polu w deszczu
powietrzu
złocie zwiastowania

czytam jego przypowieści
proste jak kłos pszenicy
i myślę o bogu
który się nie śmiał

myślę o małym
bogu krwawiącym
w białych
chustach dzieciństwa

o cierniu który rozdziera
nasze oczy usta
teraz
i w godzinie śmierci

Transl. Joanna Trzeciak

Thorn

I don’t believe
I don’t believe from the moment I rise
till the moment I fall asleep

I don’t believe from one shore
of my life to the other
I don’t believe
as openly
as deeply
as my mother did believe

I don’t believe
eating bread
drinking water
making love

I don’t believe
inside his shrines

I don’t believe on a city street
in a field in rain
in the open air
in the gold of annunciation

I read his parables
simple as a shock of wheat
and I think of a god
who did not laugh

I think of a small
god bleeding
in the white
shrouds of childhood

about a thorn which tears
our eyes lips
now
and at the hour of our death

Clarice Lispector

1920 – 1977, Ucrania / Brasil

Trad. Elena Losada

Agua viva

Te digo: estoy intentando captar la cuarta dimensión del instante-ya, que de tan fugitivo ya no existe porque se ha convertido en un nuevo instante-ya que ahora tampoco existe. Quiero apoderarme del es de la cosa. Esos instantes que transcurren en el aire que respiro, como fuegos artificiales estallan mudos en el espacio. Quiero poseer los átomos del tiempo. Y quiero capturar el presente que, por su propia naturaleza, me está prohibido; el presente se me escapa, la actualidad huye, la actualidad soy yo siempre en presente. Sólo en el acto del amor —por la nítida abstracción de estrella de lo que se siente— se capta la incógnita del instante, que es duramente cristalina y vibra en el aire, y la vida es ese instante incontable, más grande que el acontecimiento en sí; en el amor el instante de júbilo impersonal refulge en el aire, gloria extraña del cuerpo, materia sensibilizada por el escalofrío de los instantes, y lo que se siente es al mismo tiempo inmaterial y tan objetivo que sucede como fuera del cuerpo, brillando en lo alto; alegría, la alegría es la materia del tiempo y es por excelencia el instante. Y en el instante está el es de sí mismo. Quiero captar mi es. Y canto un aleluya al aire como lo hace el pájaro. Y mi canto no es de nadie. Pero no hay pasión sufrida en el dolor y en el amor a la que no le siga un aleluya.
¿Mi tema es el instante? Mi tema de vida. Intento estar a su nivel, me divido millares de veces en tantas veces como los instantes que transcurren, tan fragmentaria soy y tan precarios los momentos, sólo me comprometo con la vida que nace con el tiempo y que crece con él; sólo en el tiempo hay espacio para mí.
Te escribo entera y siento un sabor en ser y el sabora-ti es abstracto como el instante. También con todo el cuerpo pinto mis cuadros y en el lienzo fijo lo incorpóreo, yo cuerpo-a-cuerpo conmigo misma. No se comprende la música, se escucha. Escúchame entonces con todo tu cuerpo. Cuando llegues a leerme preguntarás por qué no me limito a la pintura y a mis exposiciones, por qué escribo tosco y sin orden. Es que ahora siento necesidad de palabras y es nuevo para mí lo que escribo porque mi verdadera palabra está hasta ahora intacta. La palabra es mi cuarta dimensión.
Hoy he acabado el lienzo del que te hablé; líneas redondas que se entrecruzan con trazos finos y negros, y tú, que tienes la costumbre de querer saber por qué —el porqué no me interesa, la causa es la materia del pasado— te preguntarás ¿por qué los trazos negros y finos? Es por el mismo secreto que me hace escribir ahora como si fuese a ti, escribo redondo, enmarañado y tibio, pero a veces frío como los instantes frescos, agua del arroyo que tiembla siempre por sí misma. ¿Lo que he pintado en esa tela es susceptible de ser fraseado? Tanto como la palabra muda pueda estar implícita en el sonido musical.
(…)
Fijo instantes repentinos que traen consigo su propia muerte y otros nacen; fijo los instantes de metamorfosis y su secuencia y su concomitancia son de una terrible belleza.
(…)
Pero el instante-ya es una luciérnaga que se enciende y se apaga. El presente es el instante en que la rueda de un automóvil a gran velocidad toca mínimamente el suelo. Y la parte de la rueda que aún no lo ha tocado, lo tocará en un futuro inmediato que absorbe el instante presente y hace de él pasado. Yo, viva y centelleante como los instantes, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago. Pero aquello que capto en mí tiene, ahora que está siendo transpuesto a la escritura, la desesperación de que las palabras ocupen más instantes que la mirada. Más que un instante quiero su fluencia.
(…)
En este instante-ya estoy envuelta en un vago deseo difuso de maravilla y en millares de reflejos de sol en el agua que brota de la fuente de un jardín maduro de perfumes, jardín y sombras que invento ya y ahora y que son el medio concreto de hablar en este mi instante de vida. Mi estado es el de jardín con agua que fluye. Al describirlo intento mezclar palabras para que el tiempo se cumpla. Lo que te digo tiene que ser leído rápidamente, como cuando se mira.
(…)
El día parece la piel estirada y lisa de una fruta que con una pequeña catástrofe los dientes rompen, su zumo escurre. (…) Para rehacerme y rehacerte vuelvo a mi estado de jardín y de sombra, fresca realidad, apenas existo y si existo es con un delicado cuidado. Alrededor de la sombra hace un calor de sudor abundante. Estoy viva. Pero siento que aún no he alcanzado mis límites, ¿fronteras con qué?, sin fronteras, la aventura de la libertad peligrosa. Pero me arriesgo, vivo arriesgándome. Estoy llena de acacias que se balancean, amarillas, y yo que apenas he comenzado mi jornada, la empiezo con un sentido de tragedia, adivinando hacia qué océano perdido van mis pasos de vida. Y locamente me apodero de los desvanes de mí, mis desvaríos me asfixian de tanta belleza. Yo soy antes, yo soy casi, yo soy nunca. Y todo eso lo he obtenido al dejar de amarte.

Fotografías de Tamara Dean

Tłum. Ada Trzeciakowska

strumień wody

Mówię ci: próbuję uchwycić czwarty wymiar chwili-teraz, która jest tak ulotna, że już nie istnieje, bo stała się nową chwilą obecną, która też nie istnieje. Chcę uchwycić jest rzeczy. Te chwile, które mijają w powietrzu, którym oddycham, jak fajerwerki wybuchające bezgłośnie w przestrzeni. Chcę posiąść atomy czasu. I chcę uchwycić teraźniejszość, która z istoty swej jest dla mnie zakazana; teraźniejszość wymyka mi się, aktualność ucieka, aktualność to ja zawsze w teraźniejszości. Tylko w akcie miłości – poprzez czystą abstrakcję gwiazdy tego, co się odczuwa – uchwycona zostaje niewiadoma chwili, która jest dotkliwie krystaliczna i wibruje w powietrzu, a życie jest tą niepoliczalną chwilą, większą niż wydarzenie samo w sobie; w miłości chwila bezosobowej radości mieni się w powietrzu, dziwna gloria ciała, materia uwrażliwiona dreszczem chwil, a to, co się odczuwa, jest zarazem niematerialne i tak obiektywne, że dzieje się jakby poza ciałem, jaśnieje na wysokościach; radość, radość jest materią czasu i jest chwilą par excellence. I w chwili zawiera bycie samo w sobie. Chcę uchwycić moje jest. I śpiewam alleluja powietrzu, jak śpiewa ptak. A moja pieśń nie należy do nikogo. Lecz nie ma pasji przeżytej w bólu i w miłości, za którą nie podążyłaby alleluja.
Moim tematem jest chwila? Moim życiowym motywem. Staram się osiągnąć jej poziom, dzielę się tysiące razy na tyle części, ile chwil upływa, tak fragmentaryczna jestem i tak niestabilne są chwile, angażuję się tylko w życie, które rodzi się z czasem i wraz z nim rośnie; tylko w czasie jest miejsce dla mnie.
Piszę Cię całą sobą i czuję, że jest ma smak, smakuje tobą, co jest abstrakcyjne jak chwila. Również całym ciałem maluję obrazy i utrwalam na płótnie to, co bezcielesne, ciało w ciało z samą sobą. Muzyki się nie rozumie, tylko się jej słucha. Więc słuchaj mnie całym swoim ciałem. Kiedy zaczniesz mnie czytać, zapytasz, dlaczego nie ograniczam się do malarstwa i wystaw, dlaczego piszę tak topornie i bezładnie. To dlatego, że teraz czuję potrzebę słów i to co piszę jest dla mnie nowe, bo moje prawdziwe słowo jest na razie nienaruszone. Słowo jest moim czwartym wymiarem.
Dziś skończyłam płótno, o którym ci mówiłam; okrągłe linie przeplatają się z cienkimi, czarnymi pociągnięciami, a ty, który masz w zwyczaju chcieć wiedzieć dlaczego – dlaczego mnie nie interesuje, przyczyna jest kwestią przeszłości – zapytasz się dlaczego cienkie, czarne pociągnięcia? To ze względu na tę samą tajemnicę, która sprawia, że piszę teraz jakbym pisała do ciebie, zapisuję okrągłe, splątane i ciepłe, ale czasem zimne jak świeże chwile, wody strumienia, które zawsze same z siebie drżą. Czy to, co namalowałam na tym płótnie, da się wyrazić słowami? Tak samo jak nieme słowo może być wpisane w dźwięk muzyki.
(…)
Utrwalam nagłe chwile, które niosą ze sobą własną śmierć, a inne rodzą się; utrwalam chwile metamorfozy, a ich sekwencja i współbrzmienie są przeraźliwej urody.
(…)
Ale chwila – teraz jest jak ognik, który rozświetla się i gaśnie. Teraźniejszość to chwila, w której koło pędzącego samochodu minimalnie dotyka ziemi. A ta część koła, która jeszcze go nie dotknęła, dotknie go w bezpośredniej przyszłości, która pochłania chwilę teraźniejszą i czyni ją przeszłą. Ja, żywa i roziskrzona jak chwile, rozświetlam się i gasnę, rozświetlam się i gasnę, rozświetlam się i gasnę, rozświetlam się i gasnę. Ale to, co uchwyciłam w sobie, jest przepełnione, teraz, gdy jest przenoszone na pismo, desperacją, by słowa zajęły więcej chwil niż spojrzenie. Bardziej niż chwili, pragnę jej płynności.
(…)
W tej chwili – teraz jestem już spowita w mgliste, rozproszone pragnienie cudowności i w tysiące odbić słońca w wodzie tryskającej z fontanny dojrzałego ogrodu woni, ogrodu i cieni, które wymyślam teraz i już, i które są specyficznym środkiem wyrazu w tej chwili mojego życia. Mój stan to ogród, gdzie tryska woda. Opisując go staram się tak mieszać słowa, aby czas się dopełnił. To, co mówię, należy czytać szybko, tak jak się patrzy.
(…)
Dzień przypomina rozciągniętą i gładką skórkę owocu, który podczas niewielkiej katastrofy jest rozrywany przez zęby, wycieka z niego sok.
(…)
Aby stworzyć siebie na nowo i stworzyć ciebie na nowo, wracam do mojego stanu ogrodu i cienia, świeżej rzeczywistości, ledwo istnieję, a jeśli istnieję, to dzięki delikatnym zabiegom. Wokół cienia panuje żar obfitego potu. Jestem żywa. Ale czuję, że jeszcze nie dotarłam do swoich granic, granic z czym?, bez granic, przygoda z niebezpieczną wolnością. Lecz zaryzykuję, żyję podejmując ryzyko. Wypełnia mnie kołysanie się akacji, ich żółć, a ja, która ledwo rozpoczęłam dzień, rozpoczynam go z poczuciem tragedii, domyślając się, ku jakiemu straconemu oceanowi zmierzają kroki mojego życia. I szaleńczo zawłaszczam strychy samej siebie, moje strachy dławią mnie ogromem piękna. Jestem tym, co było przedtem, jestem prawie, jestem nigdy. I wszystko to zdobyłam, przestając Cię kochać.

