Adam Górski

1976 – , Polonia (Cracovia)

Trad. Ada Trzeciakowska

***

En la mesa de la cocina un pequeño vaso de medicina su revelación
las ramas brotan de tu amor
nacen del aire
plantadas dentro
echados los dulces dados de las cosas.
las hemos perdido
como el habla el oído la memoria el jardín el silencio
que no responde.

De Anotaciones a miradas apartadas (2022)

Fotografías de Josef Sudek

***

Na stole w kuchni mały kubek po lekach jego objawienie
gałęzie wyrastają z twojej miłości
tworzą się z powietrza
zasadzone w środku
rzucone słodkie kości rzeczy.
Straciliśmy je
jak mowę słuch pamięć ogród ciszę
która nie odpowiada.

Z tomiku Notatki do odwróconych spojrzeń (2022)

Leopoldo María Panero

1948-2014, España


La canción del indio Crow

Qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
No hay animales ya ni estrellas
y el matorral de los recuerdos
     la vida es una línea recta,
          qué larga es la ribera de la noche
          qué larga es.
El mar, al lado, tan oscuro
ya ni la luna quiere verme
y allá en el pozo sepultada
la miel aquella de esos labios
     que de algo como amor me hablaron,
     luego en silencio se quedaron:
          qué larga es la ribera de la noche,
          qué larga es.
Flotan cabellos en el agua
de una mujer que no existió
     y en la cabeza hay unas letras
          la A, la V más dos Os:
     qué larga es la ribera de la noche
          qué larga es.
                  Tal vez sea un oso lo que anda
      con una pierna y luego otra,
las huellas son como de oso,
no de yo.
          Qué larga es la ribera de la noche,
           qué larga es.
     No se terminará nunca la playa
con esa sombra que recorre
ese desierto tal un péndulo:
     qué larga es la ribera de la noche,
           qué larga es.
Cómo saber si ya estoy muerto
     o si aún vivo como dicen
si allá en la playa sólo hay playa
     atrás, delante sólo hay playa
cómo saber si yo soy indio
     si yo soy Crow o yo soy Cuervo,
     si ni la Luna quiere verme
y Padre Sol nunca aparece:
qué larga es la ribera de la noche,
     qué larga es.
No es que esté solo, es que no existo
es que no hay nadie en esta playa
y ya ni yo aun me acompaño
     son estos ojos cual dos cuevas
y en mi cabeza sopla el viento:
será la muerte como un vino?
          habrá mujeres en la tumba?
     Qué larga es la ribera de la noche,
      qué larga es.

de Erección del labio sobre la página (2004)

Fotogramas de Dead man de Jim Jarmusch

Tłum. Ada Trzeciakowska

Pieśń Indianina Crow

Jak długi jest brzeg nocy,
jak długi jest.
Nie ma zwierząt już ani gwiazd
a gąszcz to wspomnienia
     Życie to linia prosta,
          jak długi jest brzeg nocy,
          jak długi jest.
Morze, obok, takie ciemne
nawet księżyc nie chce mnie znać
a tam w studni pochowany
miód z tamtych ust
     które jakby o miłości mówiły,
     a potem w ciszy glos straciły:
          jak długi jest brzeg nocy,
          jak długi jest.
Włosy nieistniejącej kobiety
unoszą się na wodzie
     a na jej głowie litery
          A, V plus dwa O:
     jak długi jest brzeg nocy
          jak długi jest.
                  Może to niedźwiedź, stawia
      jedną łapę, a potem drugą,
ślady stóp jakby niedźwiedzia,
to nie mogę być ja.
          Jak długi jest brzeg nocy,
          jak długi jest.
     Plaża nigdy się nie skończy
To przez ten cień, co jak wahadło
sunie po pustyni:
     jak długi jest brzeg nocy,
           jak długi jest.
Jak rozpoznać czy mnie już nie ma
     czym nadal żywy jest
gdy tam na plaży tylko plaża
     z tyłu, z przodu tylko plaża jest
Jak rozpoznać czy jestem Indianinem
     czy jestem Crow, czy Kruk,
     skoro nawet księżyc nie chce mnie znać
a Ojciec Słońce nigdy nie pojawia się:
jak długi jest brzeg nocy,
     jak długi jest.
Nie żebym był samotny, tyle, że nie istnieję
tyle, że na tej plaży nikogo nie ma
a nawet ja nie widzę się
     te oczy są jak dwie jaskinie
a w mej głowie wieje wiatr:
Czy śmierć smakuje jak wino?
          a w grobie kobiet w bród?
     Jak długi jest brzeg nocy,
     jak długi jest?