Água Viva

Eu te digo: estou tentando captar a quarta dimensão do instante-já que de tão fugidio não é mais porque agora tornou-se um novo instante-já que também não é mais. Cada coisa tem um instante em que ela é. Quero apossar-me do é da coisa. Esses instantes que decorrem no ar que respiro: em fogos de artifício eles espocam mudos no espaço. Quero possuir os átomos do tempo. E quero capturar o presente que pela sua própria natureza me é interdito: o presente me foge, a atualidade me escapa, a atualidade sou eu sempre no já. Só no ato do amor – pela límpida abstração de estrela do que se sente—capta-se a incógnita do instante que é duramente cristalina e vibrante no ar e a vida é esse instante incontável, maior que o acontecimento em si: no amor o instante de impessoal jóia refulge no ar, glória estranha de corpo, matéria sensibilizada pelo arrepio dos instantes – e o que se sente é ao mesmo tempo que imaterial tão objetivo que acontece como fora do corpo, faiscante no alto, alegria, alegria é matéria de tempo e é por excelência o instante. E no instante está o é dele mesmo. Quero captar o meu é. E canto aleluia para o ar assim como faz o pássaro. E meu canto é de ninguém. Mas não há paixão sofrida em dor e amor a que não se siga uma aleluia.
Meu tema é o instante? meu tema de vida. Procuro estar a par dele, divido-me milhares de vezes em tantas vezes quanto os instantes que decorrem, fragmentária que sou e precários os momentos – só me comprometo com vida que nasça com o tempo e com ele cresça: só no tempo há espaço para mim.
Escrevo-te toda inteira e sinto um sabor em ser e o sabora- ti é abstrato como o instante. é também com o corpo todo que pinto os meus quadros e na tela fixo o incorpóreo, eu corpo-acorpo comigo mesma. Não se compreende música: ouve-se. Ouveme então com teu corpo inteiro. Quando vieres a me ler perguntarás por que não me restrinjo à pintura e às minhas exposições, já que escrevo tosco e sem ordem. É que agora sinto necessidade de palavras – e é novo para mim o que escrevo porque minha verdadeira palavra foi até agora intocada. A palavra é a minha quarta dimensão.
Hoje acabei a tela de que te falei: linhas redondas que se interpenetram em traços finos e negros, e tu, que tens o hábito de querer saber por quê – e porque não me interessa, a causa é matéria de passado – perguntarás por que os traços negros e finos? é por causa do mesmo segredo que me faz escrever agora como se fosse a ti, escrevo redondo, enovelado e tépido, mas às vezes frígido como os instantes frescos, água do riacho que treme sempre por si mesma. O que pintei nessa tela é passível de ser fraseado em palavras? Tanto quanto possa ser implícita a palavra muda no som musical.
(…)
Fixo instantes súbitos que trazem em si a própria morte e outros nascem – fixo os instantes de metamorfose e é de terrível beleza a sua seqüência e concomitância.
(…)
Mas o instante-já é um pirilampo que acende e apaga. O presente é o instante em que a roda do automóvel em alta velocidade toca minimamente no chão. E a parte da roda que ainda não tocou, tocará em um imediato que absorve o instante presente e torna-o passado. Eu, viva e tremeluzente como os instantes, acendo-me e me apago, acendo e apago, acendo e apago. Só que aquilo que capto em mim tem, quando está sendo agora transposto em escrita, o desespero das palavras ocuparem mais instantes que um relance de olhar. Mais que um instante, quero seu fluxo.
(…)
Neste instante-já estou envolvida por um vagueante desejo difuso de maravilhamento e milhares de reflexos do sol na água que corre da bica na relva de um jardim todo maduro de perfumes, jardim e sombras que invento já e agora e que são o meio concreto de falar neste meu instante de vida. Meu estado é o de jardim com água correndo. Descrevendo-o tento misturar palavras para que o tempo se faça. O que te digo deve ser lido rapidamente como quando se olha.
(…)
O dia parece a pele esticada e lisa se uma fruta que em uma pequena catástrofe os dentes rompem, o seu caldo escorre. (…)
Para me refazer e te refazer volto a meu estado de jardim e sombra, fresca realidade, mal existo e se existo é com delicado cuidado. Em redor da sombra faz calor de suor abundante. Estou viva. Mas sinto que ainda não alcancei os meus limites, fronteiras com o quê? sem fronteiras, a aventura da liberdade perigosa. Mas arrisco, vivo arriscando. Estou cheia de acácias balançando amarelas, e eu que mal e mal comecei a minha jornada, começo-a com um senso de tragédia, adivinhando para que oceano perdido vão os meus passos de vida. E doidamente me apodero dos desvãos de mim, meus desvarios me sufocam de tanta beleza. Eu sou antes, eu sou quase, eu sou nunca. E tudo isso ganhei ao deixar de te amar.

Transl. Stefan Tobler

Água Viva (The Stream of Life)

Let me tell you: I’m trying to seize the fourth dimension of this instant-now so fleeting that it’s already gone because it’s already become a new instant-now that’s also already gone. Every thing has an instant in which it is. I want to grab hold of the is of the thing. These instants passing through the air I breathe: in fireworks they explode silently in space. I want to possess the atoms of time. And to capture the present, forbidden by its very nature: the present slips away and the instant too, I am this very second forever in the now. Only the act of love—the limpid star-like abstraction of feeling—captures the unknown moment, the instant hard as crystal and vibrating in the air and life is this untellable instant, larger than the event itself: during love the impersonal jewel of the moment shines in the air, the strange glory of the body, matter made feeling in the trembling of the instants—and the feeling is both immaterial and so objective that it seems to happen outside your body, sparkling on high, joy, joy is time’s material and the essence of the instant. And in the instant is the is of the instant. I want to seize my is. And like a bird I sing hallelujah into the air. And my song belongs to no one. But no passion suffered in pain and love is not followed by a hallelujah.
Is my theme the instant? the theme of my life. I try to keep up with it, I divide thousands of times into as many times as the number of instants running by, fragmented as I am and the moments so fragile—my only vow is to life born with time and growing along with it: only in time itself is there room enough for me.
All of me is writing to you and I feel the taste of being and the taste-of-you is as abstract as the instant. I also use my whole body when I paint and set the bodiless upon the canvas, my whole body wrestling with myself. You don’t understand music: you hear it. So hear me with your whole body. When you come to read me you will ask why I don’t keep to painting and my exhibitions, since I write so rough and disorderly. It’s because now I feel the need for words—and what I’m writing is new to me because until now my true word has never been touched. The word is my fourth dimension.
Today I finished the canvas I told you about: curves that intersect in fine black lines, and you, with your habit of wanting to know why— I’m not interested in that, the cause is past matter—will ask me why the fine black lines? because of the same secret that now makes me write as if to you, writing something round and rolled up and warm, but sometimes cold as the fresh instants, the water of an ever-trembling stream. Can what I painted on this canvas be put into words? Just as the silent word can be suggested by a musical sound.
(…)
I pin down sudden instants that carry within them their own death and others are born—I pin down the instants of metamorphosis and there’s a terrible beauty to their sequence and concurrence.
(…)
But the instant-now is a firefly that sparks and goes out, sparks and goes out. The present is the instant in which the wheel of the speeding car just barely touches the ground. And the part of the wheel that still hasn’t touched, will touch in that immediacy that absorbs the present instant and turns it into the past. I, alive and glimmering like the instants, spark and go out, alight and go out, spark and go out. It’s just that whatever I capture in me has, when it’s now being transposed into writing, the despair that words take up more instants than the flash of a glance. More than the instant, I want its flow.
(…)
In this instant-now I’m enveloped by a wandering diffuse desire for marvelling and millions of reflections of the sun in the water that runs from the faucet onto the lawn of a garden all ripe with perfumes, garden and shadows that I invent right here and now and that are the concrete means of speaking in this my instant of life. My state is that of a garden with running water. In describing it I try to mix words that time can make itself. What I tell you should be read quickly like when you look.
(…)
The day seems like the smooth stretched skin of a fruit that in a small catastrophe the teeth tear, its liquor drains. (…)
To remake myself and remake you I return to my state of garden and shadow, cool reality, I barely exist and if I exist it’s with delicate caution. Around the shadow is a heat of abundant sweat. I’m alive. But I feel that I have yet to reach my limits, borders with what? without borders, the adventure of dangerous freedom. But I take risks, I live taking risks. I’m full of acacias swaying yellow, and I who have barely started my journey, I start it with a sense of tragedy, guessing toward which lost ocean my steps of life are leading. And madly I take control of the recesses of myself, my ravings suffocate me with so much beauty. I am before, I am almost, I am never. And all of this I won when I stopped loving you.



José Ángel Valente

1929-2000, España

Suite para un muerto

1

Cuando la palabra no llega a la palabra
no hagamos gestos, sombras, ademanes.

Cuando el hombre no alcanza a su cabeza
se asoma al mundo por el triste ombligo.

Cuando el verso a mitad de trayectoria
se quiebra y cae, callémonos.

2

Triste es sobrevivir a nuestra muerte.
Alguien puede llegar, darnos ahora
la palabra de pase a la esperanza,
y sorprendernos hórridos, helados,
momificados, insepultos.

3

Sobre este árbol,
seco símbolo inerte,
cantó un ave real
la esperanza que tuvo.

4

Cayó de su vacío a su vacío.
Creyose libre porque andaba a saltos.

Incapaz fue de alzar una palabra
de poderosa luz contra la muerte.

5

Canto lo que me pasa, dice el mudo.

y 6

Difícil era andar entre el sarcasmo
del cobarde o del necio.
Más difícil vivir hasta los bordes
con fe que acrecentada devolviera
al hombre su verdad, virtud al canto.

de Elogio del calígrafo. Ensayos sobre arte.

Collage propio

Tłum. Ada Trzeciakowska

suita dla zmarłego

1

Gdy słowo nie dociera do słowa
nie czyńmy gestów, cieni, grymasów.

Gdy człowiek nie dostaje do głowy
na świat wygląda smutnym oknem pępka.

Gdy wers w połowie drogi
łamie się i upada, uciszmy się.

2

Smutno przeżyć naszą śmierć.
Ktoś może nadejść, podrzucić nam
słowo przepustkę do nadziei,
i przyłapać nas budzących grozę, zamarzniętych,
zasuszonych, niepogrzebanych.

3

Na tym drzewie,
zmurszałym, uschłym symbolu,
królewski ptak śpiewał
pieśń żywionej nadziei.


4

Spadał z pustki w pustkę.
Uznał, że jest wolny, bo przecież podfruwa.

Nie zdołał wznieść ani słowa
potężnego światła przeciwko śmierci.

5

Zamieniam w śpiew to, co mi dolega- mówi niemowa.

i 6

Trudno było poruszać się między sarkazmem
tchórza lub głupca.
Jeszcze trudniej żyć, z wiarą
po brzegi, która powiększona przywróciła
człowiekowi jego prawdę, a moc pieśni.

Stanisław Lem

1921-2006, Polonia

Trad. Matilde Horne y F. A.

Solaris

Dime, ¿tú crees en Dios?
Snaut me echó una mirada inquieta.
—¿Qué?… ¿Quién cree todavía?…
Yo adopté un tono desenvuelto.
—No es tan sencillo. No se trata del Dios tradicional de las religiones de la Tierra. No soy especialista en historia de las religiones y tal vez no haya inventado nada. ¿Sabes, por casualidad, si existió alguna vez una fe en un dios… imperfecto?
Snaut frunció las cejas.
—¿Imperfecto? ¿Qué quieres decir? En cierto sentido, todos los dioses eran imperfectos, una suma de atributos humanos magnificados. El Dios del Antiguo Testamento, por ejemplo, exigía sumisión y sacrificios, y tenía celos de los otros dioses… Los dioses griegos, de humor belicoso, enredados en disputas de familia, eran tan imperfectos como los hombres.
Lo interrumpí.
—No, no pienso en dioses nacidos del candor de los seres humanos, sino en dioses de una imperfección fundamental, inmanente. Un dios limitado, falible, incapaz de prever las consecuencias de un acto, creador de fenómenos que provocan horror. Es un dios… enfermo, de una ambición superior a sus propias fuerzas, y él no lo sabe. Un dios que ha creado relojes, pero no el tiempo que ellos miden. Ha creado sistemas o mecanismos, con fines específicos, que han sido traicionados. Ha creado la eternidad, que sería la medida de un poder infinito, y que mide sólo una infinita derrota.
Snaut titubeó, pero ya no me mostraba esa desconfiada reserva de los últimos tiempos.
—El maniqueísmo, antaño…
Lo interrumpí.
—Ninguna relación con el principio del Bien y del Mal. Este dios no existe fuera de la materia, quisiera librarse de la materia, pero no puede…
Snaut reflexionó un instante.
—No conozco ninguna religión de ese tipo. Esta especie de religión nunca fue… necesaria. Si te comprendo, y temo haberte comprendido, piensas en un dios evolutivo, que se desarrolla en el tiempo, crece, y es cada vez más poderoso, aunque sabe también que no tiene bastante poder. Para tu dios, la condición divina no tiene salida; y habiendo comprendido esa situación, se desespera. Sí, pero el dios desesperado ¿no es el hombre, mi querido Kelvin? Es del hombre de quien me hablas.. Tu dios no es sólo una falacia filosófica, sino también una falacia mística.
—No, no se trata del hombre —insistí—. Es posible que en ciertos aspectos el hombre se acomode a esta definición provisional, y también deficiente. El hombre, a pesar de las apariencias, no inventa metas. El tiempo, la época, se las imponen. El hombre puede someterse a una época o sublevarse; pero el objeto aceptado o rechazado le viene siempre del exterior. Si sólo hubiese un hombre, quizá pudiera tratar de inventarse una meta; sin embargo, el hombre que no ha sido educado entre otros seres humanos no llega a convertirse en hombre. Y el ser que yo… que yo concibo… no puede existir en plural ¿comprendes?
Snaut señaló la ventana.
—Ah —dijo—, entonces…
—No, él tampoco. En el proceso de desarrollo, habrá rozado sin duda el estado divino, pero se encerró en sí mismo demasiado pronto. Es más bien un anacoreta, un eremita del cosmos, no un dios… El océano se repite, Snaut, y mi dios hipotético no se repetiría jamás. Tal vez esté ya en alguna parte, en algún recoveco de la Galaxia, y muy pronto, en un arrebato juvenil, apagará algunas estrellas y encenderá otras… Nos daremos cuenta al cabo de un tiempo.
—Ya nos hemos dado cuenta —dijo Snaut con acritud—. ¿Las novas y las supernovas serían entonces los cirios de un altar?
—Si tomas lo que digo al pie de la letra…
—Y Solaris es quizá la cuna de tu divino infante —continuó Snaut, con una sonrisa que le multiplicó las arrugas alrededor de los ojos—. Solaris es tal vez la primera fase de ese dios desesperado… Quizá esta inteligencia pueda desarrollarse inmensamente… Todas nuestras bibliotecas de solarística pueden no ser otra cosa que un repertorio de vagidos infantiles…
—Y durante un tiempo —proseguí— habremos sido los juguetes de ese bebé. Es posible. ¿Tú sabes lo que acabas de hacer? Has ideado una hipótesis enteramente nueva sobre el tema de Solaris. Felicitaciones. De pronto, todo se explica, la imposibilidad de establecer un contacto, la ausencia de respuestas, el comportamiento extravagante; todo corresponde a la conducta de un niño pequeño…
De pie frente a la ventana, Snaut refunfuñó:
—Renuncio a la paternidad de la hipótesis…
Contemplamos un rato las olas tenebrosas; una mancha pálida, oblonga, se dibujaba al este, en la bruma que velaba el horizonte.
Sin apartar los ojos del desierto centelleante, Snaut preguntó de pronto:
—¿De dónde sacaste esa idea de un dios imperfecto?
—No sé. Me parece muy verosímil. Es el único dios en el que yo podría creer, un dios cuya pasión no es una redención, un dios que no salva nada, que no sirve para nada: un dios que simplemente es.

Ciclo dedicado al Universo de Lem. 5-8 de abril en Cineteca de Madrid, 7-16 de junio en Planetario de Madrid.

Solaris

Powiedz mi, czy… wierzysz w Boga? Spojrzał na mnie bystro.
– Co ty? Kto wierzy jeszcze dziś… W jego oczach tlał niepokój.
– To nie jest takie proste – powiedziałem umyślnie lekkim tonem – bo nie chodzi mi o tradycyjnego Boga ziemskich wierzeń. Nie jestem religiologiem i może niczego nie wymyśliłem, ale nie wiesz przypadkiem, czy istniała kiedyś wiara w Boga… ułomnego?
– Ułomnego? – powtórzył unosząc brwi. – Jak to rozumiesz? W pewnym sensie bóg każdej religii był ułomny, bo obarczony ludzkimi cechami, powiększonymi tylko. Bóg Starego Testamentu był na przykład żądnym czołobitności i ofiar gwałtownikiem, zazdrosnym o innych bogów… greccy bogowie przez swą kłótliwość, waśnie rodzinne byli nie mniej po ludzku ułomni…
– Nie – przerwałem mu – mnie idzie o Boga, którego niedoskonałość wynika nie z prostoduszności jego ludzkich stwórców, ale stanowi jego najistotniejszą, immanentną cechę. Ma to być Bóg, ograniczony w swojej wszechwiedzy i wszechmocy, omylny w przewidywaniu przyszłości swoich dzieł, którego bieg ukształtowanych przezeń zjawisk może wprawić w przerażenie. Jest to Bóg… kaleki, który pragnie zawsze więcej, niż może, i nie od razu zdaje sobie z tego sprawę. Który skonstruował zegary, ale nie czas, jaki odmierzają. Ustroje czy mechanizmy, służące określonym celom, ale one przerosły te cele i zdradziły je. I stworzył nieskończoność, która z miary jego potęgi, jaką miała być, stała się miarą jego bezgranicznej klęski.
– Niegdyś, manicheizm… – zaczął wahając się, Snaut. Podejrzliwa rezerwa, z jaką zwracał się do mnie w ostatnim czasie, znikła.
– Ale to nie ma nic wspólnego z pierwiastkiem dobra i zła – przerwałem mu natychmiast. – Ten Bóg nie istnieje poza materią i nie może się od niej uwolnić, a tylko tego chce…
– Podobnej religii nie znam – powiedział po chwili milczenia. – Taka nie była nigdy… potrzebna. Jeśli cię dobrze rozumiem, a obawiam się, że tak, to myślisz o jakimś bogu ewoluującym, który rozwija się w czasie i dorasta, wznosząc się na coraz to wyższe piętra potęgi, do świadomości jej bezsiły? Ten twój Bóg to istota, która weszła w boskość jak w sytuację bez wyjścia, a pojąwszy to, oddała się rozpaczy. Tak, ale Bóg rozpaczający to przecież człowiek, mój drogi? Chodzi ci o człowieka… To nie tylko kiepska filozofia, to nawet kiepska mistyka.
– Nie – odpowiedziałem z uporem – nie chodzi mi o człowieka. Może być, że pewnymi rysami odpowiadałby tej prowizorycznej definicji, ale to tylko dlatego, że jest pełna luk.
Człowiek wbrew pozorom nie stwarza sobie celów. Narzuca mu je czas, w którym się urodził, może im służyć albo buntować się przeciw nim, ale przedmiot służby czy buntu jest dany z zewnątrz. Aby doświadczyć całkowitej wolności poszukiwania celów, musiałby być sam, a to się nie może udać, gdyż człowiek nie wychowany wśród ludzi nie może się stać człowiekiem. Ten… mój to musi być istota pozbawiona liczby mnogiej, wiesz?
– Ach – powiedział – że ja od razu… I wskazał ręką za okno.
– Nie – sprzeciwiłem się – i on nie. Najwyżej jako to, co ominęło w swoim rozwoju szansę boskości, zbyt wcześnie zasklepiwszy się w sobie. On jest raczej anachoretą, pustelnikiem kosmosu, a nie jego bogiem… On się powtarza, Snaut, a ten, o którym myślę, nigdy by tego nie zrobił. Może powstaje właśnie gdzieś, w którymś zakątku Galaktyki, i niebawem zacznie w przystępie młodzieńczego upojenia gasić jedne gwiazdy i zapałać inne zauważymy to po jakimś czasie…
– Jużeśmy zauważyli – rzekł kwaśno Snaut. – Novae i Supernovae… czy to są według ciebie świeczki jego ołtarza?
– Jeżeli chcesz to, co mówię, traktować tak dosłownie…
– A może właśnie Solaris jest kolebką twego boskiego niemowlęcia – dorzucił Snaut. Coraz wyraźniejszy uśmiech otoczył jego oczy cienkimi zmarszczkami. – Może on jest właśnie w twoim rozumieniu pierwociną, zalążkiem Boga rozpaczy, może jego witalne dziecięctwo przerasta jeszcze o góry jego rozumność, a to wszystko, co zawierają nasze biblioteki solarystyczne, jest tylko wielkim katalogiem jego niemowlęcych odruchów…
– My zaś przez pewien czas byliśmy jego zabawkami – dokończyłem. – Tak, to możliwe. I wiesz, co ci się udało? Stworzyć zupełnie nową hipotezę na temat Solaris, a to naprawdę nie byle co! I od razu masz wytłumaczenie niemożliwości nawiązania kontaktu, braku odpowiedzi, pewnych – nazwijmy je tak – ekstrawagancji w postępowaniu z nami; psychika małego dziecka…
– Rezygnuje z autorstwa – mruknął stając przy oknie. Przez dłuższą chwilę patrzyliśmy w czarne falowanie. U wschodniego horyzontu rysowała się we mgle blada, podługowata plamka.
– Skąd ci się wzięła ta koncepcja ułomnego Boga? – spytał nagle, nie odrywając oczu od zalanej blaskiem pustyni.
– Nie wiem. Wydała mi się bardzo, bardzo prawdziwa, wiesz? To jedyny Bóg, w którego byłbym skłonny uwierzyć, którego męka nie jest odkupieniem, niczego nie zbawia, nie służy niczemu, tylko jest.

Charles Wright

1935 – , Estados Unidos

Trad. Jeannette L. Clariond

El secreto de la poesía

El secreto de la poesía
El segundo chino dijo: si quieres encontrar poesía
Enciende una linterna.
Esta noche, una noche después de luna llena, una delicada luna llena
Es cuanto necesitas,
Esencia lunar, ciega estructura de la materia,
                                                                                               la perfección del dolor,
Esparciéndose involuntaria y solemne sobre el paisaje.

Nieve, nieve y hielo, y más nieve,
Desde ayer, antes de la luz de la luna.
Es difícil de encontrar.
A pesar de lo expresado por el chino.
Difícil de encontrar a pesar del brillo que desata y une.
Ahora que ha vuelto la luz, ya sin hielo y nieve,
lastima y es difícil mirarla.

El viento boreal en las desnudas ramas de los robles nos alcanza.
La canción del viento boreal llena nuestras voces de silencio.

Fotografías de Nicolas Dhervillers

Tłum. Ada Trzeciakowska

Tajemnica poezji

Drugi Chińczyk powiedział, jeśli chcesz znaleźć poezję
Szukaj jej w świetle latarni.
Ta noc, tuż po pełni, kobiecej pełni księżyca
Jest wszystkim, czego ci potrzeba,
Księżycowej esencji, ślepej struktury materii, doskonałości bólu,

Rozlewającej się bezwiednie i uroczyście po krajobrazie.
Śnieg, śnieg i lód, i znów śnieg,
Pojawiły się wczoraj, przed księżycową poświatą
Ciężko ją znaleźć,
Wbrew temu, co twierdzili Chińczycy.
Trudno ją znaleźć, mimo że światło księżyca wyzwala i spaja.
Teraz, gdy śnieg i lód ustąpiły, a światło powróciło,
Rani i trudno ją dostrzec.

Północny wiatr pośród nagich ramion dębów uderza  w nas.
Lecz jego pieśń nie niesie w sobie znaczenia.

THE SECRET OF POETRY

The second Chinese said, all that you need to find poetry
Is to look for it with a lantern.
Tonight, one night after full, the full moon feminine
Is all you would need,
The lunar essence, the blind structure of matter,
    perfection of pain,
Discharging unwilled and processional across the landscape.

Snow, and snow and ice, and snow again,
Came yesterday, before the moonlight.
It’s hard to find,
Despite what the Chinese said.
It’s hard to find despite what the moonlight jukes and joins.
Now that the snow and ice have stopped, and the light’s
    come back,
It hurts, and it’s difficult to see.

The north wind in the bare limbs of the oak trees bears down
    on us.
The song of the north wind fills our ears with no meaning.

Czesław Miłosz

1911-2004, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

dondequiera

Dondequiera que esté, en cualquier lugar
de la Tierra, oculto a la gente la convicción
de que no soy de aquí.
Como si fuera mandado a absorber el mayor número de
colores, sabores, sonidos, aromas, para experimentar
todo de lo que forma parte
el ser humano, para transformar mis vivencias 
en un registro mágico y llevarlo allí, al lugar
de donde he venido.

Foto propia. Desarraigo/Paseante

Gdziekolwiek

Gdziekolwiek jestem, na jakimkolwiek miejscu
na ziemi, ukrywam przed ludźmi przekonanie,
że nie jestem stąd.
Jakbym był posłany, żeby wchłonąć jak najwięcej
barw, smaków, dźwięków, zapachów, doświadczyć
wszystkiego, co jest
udziałem człowieka, przemienić co doznane
w czarodziejski rejestr i zanieść tam, skąd
przyszedłem.

W. H. Auden

1907-1973, Inglaterra/Estados Unidos

Trad. Eduardo Iriarte

La historia de la verdad

En aquellos tiempos en que ser era creer,
la Verdad era el súmum de muchos creíbles,
más previa, más perpetua, que un león con alas de murciélago,
un perro con cola de pez o un pez con cabeza de águila,
en absoluto como los mortales, en tela de juicio por sus muertes.

La Verdad era su modelo mientras se afanaban en construir
un mundo de objetos perdurables en los que creer,
sin creer que la loza de barro y la leyenda,
el pórtico y la canción, eran veraces o embusteros:
la Verdad ya existía para ser cierta.

Esto ahora que, práctica como los platos de cartón,
la Verdad es convertible en kilovatios,
lo último por lo que nos regimos es un antimodelo,
alguna falsedad que cualquiera puede desmentir,
una nada en cuya existencia nadie tiene por qué creer.

Lara Porzak

Tłum. Jan Prokop

Historia prawdy

Wtedy gdy być znaczyło wierzyć,
Prawda była najważniejszą z rzeczy do uwierzenia,
Bardziej podstawową i powszechną niż lew o skrzydłach nietoperza,
Pies z rybim ogonem lub orlogłowa ryba,
Te bowiem podawała w wątpliwość jako śmiertelne śmierć.

Prawda stanowiła wzór, gdy trudzono się, by zbudować
Świat rzeczy trwałych, aby móc w nie wierzyć,
Nie troszcząc się o prawdziwość lub nieprawdę
Glinianych skorup legendy, portalów czy pieśni:
Prawda bowiem wystarcza sama, aby być prawdziwa.

Dziś gdy praktyczną jak papierowy talerz
Prawdę przeliczyć można na kilowaty,
Naszą ostatnią zabawką jest antymodel,
Jakaś nieprawda, w którą każdy wkłada swoje kłamstwo,
Nic, w które nikt nie musi wierzyć, jest przed nami.

The History of Truth

In that ago when being was believing
Truth was the most of many credibles
More first, more always, than a bat-winged lion,
A fish-tailed dog or eagle-headed fish,
The least like mortals, doubted by their deaths.
 
Truth was their model as they strove to build
A world of lasting objects to believe in,
Without believing earthenware and legend,
Archway and song, were truthful or untruthful:
The Truth was there already to be true.
 
This while when, practical like paper dishes,
Truth is convertible to kilo-watts,
Our last to do by is an anti-model,
Some untruth anyone can give the lie to,
A nothing no one need believe is there.