Reiner Kunze

1933 – , Alemania

Trad. Ada Trzeciakowska

renovación de la mañana

En un azulejo
una grieta:
               un pelo
de tu cabeza

Se caen tanto, ¡perdona!

Cada uno me consuela:
estás todavía

Fotografía de Katia Chausheva

Tłum. Jakub Ekier

remont poranka

W płytce posadzki
rysa:
         włos
z twojej głowy

Wciąż wypadają, przepraszam!

Z każdym pociecha:
j e s t e ś

INSTANDSETZUNG DES MORGENS

In der fliese
ein sprung:
                   ein haar
von deinem haar

So viele fallen aus, verzeih!

Jedes ein trost :
du bist



J.M. Coetzee

1940 – , Sudáfrica/Australia

Trad. Javier Calvo

tierras de Poniente

Mis fiebres iban y venían, distinguibles únicamente por las flexiones de las alas del alma que traía la fiebre y por el tedio pesado del regreso a la tierra. Volví a habitar el pasado y medité sobre mi vida como domador de la naturaleza salvaje. Medité sobre los acres de territorio nuevo que había devorado con la mirada. Medité sobre las muertes que yo había presidido, la lengua fláccida del antílope y el crujido nítido del caparazón del escarabajo. Con un ligero golpe de las alas habité en los caballos que habían vivido debajo de mí (¿qué les había parecido todo?), en el cuero paciente de mis botas, en el aire que había presionado contra mí allí adonde me movía. De esa manera progresé, mandándome a mí mismo hacia fuera desde el espacio encogido de mi lecho a fin de reposeer mi viejo mundo, y lo reposeí, hasta que, llegando a estar cara a cara con las certezas extrañas del sol y la piedra, tuve que mantenerme a distancia, dejándolas para el día en que ya no me acobardaran. El desierto de piedra reverberaba en medio de la bruma. Detrás de aquel exterior familiar de color rojo o gris —habló la piedra desde su corazón de piedra al mío—, de aquel exterior que se adentraba en todas las dimensiones deshabitadas por el hombre, tiende su emboscada un interior negro y muy, muy ajeno al mundo. Sin embargo, bajo el mazazo del explorador, ese interior inocente se transforma en un destello, en una imagen repleta, confiada y mundana del exterior rojo o gris. ¿Cómo entonces, preguntaba la piedra, puede aquel que blande el mazo y que busca penetrar en el corazón del universo estar seguro de que existen los interiores? ¿Acaso no son ficciones, esos interiores como cebos para ser violados que el universo usa para sacar afuera a sus exploradores? (Sepultado en su arca, mi corazón también llevaba toda la vida viviendo en la oscuridad. Mis tripas quedarían deslumbradas si yo me perforara a mí mismo. Estas ideas me incomodaban).
(…)
En la naturaleza salvaje pierdo todo sentido de los límites. Es una consecuencia del espacio y de la soledad. La operación del espacio es como sigue: los cinco sentidos se despliegan desde el cuerpo que habitan, pero cuatro de ellos se extienden en un vacío. El oído no puede oír, la nariz no puede oler, la lengua no puede probar sabores, la piel no puede sentir. La piel no puede sentir: el sol se abate sobre el cuerpo, la carne y la piel se mueven dentro de una bolsa de calor, la piel se tensa en vano alrededor, todo es sol. Sólo la mirada tiene poder. La mirada es libre, se extiende por el horizonte en todas direcciones. Nada se oculta a la mirada. A medida que los demás sentidos se embotan o quedan aturdidos, mi mirada se flexiona y se extiende. Me convierto en un ojo reflectante esférico que se mueve por el yermo y lo ingiere. Destructor del yermo, me muevo por la tierra abriendo un camino devorador de un horizonte al siguiente. No hay nada que me haga girar la mirada, soy todo lo que veo. ¡Qué soledad! Ni una piedra, ni un matorral, ni una maldita hormiguita hacendosa que no esté comprendida en esta esfera de viaje. ¿Qué existe que no sea parte de mí? Soy un saco transparente con un núcleo negro lleno de imágenes y un arma de fuego.