Anna Kamieńska

1920-1986, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

Oración a Andrei Rublev, el santo pintor de iconos

San Andrés del pincel bañado en oro
Tu maestro decía
guárdate del pecado
guárdate de la impureza
pero, sobre todo, guárdate de la tristeza
La tristeza es el viento seco de la estepa
Sopla y deja a su paso
Un alma asolada por el dolor
Las hierbas encanecidas se tumban
Y sólo el ajenjo siembra la amarga semilla
 
San Andrés de bronce y púrpura
Tu maestro seguía rezando
guárdate de la tristeza
Pero, sobre todo, guárdate de la desesperación
La desesperación sube como el mar
Y de repente te parecerá, hombre
que no hay salvación para ti
Ya rehúyes el trabajo y lel consuelo
Por eso que murmure la alegría
en el estudio del artista
Mezcla con entusiasmo las pinturas
sin pereza con un pincel dorado
en la pupila de Dios
deja penetrar una gota de luz
viste a la Virgen con sus ropas
y al Niño hazlo
todo sonrisas de la infancia

San Andrés de los ángeles del silencio
San Andrés sobre el tablero vacío
un tablero vacío como el sueño de un muerto
San Andrés que enmudecido aguardas
hasta que el mismo tablero abra su párpado
y mire con ojo humano
Pronto los ángeles amables se precipitan
traen luminosas claridades
Tú, viejo ángel entre ellos
con el plumón blanco de tu vejez
te apresuras
porque el fin está cerca
y tantas obras en júbilo esperan

San Andrés del tiempo icónico
con obediencia y humildad pintaste el infierno
monstruos condenados y demonios
Pero no querías atemorizar al hombre
Así que te fuiste muy entristecido
sin siquiera mirar atrás
como Moisés que volvió su rostro
de su tierra para morir antes
Y entonces la llama del tiempo borró tu pintura
Y descendió el poderoso ángel del consuelo
sobre la pared vacía y grande como Rusia
San Andrés del pincel celestial
Amén

Iconos de Andréi Rublev y fotogramas de la fascinante Andréi Rublev de Andréi Tarkovsky (1966)

Modlitwa do Andrzeja Rublowa świętego ikonotwórcy

Święty Andrzeju pędzla maczanego w złocie
Twój mistrz powiadał
strzeż się grzechu
strzeż się nieczystości
lecz nade wszystko strzeż się smutku
Smutek jest suchym wiatrem stepu
Przewieje a zostaje po nim
dusza żałością spustoszona
Kładą się osiwiałe trawy
i tylko piołun gorzkie sieje ziarno

Święty Andrzeju brązu i purpury
Twój mistrz dalej powiadał
Strzeż się smutku
lecz nade wszystko strzeż się rozpaczy
Rozpacz podnosi się jak morze
I nagle zda ci się człowiecze
nie ma dla ciebie ocalenia
Lenisz się już do pracy i pociechy
Dlatego radość niech szumi
w pracowni artysty
Ochoczo mieszaj farby
nieleniwo pędzelkiem złotym
w źrenicę Boga
wpuść kropelkę światła
odziej w szaty Madonnę
i Dzieciątko uczyń
całe w uśmiechach niemowlęctwa

Święty Andrzeju aniołów milczenia
Święty Andrzeju ponad pustą deską
nad deską pustą jak sen umarłego
Święty Andrzeju niemo czuwający
aż sama deska otworzy powiekę
i spojrzy ludzkim wzrokiem
Wnet pośpieszają uprzejme anioły
światłości niosą
Ty stary anioł pośród nich
porosły białym puchem swej starości
śpieszysz się
bo już koniec bliski
a tyle dzieła ku radości czeka

Święty Andrzeju czasu ikonnego
Posłusznie kornie malowałeś piekło
maszkary potępieńców i szatanów
Ale nie chciałeś przestraszyć człowieka
Odszedłeś przeto wielce zasmucony
nie oglądając się za siebie zgoła
jak Mojżesz który twarz obrócił
od swej krainy aby prędzej umrzeć
I wtedy płomień czasu starł twe malowidło
I zstąpił smagły anioł pocieszenia
na pustą wielką niby Rosja ścianę
Święty Andrzeju pędzla niebieskiego
Amen

Adam Gai

Página del autor

1941 – , Argentina/Israel

La procesión va por fuera

Entró al barrio musulmán
no en camino a la mezquita
sino camino al dios de prohibido nombre
y cuerpo velado por el muro antiguo.

Entró blandiendo una bandera, que cubría su cabeza y sus hombros
su dios lo esperaba y él llega
cantando y odiando, su clara manera de amar.

Ahora oye las palabras que brotan de la piedra: tengo una carta para ti,
sácala de la grieta, léela
la leyó, decía: mi piel está manchada
de tus deseos de sangre
ten piedad, no vuelvas

Barrio musulmán en Jerusalén: el Kotel HaKatan o pequeño Muro de las Lamentaciones situado a la izquierda de la «Puerta de Hierro», sitio frecuentado de forma regular por los judíos ultrarreligiosos y con una importante presencia policial.

Kotel HaKatan – Mała Ściana płaczu w dzielnicy muzułmańskiej Jerozolimy.

Tłum. Ada Trzeciakowska

Pozory mylą

Wszedł do dzielnicy muzułmańskiej
nie kierując się do meczetu
lecz w drodze do boga, którego imienia zakazano
a ciała strzegła starożytna ściana.

Wszedł wymachując flagą, która zakrywała mu głowę i ramiona
jego bóg czeka na niego, kiedy nadchodzi
ze śpiewem i nienawiścią na ustach, bo właśnie tak okazywał swoją miłość.

Teraz słyszy słowa wydobywające się z kamienia: mam dla ciebie list,
wyjmij go ze ściany, przeczytaj
Przeczytał, napisano: moja skóra została splamiona
twoją żądzą krwi
miej litość, nie przychodź więcej.

Clarice Lispector

1920 – 1977, Ucrania / Brasil

Trad. Elena Losada

Agua viva

Lo extraño se apodera de mí; entonces abro el paraguas negro y me alborozo en una fiesta de baile en la que brillan estrellas. El nervio rabioso dentro de mí que me retuerce. Hasta que la alta noche viene a encontrarme exangüe. La alta noche es grande y me come. El vendaval me llama. Lo sigo y me despedazo. Si no entro en el juego que se desdobla en vida perderé la propia vida en un suicidio de mi especie. Protejo con el fuego mi juego de vida. Cuando mi existencia y la del mundo ya no son sostenibles por la razón, entonces me suelto y sigo a una verdad latente. ¿Acaso reconocería la verdad si ésta se comprobase?
Me estoy haciendo. Me hago hasta llegar al hueso.

(…)
Los cristales tintinean y brillan. El trigo está maduro; el pan está repartido. ¿Pero repartido con dulzura? Es importante saberlo. No pienso, como el diamante no piensa. Brillo nítida. No tengo hambre ni sed; soy. Tengo dos ojos que están abiertos. Hacia la nada. Hacia el techo.
Voy a hacer un adagio. Lee lentamente y en paz. Es un amplio fresco.
Nacer es así:
Los girasoles viran lentamente sus corolas hacia el sol. El pan se come con dulzura. Mi impulso me liga al de las raíces de los árboles.

***

(…)
Estoy cansada. Mi cansancio viene de que soy una persona extremadamente ocupada, me ocupo del mundo. Todos los días observo desde la terraza el trozo de playa con mar y veo la espesa espuma más blanca y que durante la noche las aguas han avanzado inquietas. Veo esto por la marca que las olas dejan en la arena. Observo los almendros de la calle donde vivo. Antes de dormir me ocupo del mundo y observo si el cielo de la noche está estrellado y azul marino porque algunas noches en vez de negro el cielo parece azul marino, un color que he pintado en un vitral. Me gustan las intensidades. Me ocupo del niño que tiene nueve años y que está cubierto de harapos y delgadísimo. Tendrá tuberculosis, si es que no la tiene ya. Y en el Jardín Botánico me quedo agotada. Tengo que ocuparme de la mirada de millares de plantas y árboles y sobre todo de la victoria regia. Ella está allí y yo la miro.
Fíjate que no menciono mis impresiones emotivas; lúcidamente hablo de algunas de las miles de cosas y personas de las que me ocupo. Tampoco se trata de un empleo porque no gano dinero por eso. Sólo aprendo cómo es el mundo.
¿Qué si me da mucho trabajo ocuparme del mundo? Sí. Por ejemplo, me obliga a recordar el rostro inexpresivo y por eso atemorizador de la mujer que vi en la calle. Con los ojos me ocupo de la miseria de los que viven ladera arriba.
Me preguntarás por qué me ocupo del mundo. Es que nací con ese encargo.
De niña me ocupé de una hilera de hormigas; van en fila india cargando un mínimo de hoja. Lo que no impide que cada una se comunique con la que viene en dirección opuesta. Las hormigas y las abejas ya no son it. Son ellas.
He leído el libro sobre las abejas y desde entonces me ocupo sobre todo de la reina madre.

(…)
Pero cuando viene el invierno yo doy y doy y doy. Regalo mucho. Acojo camadas de personas en mi pecho tibio. Y se oye el ruido de quien toma sopa caliente. Vivo ahora días de lluvia; ya se acerca mi tiempo de dar.
¿No ves que esto es como el nacimiento de un hijo? Duele. El dolor es la vida exacerbada. El proceso duele. Llegar a ser es un lento y lento dolor bueno. Es el amplio bostezo que nos hace estirarnos al límite. Y la sangre lo agradece. Respiro, respiro. El aire es it. El aire con viento ya es un él o un ella. Si tuviese que esforzarme para escribirte me sentiría muy triste. A veces no aguanto la fuerza de la inspiración. Entonces pinto contenida. Es tan bueno que las cosas no dependan de mí.
He hablado mucho de la muerte. Pero voy a hablarte ahora del soplo de vida. Cuando uno ya no respira se le hace la respiración boca a boca; se pega la boca a la boca del otro y se respira. Y el otro empieza a respirar otra vez. Este intercambio de respiración es una de las cosas más bellas que he oído contar de la vida. En realidad la belleza de este boca a boca me está deslumbrando.

1 Alejandra Pizarnik; 2 Clarice Lispector; 3 Maya Deren en The Ritual in Transfigured Time

Tłum. Ada Trzeciakowska

strumień wody

Ogarnia mnie coś dziwnego; otwieram zatem czarny parasol i cieszę się balem, na którym świecą gwiazdy. Wściekły nerw we mnie kręci mną. Aż głęboka noc odnajdzie mnie bez sił. Wielka jest głęboka noc i pożera mnie. Wichura mnie wzywa. Podążam za nią i rozpadam się na kawałki. Jeśli nie wejdę do gry, która toczy się w życiu, stracę własne życie przez samobójstwo mojego gatunku. Ogniem chronię grę mojego życia. Kiedy rozum nie może dłużej już znieść mojej egzystencji i istnienia świata, wyrywam się i podążam za ukrytą prawdą. Czy rozpoznałbym prawdę, gdyby została udowodniona?
Robię siebie. Robię siebie aż dochodzę do kości.

(…)
Kryształy brzęczą i błyszczą. Pszenica już dojrzała; chleb został podzielony. Ale podzielony z czułością? To trzeba wiedzieć. Nie myślę, tak jak diament nie myśli. Błyszczę jasna. Nie czuję głodu ani pragnienia; jestem. Mam dwoje otwartych oczu. Na nicość. Na sufit.
Stworzę adagio. Czytaj powoli i spokojnie. To rozległy fresk.
Narodziny wyglądają tak:
Słoneczniki powoli kierują swoje korony w kierunku słońca. Chleb jest spożywany z czułością. Mój impuls wiąże mnie z korzeniami drzew.

***

(…)
Jestem zmęczona. Moje zmęczenie bierze się z tego, że jestem niezwykle zajętą osobą, dbam o świat. Codziennie obserwuję z tarasu kawałek plaży z morzem i widzę najbielszą, gęstą pianę i, że w nocy wody niespokojnie się podniosły. Rozpoznaję to po śladzie, zostawionym przez fale na piasku. Obserwuję migdałowce na ulicy, na której mieszkam. Przed snem opiekuję się światem i patrzę, czy nocne niebo jest rozgwieżdżone i granatowe, bo w niektóre noce niebo, zamiast czarne, wydaje się granatowe, jak kolor, który namalowałam na witrażu. Lubię intensywność. Opiekuję się bardzo chudym dziewięcioletnim chłopcem w łachmanach. Dostanie zapewne gruźlicy, jeśli jeszcze jej nie ma. A w Ogrodzie Botanicznym czuję się wyczerpana. Muszę zadbać o spojrzenie tysięcy roślin i drzew, a przede wszystkim o wiktorię królewską. Jest tam i patrzę na nią.
Zauważ, że nie wspominam o moich wrażeniach emocjonalnych; mówię jasno o niektórych z tysięcy rzeczy i ludzi, z którymi mam do czynienia. Nie chodzi mi też o pracę, bo nie zarabiam w ten sposób pieniędzy. Po prostu uczę się, jaki jest świat.
Czy przysparza mi dużo pracy zajmowanie się światem? Tak, na przykład zmusza mnie do przypomnienia sobie pozbawionej wyrazu, a przez to przerażającej twarzy kobiety, którą widziałem na ulicy. Oczami zajmuję się nędzą tych, którzy mieszkają na zboczu powyżej.
Zapytasz mnie, dlaczego dbam o świat. Po prostu urodziłam się z tym obowiązkiem.
Jako dziecko zajmowałem się łańcuchem mrówek; idą w szeregu niosąc co najmniej po liściu. Co nie przeszkadza każdej z nich komunikować się z tą, która idzie w kierunku przeciwnym. Mrówki i pszczoły już nie są it. To są «one».
Przeczytałam książkę o pszczołach i od tego czasu zajmuję się głównie królową matką. 

(…)
Ale kiedy nadchodzi zima, daję i daję i daję. Rozdaję wiele. Przyjmuję całe mioty ludzi do mojej ciepłej piersi. I słychać mlaskanie jedzącego gorącą zupę. Przeżywam teraz deszczowe dni; czas dawania jest bliski.
Nie widzisz, że to jest jak narodziny dziecka? Boli. Ból to wyostrzone życie. Proces boli. Stawanie się jest powolne i jest powolnym dobrym bólem. Jest szerokim ziewnięciem sprawiającym, że rozciągamy się do granic możliwości. A krew to docenia. Oddycham, oddycham. Powietrze to jest it. Powietrze w czasie wiatru już jest «nim» lub «nią». Gdybym musiała wysilać się, by napisać do Ciebie, czułabym się bardzo smutna. Czasami nie mogę znieść siły inspiracji. Więc maluję powściągliwie. To tak dobrze, że sprawy nie zależą ode mnie.
Dużo mówiłam o śmierci. Ale teraz opowiem ci o tchnieniu życia. Kiedy człowiek już nie oddycha, przystępuje się do resuscytacji usta-usta; przykłada się usta do ust drugiej osoby i oddycha. A ta osoba zaczyna znów oddychać. Ta wymiana oddechów jest jedną z najpiękniejszych rzeczy, jakie kiedykolwiek słyszałam o życiu. W rzeczywistości piękno tego usta-usta jest olśniewające.

Água Viva

O estranho me toma: então abro o negro guarda-chuva e alvoroço-me em uma festa de baile onde brilham estrelas. O nervo raivoso dentro de mim e que me contorce. Até que a noite alta vem me encontrar exangue. Noite alta é grande e me come. A  ventania me chama. Sigo-a e me estraçalho. Se eu não entrar no jogo que se desdobra em vida perderei a própria vida em um suicídio da minha espécie. Protejo com o fogo meu jogo de vida. Quando a existência de mim e do mundo ficam insustentáveis pela razão – então me solto e sigo uma verdade latente. Será que eu reconheceria a verdade se esta se comprovasse?
Estou me fazendo. Eu me faço até chegar ao caroço.

(…)
Os cristais tilintam e faíscam. O trigo está maduro: o pão é repartido. Mas repartido com doçura? É importante saber. Não. penso assim como o diamante não pensa. Brilho toda límpida. Não tenho fome nem sede: sou. Tenho dois olhos que estão
abertos. Para o nada. Para o teto.
Vou fazer um adaggio. Leia devagar e com paz. É um largo afresco. Nascer é assim:
Os girassóis lentamente viram suas corolas para o sol. O trigo está maduro. O pão é com doçura que se come. Meu impulso se liga ao das raízes das árvores.

***

(…)
Estou cansada. Meu cansaço vem muito porque sou uma pessoa extremamente ocupada: tomo conta do mundo. Todos os dias olho pelo terraço para o pedaço de praia com mar e vejo as espessas espumas mais brancas e que durante a noite as águas avançaram inquietas. Vejo isto pela marca que as ondas deixam na areia. Olho as amendoeiras da rua onde moro. Antes de dormir tomo conta do mundo e vejo se o céu da noite está estrelado e azul-marinho porque em certas noites em vez de negro o céu parece azul-marinho intenso, cor que já pintei em vitral. Gosto de intensidades. Tomo conta do menino que tem nove anos de idade e que está vestido de trapos e magérrimo. Terá tuberculose, se é que já não a tem. No Jardim Botânico, então, fico exaurida. Tenho que tomar conta com o olhar de milhares de plantas e árvores e sobretudo da vitória-régia. Ela está lá. E eu a olho.   
Repare que não menciono minhas impressões emotivas: lucidamente falo de algumas das milhares de coisas e pessoas dais quais tomo conta. Também não se trata de emprego pois dinheiro não ganho por isto. Fico apenas sabendo como é o mundo.
Se tomar conta do mundo dá muito trabalho? Sim. Po exemplo: obriga-me a me lembrar do rosto inexpressivo e por isso assustador da mulher que vi na rua. Com os olhos tomo conta da miséria dos que vivem encosta acima.
Você há de me perguntar por que tomo conta do mundo. É que nasci incumbida.  Tomei em criança conta de uma fileira de formigas: elas andam em fila indiana carregando um mínimo de folha. O que não impede que cada uma comunique alguma coisa à que vier em direção oposta. Formiga e abelha já não são it. São elas.
Li o livro sobre as abelhas e desde então tomo conta sobretudo da rainha-mãe.

(…)
Mas quando vem o inverno eu dou e dou e dou. Agasalho muito. Aconchego ninhadas de pessoas no meu peito morno. E ouve-se barulho de quem toma sopa quente. Estou vivendo agora dias de chuva: já se aproxima eu dar.
Não vê que isto aqui é como filho nascendo? Dói. Dor é vida exacerbada. O processo dói. Vir-a-ser é uma lenta e lenta dor boa. É o espreguiçamento amplo até onde a pessoa pode se esticar. E o sangue agradece. Respiro, respiro. O ar é it. Ar com vento já é um ele ou ela. Se eu tivesse que me esforçar para te escrever ia ficar tão triste. Às vezes não agüento a força da inspiração. Então pinto abafado. É tão bom que as coisas não dependam de mim.
Tenho falado muito em morte. Mas vou te falar no sopro de vida. Quando a pessoa já está sem respiração faz-se a respiração bucal: cola-se a boca na boca do outro e se respira. E a outra recomeça a respirar. Essa troca de aspirações é uma das coisas mais belas que já ouvi dizerem da vida. Na verdade a beleza deste boca a boca está me ofuscando.

Transl. Stefan Tobler

Água Viva (The Stream of Life)

The strangeness takes me: so I open the black umbrella and throw myself into a feast of dancing where stars sparkle. The furious nerve inside me and that contorts. Until the early hours come and find me bloodless. The early hours are great and eat me. The gale calls me. I follow it and tear myself to pieces. If I don’t enter the game that unfolds in life I shall lose my own life in a suicide of my species. I protect with fire the game of my life. When the existence of me and of the world can no longer be borne by reason— then I loose myself and follow a latent truth. Would I recognise the truth if it were proven?
I am making myself. I make myself until I reach the pit.

(…)
The crystals clink and sparkle. The wheat is ripe: the bread is shared out. But with sweetness? It’s important to know. I don’t think just as the diamond doesn’t think. I shine wholly limpid. I have neither hunger nor thirst: I am. I have two eyes that are open. Toward the nothing. Toward the ceiling.
I’m going to make an adagio. Read slowly and with peace. It’s a wide fresco.
Being born is like this:
The sunflowers slowly turn their corollas toward the sun. The wheat is ripe. The bread is eaten with sweetness. My impulse connects to that of the roots of the trees.


***

(…)
I’m tired. My tiredness comes often because I’m an extremely busy person: I look after the world. Every day I look from my terrace at a section of beach and sea and see the thick foam is whiter and that during the night the waters crept forward uneasy. I see this by the mark which the waves leave upon the sand. I look at the almond trees on the street where I live. Before going to sleep I look after the world and see if the night sky is starry and navy blue because on certain nights instead of being black the sky seems to be an intense navy blue, a color I’ve painted in stained glass. I like intensities. I look after the boy who is nine years old and dressed in rags and all skin and bones. He will get tuberculosis, if he doesn’t already have it. In the Botanical Gardens, then, I get worn out. With my glance I must look after thousands of plants and trees and especially the giant water lily. It’s there. And I look at her.
Note that I don’t mention my emotional impressions: I lucidly speak about some of the thousands of things and people I look after. Nor is it a job because I don’t earn any money from it. I just get to know what the world is like.
Is it a lot of work to look after the world? Yes. For example: it forces me to remember the inexpressive and therefore frightening face of the woman I saw on the street. With my eyes I look after the misery of the people who live on the hillsides.
You will no doubt ask me why I look after the world. It’s because I was born charged with the task.
As a child I looked after a line of ants: they walk single file carrying a tiny piece of leaf. That doesn’t keep each one from communicating something to the ones coming the other way. Ant and bee are not it. They are they.
I read the book about the bees and ever since have looked after the queen bee most of all.

(…)
I’ve spoken a lot about death. But I’m going to speak to you about the breath of life. When a person is already no longer breathing you give mouth-to-mouth resuscitation: you place your mouth upon the other person’s and breathe. And the other starts to breathe again. This exchange of breaths is one of the most beautiful things that I’ve ever heard about life. In fact the beauty of this mouth-to-mouth is dazzling me.

Mijaíl Bulgákov

1891-1940, Rusia

Trad. Amaya Lacasa Sancha

El maestro y Margarita

Ella llevaba unas flores horribles, inquietantes, de color amarillo. ¡Quién sabe cómo se llaman!, pero no sé por qué, son las primeras flores que aparecen en Moscú. Destacaban sobre el fondo negro de su abrigo. ¡Ella llevaba unas flores amarillas! Es un color desagradable. Dio la vuelta desde la calle Tverskaya a una callejuela y volvió la cabeza. ¿Conoce la Tverskaya? Pasaban miles de personas, pero le aseguro que me vio sólo a mí. Me miró no precisamente con inquietud, sino más bien con dolor. Y me impresionó, más que por su belleza, por la soledad infinita que había en sus ojos y que yo no había visto jamás. Obedeciendo aquella señal amarilla, también yo torcí a la bocacalle y seguí sus pasos. Íbamos por la triste calleja tortuosa, mudos los dos por una acera yo y ella por la otra. Y fíjese que no había ni un alma en la calle. Yo sufría porque me pareció que tenía que hablarle, pero temía que no sería capaz de articular palabra. Que ella se iría y no la volvería a ver nunca más. Y ya ve usted: ella habló primero:
—¿Le gustan mis flores?
Recuerdo perfectamente cómo sonó su voz, bastante grave, cortada, y aunque sea una tontería, me pareció que el eco resonó en la calleja y se fue a reflejar en la sucia pared amarilla. Crucé la calle rápidamente, me acerqué a ella y contesté:
—No.
Me miró sorprendida y comprendí de pronto, inesperadamente, ¡que toda la vida había amado a aquella mujer! ¡Qué cosas!, ¿verdad? Seguro que piensa que estoy loco.
—No pienso nada —exclamó Iván—, ¡siga contando, se lo ruego!
El huésped siguió:
—Pues sí, me miró sorprendida y luego preguntó:
—¿Es que no le gustan las flores?
Me pareció advertir cierta hostilidad en su voz. Yo caminaba a su lado, tratando de adaptar mi paso al suyo y, para mi sorpresa, no me sentía incómodo.
—Me gustan las flores, pero no éstas —dije.
—¿Y qué flores le gustan?
—Me gustan las rosas.
Me arrepentí en seguida de haberlo dicho, porque sonrió con aire culpable y arrojó sus flores a una zanja. Estaba algo desconcertado, recogí las flores y se las di. Ella sonriendo, hizo ademán de rechazarlas y las llevé yo.
Así anduvimos un buen rato, sin decir nada, hasta que me quitó las flores y las tiró a la calzada, luego me cogió la mano con la suya, enfundada en un guante negro, y seguimos caminando juntos.
—Siga —dijo Iván—, se lo suplico, cuéntemelo todo.
—¿Que siga? —preguntó el visitante—. Lo que sigue ya se lo puede imaginar —se secó una lágrima repentina con la manga del brazo derecho y siguió hablando—. El amor surgió ante nosotros, como surge un asesino en la noche, y nos alcanzó a los dos. Como alcanza un rayo o un cuchillo de acero. Ella decía después que no había sido así, que nos amábamos desde hacía tiempo, sin conocernos, sin habernos visto, cuando ella vivía con otro hombre… y yo, entonces… con esa… ¿cómo se llama?
—¿Con quién? —preguntó Desamparado.
—Con esa… bueno… con… —respondió el huésped, moviendo los dedos.
—¿Estuvo casado?
—Sí, claro, por eso muevo los dedos… Con esa… Várenka… Mánechka… no, Várenka… con un vestido a rayas, el museo… No, no lo recuerdo.
Pues ella decía que había salido aquel día con las flores amarillas, para que al fin yo la encontrara, y si yo no la hubiese encontrado, acabaría envenenándose, porque su vida estaba vacía.
Sí, el amor nos venció en un instante. Lo supe ese mismo día, una hora después, cuando estábamos, sin habernos dado cuenta, al pie de la muralla del Kremlin, en el río.
Hablábamos como si nos hubiéramos separado el día antes, como si nos conociéramos desde hacía muchos, muchos años. Quedamos en encontrarnos el día siguiente en el mismo sitio, en el río Moskva y allí fuimos. El sol de mayo brillaba para nosotros solos. Y sin que nadie lo supiera se convirtió en mi mujer.

Tłum. Irena Lewandowska i Witold Dąbrowski

Mistrz i Małgorzata

Niosła obrzydliwe, niepokojąco żółte kwiaty. Diabli wiedzą, jak się te kwiaty nazywają, ale są to pierwsze kwiaty, jakie się wiosną pokazują w Moskwie. Te kwiaty rysowały się bardzo wyraziście na tle jej czarnego płaszcza. Niosła żółte kwiaty! To niedobry kolor! Skręciła z Twerskiej w zaułek i wtedy się obejrzała. No, Twerską chyba pan zna? Szły Twerską tysiące ludzi, ale zaręczam panu, że ona zobaczyła tylko mnie jednego i popatrzyła na mnie nie to, żeby z lękiem, ale jakoś tak boleśnie. Wstrząsnęła mną nie tyle jej uroda, ile niezwykła, niesłychana samotność malująca się w tych oczach. Posłuszny owemu żółtemu znakowi losu ja również skręciłem w zaułek i ruszyłem jej śladem. Szliśmy bez słowa tym smutnym, krzywym zaułkiem, ja po jednej jego stronie, ona po drugiej. I proszę sobie wyobrazić, że prócz nas nie było w zaułku żywej duszy. Męczyłem się, ponieważ wydało mi się, że muszę z nią pomówić, i bałem się, że nie powiem ani słowa, a ona tymczasem odejdzie i nigdy już jej więcej nie zobaczę. I proszę sobie wyobrazić, że to właśnie ona odezwała się nieoczekiwanie:
– Podobają się panu moje kwiaty?
Dokładnie pamiętam dźwięk jej głosu, taki dosyć niski, ale załamujący się niekiedy, i chociaż to głupie, wydało mi się, że żółte, brudne mury uliczki powtarzają echem jej słowa. Spiesznie przeszedłem na tę stronę, po której szła ona, podszedłem do niej i odpowiedziałem:
– Nie.
Popatrzyła na mnie zdziwiona, a ja nagle i najzupełniej nieoczekiwanie zrozumiałem, że przez całe życie kochałem tę właśnie kobietę! To ci dopiero, co? Na pewno powie pan, że jestem niespełna rozumu?
– Niczego takiego nie mówię i nie powiem – gorąco sprzeciwił się Iwan i dodał: – Błagam, niech pan mówi dalej!
Gość ciągnął:
. – Tak, popatrzyła na mnie zdziwiona, a potem zapytała: .
– Czy pan w ogóle nie lubi kwiatów?
Wydało mi się, że w jej głosie była jakaś wrogość. Szedłem obok niej, starałem się iść w nogę i, ku memu zdziwieniu, zgoła nie czułem zmieszania.
– Lubię kwiaty, ale nie takie – powiedziałem.
– A jakie?
– Lubię róże.
Natychmiast pożałowałem swoich słów, bo ona uśmiechnęła się przepraszająco i cisnęła swoje kwiaty do rynsztoka. Zmieszałem się nieco, ale jednak je podniosłem i podałem jej, ale ona z uśmiechem odsunęła kwiaty, więc musiałem nieść je sam.
Szliśmy tak w milczeniu przez czas pewien, dopóki nie wzięła kwiatów z moich rąk i nie rzuciła ich na jezdnię. Potem wsunęła w moją dłoń swoją dłoń w czarnej rękawiczce z szerokim mankietem i poszliśmy dalej razem.
– Niech pan mówi dalej – powiedział Iwan – i proszę, niech pan nie pomija żadnych szczegółów!
– Dalej? – zapytał gość. – No cóż, tego, co było potem, mógłby się pan sam domyślić. – Prawym rękawem wytarł nagle nieoczekiwaną łzę i mówił dalej: – Miłość napadła na nas tak, jak napada w zaułku wyrastający spod ziemi morderca, i poraziła nas oboje od razu. Tak właśnie razi grom albo nóż bandyty! Ona zresztą utrzymywała później, że to nie było tak, że musieliśmy się kochać już od dawna, jeszcze się nie znając i zanim się jeszcze spotkaliśmy, i że ona żyła z innym mężczyzną… a ja, tam, wtedy… z tą, no, jakże jej…
– Z kim? – zapytał Bezdomny.
– Z tą, no… z tą, no… – odparł gość i pstryknął palcami.
– To pan był żonaty?
– No tak, przecież właśnie w tej sprawie pstrykam… Z tą… Z Warią… Z Manią… nie, z Warią… taka sukienka w paski, muzeum… Zresztą nie pamiętam.
No więc ona mówiła, że wyszła tego dnia z bukietem żółtych kwiatów właśnie po to, bym ją wreszcie odnalazł, i gdyby tak się nie stało, otrułaby się, bo jej życie było pozbawione sensu.
Tak, miłość poraziła nas w jednej chwili. Wiedziałem o tym jeszcze tego samego dnia, po godzinie, gdyby znaleźli się, sami nie wiedząc jak i kiedy, na nadrzecznym bulwarze pod murami Kremla.
Rozmawialiśmy ze sobą, tak jakbyśmy się rozstali dopiero wczoraj, jakbyśmy się znali od wielu lat. Umówiliśmy się, że się spotkamy nazajutrz w tym samym miejscu, nad brzegiem Moskwy, i spotkaliśmy się tam. Przyświecało nam majowe słońce. I niebawem ta kobieta potajemnie stała się moją żoną.

Bronisław Maj

1953 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

***

Por qué no estás para mí. Por qué no veo
el rastro de Tu mano en la construcción tan inhumanamente
repleta de sentido de una brizna de hierba. Para mí
este canto del mirlo no es de nadie -no oigo tu oír-. No oigo
voz que traspase el bullicio del día. Y por la noche,
ahogado en su inmenso aliento, siento que todo surge
de mí: entre una ciega estrella y yo
transcurre un camino glacial del temor, mi medida
de lo infinito que concluirá conmigo. Más allá
no veo nada. No veo, porque creo poco
en que veo? A lo mejor es solo sed
de ver y que no hay nada más salvo aquella sed
que de golpe me traspasa en el bullicio del día, en la catedral
de hierba, bajo el ojo muerto de la estrella.

Fotogramas de Jauja de Lisandro Alonso

***

Dlaczego nie ma Cię dla mnie. Dlaczego nie widzę
 śladu Twojej ręki w nieludzko sensownej konstrukcji
 źdźbła trawy. Ten śpiew kosów jest dla mnie tylko
 bezpański, nie słyszę Twojego słyszenia. Nie słyszę
 głosu przeszywającego zgiełk dnia. I nocą
 utopiony w jej ogromnym oddechu czuję, że wszystko
 dzieje się ze mnie: pomiędzy mną a ślepą gwiazdą
 przebiega mroźna droga trwogi, moja miara
 nieskończoności, która skończy się ze mną. Dalej nic
 nie widzę. Nie widzę, bo za mało wierzę,
 że widzę? A może to jest tylko tym głodem
 ujrzenia i nie ma nic oprócz tego głodu
 przeszywającego nagle w zgiełku dnia, w katedrze
 trawy, pod martwym okiem gwiazdy.

Czesław Miłosz

1911-2004, Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

A la Naturaleza

Me apasionabas, Naturaleza, hasta que comprendí quién eras.
Se entristeció mi corazón de jovenzuelo, de luto se vistió el sol.
Me desprendí de mis atlas y herbarios, recuerdos de la ilusión.
Hice mi filósofo a Schopenhauer,
El caminante con la mirada fija en el río de las existencias de un solo día,
Las que nacen y mueren sin conciencia.
Solamente él, el hombre, concibe, se compadece,
sometido y no sometido a la ley de piedra.
Conciencia del hombre a pesar de ti, Naturaleza.
Desde entonces iba a reflexionar en ello durante toda mi vida.
¿Y quién me reprochará el antropocentrismo en los países de religión antropocéntrica
O igual de antropocéntrica falta de fe?
William Blake tenía razón al fundir en uno lo humano y lo divino.
Para nada sirven vuestras oraciones al gato, al árbol y a la constelación de las Pléyadas
O a las selvas vírgenes, como en mi ecológico sueño.

Fotos propias

Do Natury

Kochałem się w Tobie, Naturo, aż zrozumiałem kim jesteś.
Zasmuciło się moje serce podrostka, kirem oblekło się słońce.
Wyrzuciłem moje atlasy i zielniki, pamiątki urojenia.
Moim filozofem został wtedy Schopenhauer,
Wędrowiec wpatrzony w rzekę istnień jednodniowych,
Które rodzą się i umierają bez świadomości.
Tylko on, człowiek, pojmuje, współczuje,
Poddany i niepoddany kamiennemu prawu.
Świadomość człowieka na przekór tobie, Naturo.
Odtąd miałem rozmyślać o tym przez całe życie.
I któż mi zarzuci antropocentryzm w krajach antropocentrycznej religii
Albo równie antropocentrycznej niewiary?
William Blake miał rację łącząc w jedno człowieczość i boskość.
Na nic wasze modlitwy do kota, do drzewa i do gwiazdozbioru Plejady
Albo do puszcz pierwotnych, jak w moim ekologicznym marzeniu.

Fotos propias

Adam Zagajewski

1945 – 2021, Polonia

Trad. Xavier Farré

Cafetería

(en Berlín)

En esta cafetería que se llama como un escritor francés,
en una ciudad extranjera, leí Bajo el volcán,
esta vez con menos entusiasmo. «Realmente, uno tiene que curarse»,
pensé. Quizá haya llegado a convertirme en un filisteo.
México estaba muy lejos y sus enormes estrellas
iluminaban, pero no para mí. Era el Día de Muertos.
La fiesta de las metáforas y la luz. La muerte como protagonista.
Algunas personas en las mesas de al lado, varios destinos:
Reflexión, Tristeza, Sentido Común. Cónsul, Yvonne.
Llovía. Noté una pequeña felicidad. Alguien entró,
alguien salió, alguien finalmente dio con el perpetuum mobile.
Estaba en un país libre. En un país que se quedó solo.
No pasaba nada, los cañones habían callado.
La música no diferenciaba a nadie; la música pop que fluía
de los altavoces iba repitiendo: «Aún pasarán muchas cosas».
Nadie sabía qué hacer, adónde ir, por qué.
Pensé en ti, en nuestra intimidad, en cómo
huelen tus cabellos cuando empieza el otoño.
En el aeropuerto se elevó en el aire un avión
como un discípulo aplicado que cree
en lo que dijeron los antiguos maestros.
Los astronautas soviéticos afirmaban no haber encontrado
a Dios en el espacio, pero ¿lo habían buscado?

Foto propia

Kawiarnia

(w Berlinie)

W tej kawiarni w obcym mieście noszącej imię
francuskiego pisarza czytałem Pod wulkanem,
ale już z mniejszym entuzjazmem. Jednak trzeba się leczyć,
pomyślałem. Chyba zamieniłem się w filistra.
Meksyk był bardzo daleko i jego ogromne gwiazdy
świeciły teraz nie dla mnie. Trwało święto zmarłych.
Święto metafor i światła. Śmierć w roli głównej.
Obok kilka osób przy stolikach, różne przeznaczenia:
Rozwaga, Smutek, Zdrowy Rozsądek. Konsul, Yvonne.
Padał deszcz. Czułem małe szczęście. Ktoś wchodził,
ktoś wychodził, ktoś wreszcie wynalazł perpetuum mobile.
Byłem w wolnym kraju. W samotnym kraju.
Nic się nie działo, milczały armaty.
Muzyka nikogo nie wyróżniała; pop sączył się
z głośników leniwie powtarzając: jeszcze się wiele wydarzy.
Nikt nie wiedział, co robić, dokąd iść, dlaczego.
Myślałem o tobie, o naszej bliskości, o tym,
jak pachną twoje włosy, kiedy zaczyna się jesień.
Z lotniska wzbijał się w powietrze samolot,
jak pilny uczeń, który wierzy w to,
co mówili dawni mistrzowie.
Sowieccy kosmonauci twierdzili, że nie znaleźli
Boga w przestworzach, ale czy szukali?

Transl. Clare Cavanagh

Café

(in Berlin)

In that café in a foreign town bearing a French writer’s
name I read Under the Volcano
but with diminishing interest. You should heal yourself,
I thought. I’d become a philistine.
Mexico was distant, and its vast stars
no longer shone for me. The day of the dead continued.
A feast of metaphors and light. Death played the lead.
Alongside a few patrons at the tables, assorted fates:
Prudence, Sorrow, Common Sense. The Consul, Yvonne.
Rain fell. I felt a little happiness. Someone entered,
someone left, someone finally discovered the perpetuum mobile.
I was in a free country. A lonely country.
Nothing happened, the heavy artillery lay still.
The music was indiscriminate: pop seeped
from the speakers, lazily repeating: many things will happen.
No one knew what to do, where to go, why.
I thought of you, our closeness, the scent
of your hair in early autumn.
A plane ascended from the runway
like an earnest student who believes
the ancient masters’ sayings.
Soviet cosmonauts insisted that they didn’t find
God in space, but did they look?

Clarice Lispector

1920 – 1977, Ucrania / Brasil

Trad. Elena Losada

La manzana en la oscuridad

Oh, Dios, qué cansado e inseguro estaba aquel hombre, aquel hombre no sabía muy bien qué era la esperanza. Aunque intentó racionalizarla, oh, claro que lo intentó. Pero en vez de pensar en lo que se había propuesto pensar, pensó como una mujer ocupada: «Explicar nunca ha llevado a nadie a ningún sitio, y entender es una futilidad», dijo como una mujer ocupada en dar de mamar a su hijo.
¡Pero no! ¡No!, él tenía que pensar, ¡no podía embarcarse así, sin más ni menos! Entonces, perdiendo pie, argumentó y se justificó: «No tener esperanza era la cosa más estúpida que podía sucederle a un hombre». Sería el fracaso vital de un hombre. Como no amar era pecado de frivolidad, no tener esperanza era una superficialidad. No amar era el error de la naturaleza. ¿Y la perversión que había en no tener esperanza?, bueno, eso lo entendió con el cuerpo. Además —¡en nombre de los otros!— es pecado no tener esperanza. No había derecho a no tenerla. No tener esperanza es un lujo. Oh, Martim sabía que su esperanza escandalizaría a los optimistas. Sabía que los optimistas lo fusilarían si lo oyesen. Porque la esperanza asusta. Hay que ser hombre para tener el valor de ser fulminado por la esperanza.
Y entonces Martim se asustó.
—¿Eres consciente, hijo mío, de lo que estás haciendo?
—Sí, padre.
—¿Eres consciente de que, con la esperanza, nunca más tendrás reposo, hijo mío?
—Sí, padre.
—¿Eres consciente de que, con la esperanza, perderás todas las otras armas, hijo mío?
—Sí, padre.
—¿Y que sin cinismo estarás desnudo?
—Sí, padre.
—¿Sabes que la esperanza es también aceptar no creer, hijo mío?
—Sí, padre.
—¿Eres consciente de que creer es tan pesado de soportar como la maldición de una madre?
—Sí, padre.
—¿Sabes que nuestros semejantes son una porquería?
—Lo sé, padre.
—¿Y sabes que tú también eres una porquería?
—Lo sé, padre.
—Pero ¿sabes que no me refiero a la bajeza que tanto nos atrae y que admiramos y deseamos, sino al hecho de que nuestros semejantes, además, son muy pesados?
—Lo sé, padre.
—¿Sabes que la esperanza consiste a veces solo en una pregunta sin respuesta?
—Lo sé, padre.
—¿Sabes que en el fondo todo eso no es más que amor, gran amor?
—Lo sé, padre.
—Pero ¿sabes que uno puede quedarse encallado en una palabra y perder años de vida? ¿Y que la esperanza se puede convertir en palabra, dogma y atasco y desvergüenza? ¿Estás preparado para saber que, vistas de cerca, las cosas no tienen forma, y que, vistas de lejos, las cosas no se ven? ¿Y que para cada cosa solo hay un momento? ¿Y que no es fácil vivir solo del recuerdo de un instante?
(…)
—Hijo mío. ¿Eres consciente de que de ahora en adelante, vayas a donde vayas, serás perseguido por la esperanza?
—Sí, padre.
—¿Estás dispuesto a aceptar el duro peso de la alegría?
—Sí, padre.
—Pero, ¡hijo mío!, ¿sabes que es casi imposible?
—Lo sé, padre.
—¿Sabes al menos que la esperanza es el gran absurdo, hijo mío?
—Lo sé, padre.
—¡¡¿Sabes que hay que ser adulto para tener esperanza?!!
—¡Lo sé, lo sé, lo sé!
—Entonces vete, hijo mío. Te ordeno que sufras la esperanza.
Pero ya con la primera nostalgia, la última como antes de nunca más, Martim gritó pidiendo amparo:
—¿Qué luz es esa, papá? —gritó solitario en la esperanza, andando a cuatro patas para hacer reír a su padre, haciendo una pregunta muy antigua y tonta con tal de que aplazase el momento de asumir el mundo—. ¿Qué luz es esa, papá? —preguntó como un bebé, con el corazón latiendo de soledad.
El padre vaciló, severo y triste en su tumba.
—Es la del fin del día —dijo solo por piedad.
Así era.
Era casi de noche, y la belleza pesaba en el pecho. Martim la disimuló como pudo, silbó vagamente sin sonido, mirando al techo.
Desde donde, lentamente y con cautela, bajó los ojos hacia los demás, y miró al prójimo, uno por uno. «¿Quiénes sois?» Eran caras con narices. ¿Debería invertir toda su pequeña fortuna en un gesto de confianza? Sin embargo era una vida que no se repite, la de él, la que les entregaría. «¿Quiénes sois?». Era difícil darles algo. Amar era un sacrificio. E incluso, e incluso, estaba la discontinuidad: apenas había empezado y ya estaba la discontinuidad. ¿Sería preciso aceptar también esto?, la discontinuidad con que los miró y… ¿quiénes eran esos hombres? «¿Quiénes sois? ¿Qué cosa turbia sois, como si yo absurdamente ya hubiese visto tiempos mejores y conocido otra raza de gente y no pudiese aceptaros sino solo amaros? ¿En verdad sois? ¿Y hasta qué punto? Y… y ¿podré amar esa cosa que sois?».
Él los miró, cansado, incrédulo. Los desconocía. Una persona es esporádica: él ya los desconocía. Humilde, quiso obligarse a aceptar también esto: desconocerlos.
Pero no lo soportó, él no lo soportó. «¡Cómo puedo continuar mintiendo! ¡Yo no creo!, ¡yo no creo!». Y mirando a los cuatro hombres y a la mujer, solo quiso plantas, las plantas, el silencio de las plantas. Pero con la atención ligeramente despierta, repitió lentamente: «no creo». Calmadamente deslumbrado: «no creo… Deslumbrado, sí. Porque, aleluya, aleluya, tengo otra vez hambre. Tanta hambre que necesito ser más de uno, necesito ser dos, ¿dos? ¡No! Tres, cinco, treinta, millones; uno es difícil de soportar, necesito millones de hombres y mujeres, y la tragedia del aleluya». «No creo»: la gran coherencia había renacido. Su extrema penuria lo llevó a un vértigo de éxtasis. «No creo», dijo con hambre, buscando en la cara de los hombres aquello que un hombre busca. «Tengo hambre», repitió desamparado. ¿Debería agradecer a Dios su hambre?, porque la necesidad lo sustentaba.
Mareado, sin saber a quién dirigirse, los examinó uno por uno. Y él… él simplemente no creía. «Eppur, si muove», dijo con una tozudez de burro.
—Vamos —dijo entonces acercándose inseguro a los cuatro hombres pequeños y confusos—. Vamos —dijo. Porque ellos tenían que saber lo que hacían. Ellos seguramente sabían lo que hacían. En nombre de Dios, os ordeno que estéis seguros. Porque toda una carga valiosa y podrida estaba en sus manos, una carga para tirar al mar, y muy pesada también, y la cosa no era simple: porque esa carga de culpa tenía que ser lanzada con misericordia también. Porque después de todo no somos tan culpables, somos más estúpidos que culpables. Con misericordia también, pues. En nombre de Dios, espero que sepan lo que están haciendo. Porque yo, hijo mío, yo solo tengo hambre. Y esa manera insegura de coger en la oscuridad una manzana, sin que se caiga.

Paul Cupido

Tłum. Ada Trzeciakowska

Jabłko w ciemności

O Boże, jak bardzo zmęczony i niepewny był ten człowiek, ten człowiek tak naprawdę nie wiedział, czym jest nadzieja. Chociaż próbował ją zracjonalizować, och, oczywiście, że próbował. Ale zamiast myśleć o tym, co zamierzał pomyśleć, myślał jak zapracowana kobieta: „Wyjaśnianie nigdy nikogo do niczego nie doprowadziło, a zrozumienie jest nieistotne”, powiedział niczym kobieta zajęta karmieniem piersią dziecka.
Ależ nie! Nie! Musiał pomyśleć, nie mógł tak wejść w to, ot tak, po prostu! Potem, gubiąc wątek, argumentował i usprawiedliwiał się: „Brak nadziei to najgłupsza rzecz, jaka mogła się przytrafić człowiekowi”. Byłaby to życiowa porażka. Tak jak niekochanie było grzechem frywolności, brak nadziei był czymś powierzchownym. Niekochanie było błędem natury. A perwersja kryjąca się w braku nadziei? Cóż, rozumiał to całym swoim ciałem. Poza tym – w imieniu innych! – grzechem jest brak nadziei. Nie ma prawa by jej nie mieć. Brak nadziei to luksus. Och, Martim wiedział, że jego nadzieja zszokuje optymistów. Wiedział, że optymiści rozstrzelaliby go, gdyby go tylko słyszeli. Ponieważ nadzieja przeraża. Trzeba być mężczyzną, aby mieć wystarczającą odwagę, by dać się ponieść nadziei.
I wtedy Martim się przeraził.
– Czy wiesz, mój synu, co robisz?
-Tak, ojcze.
– Czy zdajesz sobie sprawę, że mając nadzieję nigdy już nie zaznasz spokoju, synu?
-Tak, ojcze.
– Czy zdajesz sobie sprawę, że mając nadzieję wytrącasz sobie z ręki każdą inną broń, mój synu?
-Tak, ojcze.
– I że bez cynizmu zostaniesz nagi?
-Tak, ojcze.
– Czy wiesz, że nadzieja to także akceptacja niewiary, mój synu?
-Tak, ojcze.
– Czy zdajesz sobie sprawę, że wiara jest tak ciężka do zniesienia, jak przekleństwo matki?
-Tak, ojcze.
– Czy wiesz, że nam podobni to dranie?
– Wiem, ojcze.
– A czy wiesz, że też jesteś draniem?
– Wiem, ojcze.
– Ale czy wiesz, że nie mówię o nikczemności, która tak bardzo nas pociąga, którą podziwiamy i pożądamy, ale o tym, że nasi bliźni są również bardzo męczący?
– Wiem, ojcze.
– Czy wiesz, że nadzieja czasami polega tylko na pytaniu bez odpowiedzi?
– Wiem, ojcze.
– Czy wiesz, że w istocie to wszystko nie jest niczym innym niż miłością, ogromną miłością?
– Wiem, ojcze.
– Ale czy wiesz, że człowiek może utknąć w jednym słowie i stracić na nim pół życia? I nadzieja może przekształcić się w słowo, dogmat, przeszkodę i bezwstydność? Czy jesteś gotów by zaakceptować fakt, że rzeczy widziane z bliska nie posiadają kształtu, a widziane z daleka pozostają niewidoczne? I że na każdą rzecz przypada tylko jeden moment? I że nie jest łatwo żyć tylko wspomnieniem chwili?
(…)
– Mój synu. Czy zdajesz sobie sprawę, że od teraz, gdziekolwiek pójdziesz, nadzieja pójdzie za tobą?
-Tak, ojcze.
– Czy jesteś gotów przyjąć ogromny ciężar radości?
– Tak, ojcze.
– Ale synu! Czy wiesz, że to prawie niemożliwe?
– Wiem, ojcze.
– Ale wiesz przynajmniej, że nadzieja jest ogromnym absurdem, mój synu?
– Wiem, ojcze.
– Czy wiesz, że aby mieć nadzieję, musisz być dorosły?!
-Wiem, wiem, wiem!
– Więc odejdź, mój synu. Rozkazuję ci cierpieć nadzieję.
Ale już z pierwszym przypływem nostalgii, ostatniej jak nigdy wcześniej, Martim zakrzyknął błagając o wsparcie:
– Co to za światło, tato? – krzyczał osamotniony w nadziei, chodząc na czworakach, aby rozśmieszyć ojca, zadając bardzo stare i głupie pytanie, aby tylko odsunąć od siebie moment przyjęcia odpowiedzialności za siebie i świat. Co to za światło, tato? Zapytał jak dziecko, a jego serce waliło z osamotnienia.
Ojciec zawahał się, poważny i i smutny w swoim grobie.
– To koniec dnia – powiedział z litości.
Tak było.
Była już prawie noc i piękno zalegało mu ciężarem na piersi. Martim ukrywał to najlepiej jak potrafił, zagwizdał lekko bezdźwięcznie, wpatrując się w sufit.
Skąd, powoli i ostrożnie, spuścił oczy na innych i po kolei spoglądał na bliskich. «Kim jesteście?» Były to twarze z nosami. Czy powinienem złożyć całą moją małą fortunę w geście zaufania? Mimo wszystko to życie, które się już nie powtórzy, jego życie, było tym co musiałby im oddać. «Kim jesteście?». Trudno było im coś dać. Miłość była poświęceniem. A nawet wtedy, nawet wtedy, istniał pewien brak ciągłości: ledwie się zaczęło, a już ten brak ciągłości… Czy należałoby to też zaakceptować? Brak ciągłości, z jakim patrzył na nich i… kim byli ci ludzie? «Kim jesteście? Jaką to mroczną i mętną rzeczą jesteście, jakbym ja absurdalnie widział już wcześniej lepsze czasy i spotkał inną rasę ludzi i nie mógł was zaakceptować, lecz tylko was pokochać? Istniejecie naprawdę? W jakim stopniu? I … i czy będę mógł pokochać to, czym jesteście?».
Spojrzał na nich zmęczony, z niedowierzaniem. Nie znał ich. Człowiek bywa sporadyczny: on już ich nie znał. Pokorny, chciał zmusić się do zaakceptowania również faktu, że ich nie zna.
Ale nie mógł tego znieść, nie mógł tego znieść. Jak mogę w dalszym ciągu kłamać! Nie wierzę! Nie wierzę!». I patrząc na czterech mężczyzn i kobietę, pragnął tylko roślin, rośliny ciszy roślin. Ale z szacunku powtórzył powoli: „Nie wierzę”. Ze spokojem oszołomiony: «Nie wierzę… Tak, oszołomiony. Ponieważ alleluja, alleluja, znowu jestem głodny. Tak głodny, że muszę być więcej niż jeden, muszę być dwojgiem, dwojgiem? Nie! Trojgiem, pięciorgiem, trzydzieściorgiem, milionami; z jednym trudno wytrzymać, potrzebuję milionów mężczyzn i kobiet oraz tragedii alleluja. „Nie wierzę”: odrodziła się olbrzymia spójność. Jego ekstremalna niedola doprowadziła go do zawrotów głowy w ekstazie. – Nie wierzę – powiedział łakomie, szukając w twarzach ludzi tego, czego szuka człowiek. – Jestem głodny – powtórzył bezradnie. Czy powinien dziękować Bogu za swój głód, ponieważ to on podtrzymywał go przy życiu.
Czując zawroty głowy, nie wiedząc, do kogo się zwrócić, badał ich jednego po drugim. A on… on po prostu nie wierzył. – „Eppur, si muove” – powiedział z uporem osła.
– Chodźmy- powiedział wówczas, podchodząc niepewnie do czterech zdezorientowanych małych ludzi. -Chodźmy – powiedział. Oni musieli wiedzieć, co czynią. Z pewnością wiedzieli, co robią. W imię Boga nakazuję wam być tego pewnymi. Ponieważ to w jego rękach spoczywał cały ten cenny i zgniły ciężar, ciężar do zrzucenia do morza, do tego bardzo przykry, a sprawa nie była prosta: ponieważ ten ciężar winy powinien zostać zrzucony z miłosierdziem. Bo przecież nie jesteśmy aż tak winni, jesteśmy bardziej głupi niż winni. A więc i z miłosierdziem. W imię Boga, mam nadzieję, że wiedzą, co czynią. Ponieważ ja, synu mój, ja jestem po prostu głodny. I to jest właśnie ta wątpliwa metoda zrywania jabłka w ciemności: tak by ono nie spadło.


Fotograma de Meshes of the afternoon de Maya Deren : Eleanora Derenkowsky (Kiev, 1917 – Nueva York, 1961) directora de cine, bailarina, coreógrafa, poeta y escritora ucraniana nacionalizada estadounidense.

A Maçã no Escuro

Oh Deus, como aquele homem estava cansado e incerto, aquele homem não sabia muito bem o que era esperança. Bem que ele tentou
raciocinar a esperança, oh bem que ele tentou. Mas, em vez de pensar no que se propôs pensar, pensou como uma mulher ocupada: “explicar nunca levou ninguém a nenhum lugar, e entender é uma futilidade”, disse ele como uma mulher ocupada em dar de mamar ao filho.
Mas não! mas não! ele tinha que pensar, ele simplesmente não podia embarcar assim, sem mais nem menos! Então, perdendo o pé, ele se argumentou e se justificou: “Não ter esperança era a coisa mais estúpida que podia acontecer a um homem”. Seria o fracasso da vida num homem. Assim como não amar era pecado de frivolidade, não ter esperança era uma superficialidade. Não amar, era a natureza errando. E quanto à perversão que havia em não ter esperança? bem, isso ele entendeu com o corpo. Além do mais — em nome dos outros! — é pecado não ter esperança. Não se tinha direito de não ter. Não ter esperança é um luxo. Oh, Martim sabia que sua esperança escandalizaria os otimistas. Ele sabia que os otimistas o fuzilariam se o ouvissem. Porque a esperança é assustadora. Há que ser homem para ter a coragem de ser fulminado pela esperança.
E então Martim se assustou de fato.
— Você está consciente, meu filho, do que está fazendo?
— Estou sim, meu pai.
— Você está consciente de que, com a esperança, você nunca mais terá repouso, meu filho?
— Estou sim, meu pai.
— Você está consciente de que, com a esperança, você perderá todas as outras armas, meu filho?
— Estou sim, meu pai.
— E que sem o cinismo você estará nu?
— Estou sim, meu pai.
— Você sabe que esperança é também aceitar não acreditar, meu filho?
— Sei sim, meu pai.
— Você está consciente de que acreditar é tão pesado a carregar como uma maldição de mãe?
— Estou sim, meu pai.
— Você sabe que o nosso semelhante é uma porcaria?
— Sei sim, meu pai.
— E você sabe que você também é uma porcaria?
— Sei sim, meu pai.
— Mas você sabe que não me refiro à baixeza que tanto nos atrai e que admiramos e desejamos, mas sim ao fato de que o nosso semelhante, além do mais, é muito chato?
— Sei sim, meu pai.
— Você sabe que esperança consiste às vezes apenas numa pergunta sem resposta?
— Sei sim, meu pai.
— Você sabe que no fundo tudo isso não passa de amor? do grande amor?
— Sei sim, meu pai.
— Mas você sabe que a pessoa pode encalhar numa palavra e perder anos de vida? E que esperança pode se tornar palavra, dogma e encalhe e sem-vergonhice? Você está pronto para saber que olhadas de perto as coisas não têm forma, e que olhadas de longe as coisas não são vistas? e que para cada coisa só há um instante? e que não é  fácil viver apenas da lembrança de um instante?
— Esse instante…
(…)
— Meu filho. Você está consciente de que de agora em diante, para onde você vá, será perseguido pela esperança?
— Estou sim, meu pai.
— Você está disposto a aceitar o duro peso da alegria?
— Estou sim, meu pai.
— Mas, meu filho! você sabe que é quase impossível?
— Sei sim, meu pai.
— Você ao menos sabe que esperança é o grande absurdo, meu filho?
— Sei sim, meu pai.
— Você sabe que há que ser adulto para ter esperança!!!
— Sei, sei, sei!
— Então vai, meu filho. Ordeno-te que sofras a esperança. Mas já na primeira nostalgia, a última como antes de nunca mais, Martim gritou pelo amparo:
— Que luz é essa, papai? gritou já solitário na esperança, andando de quatro para fazer seu pai rir, fazendo uma perguntinha bem antiga e tola contanto que adiasse o momento de assumir o mundo. Que luz é essa, papaizinho! perguntou gaiato, com o coração batendo de solidão.
O pai hesitou severo e triste no seu túmulo.
— É a do fim do dia, disse apenas por piedade. E assim era.
Era quase noite, e a beleza pesava no peito. Martim disfarçou-a como pôde, assobiou vagamente sem som, olhando para o teto.
De onde, devagar e com cautela, desceu os olhos para os outros — e olhou o próximo, um a um. Quem sois? Eram caras com narizes. Deveria ele investir toda a sua pequena fortuna num gesto de confiança? No entanto era uma vida que não se repete, a dele, aquela que ele lhes entregaria. Quem sois? Era difícil lhes dar. Amar era um sacrifício. E mesmo, e mesmo, havia a descontinuidade: mal começara, e já havia a descontinuidade. Seria preciso aceitar também isto? a descontinuidade com que ele os olhou e — quem eram esses homens? quem sois? que coisa dúbia sois, como se eu absurdamente já tivesse visto tempos melhores e conhecido outra raça de gente e não pudesse vos aceitar, mas apenas vos amar? Em verdade, sois? e até que ponto? E — e poderei amar essa coisa que sois?
Ele os olhou, cansado, incrédulo. Ele os desconhecia. Uma pessoa era esporádica: ele já os desconhecia. Humilde, ainda quis se forçar a aceitar também isto: desconhecê-los.
Mas não suportou, ele não suportou. Como posso continuar a mentir!
Eu não creio! eu não creio! E olhando os quatro homens e mulher, ele só quis plantas, as plantas, o silêncio das plantas. Mas com a atenção ligeiramente desperta, ele repetiu devagar: não creio. Vagarosamente deslumbrado: não creio… Deslumbrado, sim. Porque, aleluia, aleluia, estou de novo com fome. Com tanta fome que preciso ser mais de um, preciso ser dois, dois? não! três, cinco, trinta, milhões; um é difícil de carregar, preciso de milhões de homens e mulheres, e da tragédia da aleluia. “Não creio”: a grande coerência renascera. Sua extrema penúria levou-o a uma vertigem de êxtase. Não creio, disse ele com fome, procurando na cara dos homens
aquilo que um homem procura. Estou com fome, repetiu desamparado.
Deveria agradecer a Deus a sua fome? pois a necessidade o sustentava.
Estonteado, sem saber a quem se dirigir, examinou-os um a um. E
ele — ele simplesmente não acreditava. Eppur, si muove,  disse com uma teimosia de burro.
— Vamos, disse então aproximando-se incerto dos quatro homens pequenos e confusos. Vamos, disse. Porque eles deviam saber o que faziam.
Eles certamente sabiam o que faziam. Em nome de Deus, eu vos ordeno que estejais certos. Porque toda uma carga preciosa e podre estava entregue nas mãos deles, uma carga a jogar no mar, e muito pesada também, e a coisa não era simples: porque essa carga de culpa devia ser jogada com misericórdia também. Porque afinal não somos tão culpados, somos mais estúpidos que culpados. Com misericórdia também, pois. Em nome de Deus, espero que vocês saibam o que estão fazendo. Porque eu, meu filho, eu só tenho fome. E esse modo instável de pegar no escuro uma maçã — sem que ela caia.

Michael Krüger

1943 – , Alemania

Trad. Ada Trzeciakowska

Crepúsculo

La paloma que siempre tiene buenas intenciones
y me vuelve loco con su rosario,
una vez agotado su arrullo, desesperada
se posa en la rama del nogal y espera
que la tarde levante frente al mundo
una pesada pared de pizarra. Viejos árboles
con solemnidad reciben la última luz,
como si este día fuera a culminar bien.
Nadie, ningún hombre, sabe en qué creer.
Y nadie se fija en la araña
que imperturbable ante la verdad,
teje su teoría de la belleza.

Tłum. Andrzej Kopacki

Zmierzch

Gołąb, co zawsze chce jak najlepiej
i doprowadza mnie do szału swoim różańcem,
wreszcie wygruchał się do cna, siedzi
jak potępieniec na gałęzi orzechowca i czeka,
aż wieczór postawi przed światem
ciężką ścianę z łupków. Stare drzewa
uroczyście przyjmują ostatnie światło,
jakby ten dzień miał się skończyć dobrze.
Nikt, żaden człowiek, nie wie, w co wierzyć.
I nikt nie baczy na pająka,
który nie ulegając urokowi prawdy,
snuje swoją teorię piękna.

Obra de Tomás Saraceno.

Dämmerung

Die Taube, die immer nur das Beste will
und mich verrückt macht mit ihrem Rosenkranz,
sie sitzt jetzt leergegurrt und heillos
auf einem Ast des Nußbaums und wartet,
daß der Abend seine schwere Wand aus Schiefer
vor die Welt stellt. Die alten Bäume
nehmen feierlich das letzte Licht entgegen,
als sollte dieser Tag ein gutes Ende haben.
Kein Mensch weiß, was er glauben soll.
Und keiner achtet auf die Spinne,
die unbeeindruckt von der Wahrheit
an ihrer Theorie der Schönheit webt.

Leszek Kołakowski

1927-2009, Polonia (exilio en Inglaterra desde 1968)

Si Dios no existe: sobre Dios, el diablo, el pecado y otras preocupaciones de la llamada filosofía de la religión (frg.)

La idea principal se reduce a esto: lo que pertenece al pasado o al futuro no existe, por definición, más que en el recuerdo o en la esperanza, es decir, subjetivamente; mientras tanto, el presente, cuando se escudriña atentamente, disminuye hasta quedar reducido a un punto evasivo e inalcanzable que, por definición, desaparece en cuanto tratamos de capturarlo. Así pues, lo que es «en» el tiempo, nunca «es»; puede hablarse de ello como de algo que fue o que será, y, sin embargo, esas palabras no tienen sentido más que cuando está implicado un sujeto que percibe. Las cosas que no tienen memoria deben la continuidad de su identidad sólo a nuestras mentes, ya que en sí mismas no tienen ni pasado ni futuro, ni, por tanto, identidad alguna. Dotamos al mundo de cosas corruptibles, de duración y, por ello, de subsistencia, pero en este mismo acto de crearlo mentalmente, nos percatamos de nuestra propia falta de identidad, excepto de la que nos proporciona la memoria. Esto equivale a decir que lo que es, es intemporal. Y así, volvemos a los grandes iniciadores de la metafísica europea, Parménides y Heráclito, quienes, desde lados opuestos, pusieron en movimiento esta vertiginosa peonza de conceptos: lo que cambia no es; lo que es, es más allá del tiempo; si no existe nada más allá del tiempo, nada existe.

1 Foto propia 3 Fotograma de Cat People 5 Foto de Anita Hamremoen

Jeśli Bóg nie istnieje (frg.)

 Główna idea sprowadza się do tego oto: cokolwiek należy do przeszłości albo do przyszłości, nie istnieje na mocy definicji, chyba w pamięci albo antycypacji, a więc subiektywnie; tymczasem to, co teraźniejsze, przy bliższym badaniu kurczy się do nieuchwytnego punktu, który z definicji znika, gdy tylko próbujemy go schwytać. Tym samym wszystko, co jest „w» czasie, nigdy nie „jest»; można mówić o tym jako o czymś, co było albo będzie, lecz powiedzenia takie mają sens tylko wtedy, gdy zakłada się podmiot postrzegający. Rzeczy, które nie mają pamięci, zawdzięczają swoją ciągłą tożsamość tylko naszym umysłom, w sobie natomiast nie mają przeszłości ani przyszłości, a więc żadnej zgoła tożsamości. To my obdarzamy trwaniem świat rzeczy podlegających zniszczeniu, i w ten sposób utrzymujemy go w istnieniu; lecz w tym samym akcie umysłowego tworzenia świata zdajemy sobie sprawę z braku tożsamości własnej, jeśli ma ona być czymś więcej niż treścią osobniczej pamięci. To zaś tyle znaczy, że cokolwiek jest, jest bezczasowe. Tak to powracamy do wielkich inicjatorów europejskiej metafizyki, Parmenidesa i Heraklita, którzy z dwóch przeciwnych stron wprawili w ruch tę zawrotną karuzelę pojęć: tego, co się zmienia, nie ma; co jest, jest poza czasem; jeśli nie ma niczego poza czasem, to nic nie istnieje.

Adam Zagajewski

1945 – , Polonia

Trad. Elżbieta Bortkiewicz

Antaño

Antaño sabíamos creer en cosas
invisibles, en sombras y sus sombras,
en la luz oscura y rosada como el párpado.
Ah, la mandíbula de la cámara de fotos
muerde las imágenes. De manera que ya sólo
sabemos creer en antaño, al igual que el pobre
antaño había creído en nosotros, nietos y biznietos,
soñando con escapar de la trampa que
en cada generación escenifican Danton
y Robespierre, Beria y otros discípulos
ambiciosos. Puesto que no hay asilo,
hay asilo. Porque también las cosas invisibles
existen y los sonidos
que nadie oye. No hay
consuelo y hay consuelo bajo
el codo del deseo, allí donde las perlas
crecerían si las lágrimas tuviesen memoria.
No obstante, el patinador no pierde el equilibrio
alejándose del precipicio. No obstante
el alba y el lechero se levantan por la mañana
y corren por la nieve dejando blancas huellas
que se llenan de agua. Un pajarillo bebe
de esa agua y canta, y una vez más
salva el desorden de las cosas, nos salva a ti y a mí
y al canto.

1 Serguéi Eisenstein y su teoría del montaje de atracciones. 2 Fotograma propio (Videopoema Toast) 3 Póster de Wiesław Wałkuski de la película Danton

“El montaje será precisamente una de las respuestas fundamentales a ese problema de construcción de la historicidad. Porque no está orientado sencillamente, el montaje escapa de las teleologías, hace visibles las supervivencias, los anacronismos, los encuentros de temporalidades contradictorias que afectan a cada objeto, cada acontecimiento, cada persona, cada gesto. Entonces, el historiador renuncia a contar ‘una historia’ pero, al hacerlo, consigue mostrar que la historia no es sin todas las complejidades del tiempo, todos los estratos de la arqueología, todos los punteados del destino.” El montaje, de esta manera, permite establecer una relación crítica entre las imágenes que ayuda a escapar de la cadena de los estereotipos, de los clichés de la mirada que impiden ver muchas cosas.

De la entrevista con Georges Didi Huberman.

Dawniej

Dawniej potrafiliśmy wierzyć w rzeczy
niewidzialne, w cienie i ich cienie,
w światło ciemne i różowe jak powieka.
Ach, szczęka aparatu fotograficznego
gryzie obrazy. Więc umiemy wierzyć już
tylko w dawniej, tak samo jak biedne
dawniej wierzyło w nas, wnuków i prawnuków.
marząc, że wyjdziemy z pułapki, którą
w każdym pokoleniu inscenizują Danton
i Robespierre, Beria i inni ambitni
uczniowie. Ponieważ nie ma schronienia,
jest schronienie. Bo także rzeczy
niewidzialne istnieją i dźwięki,
których nikt nie słyszy. Nie ma
pocieszenia i jest pocieszenie pod
łokciem pragnienia, tam gdzie rosłyby
perły, gdyby łzy obdarzone były pamięcią.
A jednak łyżwiarz nie traci równowagi,
odpychając się od przepaści. A jednak
i świt i mleczarz zrywają się rano
i biegną w śniegu, zostawiając białe ślady,
które wypełniają się wodą. Tę wodę pije
mały ptak i śpiewa i jeszcze raz
ocala nieporządek rzeczy i ciebie i mnie
i śpiew.