El arma de fuego representa la esperanza de que exista algo que no sea uno mismo. El arma de fuego es nuestra última defensa contra el aislamiento dentro de la esfera de viaje. El arma de fuego es nuestra mediadora con el mundo y por tanto nuestra salvadora. Las noticias que trae el arma de fuego: fulanito está afuera, no tengas miedo. El arma de fuego nos salva del miedo de que toda la vida esté dentro de nosotros. Lo hace desplegando a nuestros pies todas las pruebas que necesitamos de un mundo moribundo y por tanto vivo. Yo me muevo por la naturaleza salvaje con mi arma de fuego echada al hombro en el margen de mi mirada y mato elefantes, hipopótamos, rinocerontes, búfalos, leones, leopardos, perros, jirafas, antílopes y ciervos de todas las clases, aves de caza de todas las clases, liebres y serpientes. Detrás de mí voy dejando una montaña de piel, huesos, cartílago no comestible y excremento. Todo esto es la pirámide que voy dispersando en honor a la vida. Es la obra de mi vida, mi proclama incesante de la alteridad de los muertos y por tanto de la alteridad de la vida. También un arbusto está vivo, no hay duda. Desde un punto de vista práctico, sin embargo, un arma de fuego es inútil contra el mismo. Hay otras extensiones del yo que podrían ser eficaces contra los arbustos y los árboles y que convierten sus muertes en himnos a la vida, un aparato lanzallamas, por ejemplo. Pero en cuanto a un arma de fuego, una descarga de perdigones disparada a un árbol no quiere decir nada, un árbol no sangra, permanece impávido, vive atrapado en su arbolidad, ahí afuera y por tanto aquí dentro. A diferencia de la liebre que suelta su último jadeo a tus pies. La muerte de la liebre es la lógica de la salvación. Porque o bien estaba viviendo ahí fuera y al morir entra en un mundo de objetos, y por tanto yo quedo satisfecho, o bien estaba viviendo dentro de mí y se niega a morir dentro de mí, puesto que sabemos que ningún hombre ha odiado nunca su propia carne, que la carne se niega a matarse a sí misma, que todo suicidio es una declaración de que el que mata no el mismo que la víctima. La muerte de la liebre es mi carne metafísica, igual que la carne de la liebre se convierte en la carne de mis perros. La liebre muere para evitar que mi alma se funda con el mundo. Todos los honores para la liebre. Y tampoco es fácil de alcanzar.
No podemos hacer recuento de la naturaleza salvaje. La naturaleza salvaje es una porque carece de límites. Podemos contar higueras, podemos contar ovejas porque el huerto y la granja están cercados. La esencia del árbol de huerto y de la oveja de granja es el hecho de que están numerados. Nuestro comercio con la naturaleza salvaje es una empresa inagotable de convertirla en huerto y en granja. Cuando no podemos cercarla para hacer recuento la reducimos a números por otros medios. Toda criatura salvaje que yo mato cruza la frontera entre la naturaleza salvaje y el número. He presidido la transformación en números de diez mil criaturas, y eso omitiendo a los innumerables insectos que han expirado bajo mis pies. Soy un cazador, un domador de la naturaleza salvaje, un héroe de la enumeración. Quien no entiende los números no entiende la muerte. La muerte es para él igual de incomprensible que para un animal. Esto es cierto para el bosquimano, y se puede ver en su lenguaje, que no incluye un procedimiento para contar cosas.
El instrumento de supervivencia en la naturaleza salvaje es el arma de fuego, pero la necesidad de la misma no es física sino metafísica. Las tribus nativas han sobrevivido sin el arma de fuego. Yo también podría sobrevivir en el yermo armado únicamente con arco y flechas, pero me temo que al verme tan desprotegido perecería no de hambre sino de esa enfermedad del espíritu que lleva al babuino enjaulado a sacarse las entrañas. Ahora que el arma de fuego ha llegado entre ellos, las tribus nativas están condenadas no sólo porque dicha arma los matará en grandes cantidades, sino porque el ansia de la misma los alienará de la naturaleza salvaje. Todo territorio por el que yo desfilo con mi arma se convierte en un territorio desgajado del pasado y vinculado al futuro.

Fotografía de un boer, dibujos de William Kentridge

Tłum. Magdalena Konikowska

Ciemny kraj

Napady gorączki nadchodziły i przemijały, niewiele się różniąc między sobą: dusza już to rozpościerała skrzydła, już to spadała na grząską ziemię. Znów przeniesiony w przeszłość, rozmyślałem o swoim życiu pogromcy dziczy. Myślałem o nowych obszarach, które pożerałem wzrokiem. O różnych postaciach śmierci, których byłem świadkiem – o bezwładnym języku antylopy, o zmiażdżonym pancerzu żuka. Lekkim ruchem skrzydeł przeniosłem się w ciało koni, które żyły pode mną (co one o tym wszystkim sądziły?), w cierpliwą skórę butów, w powietrze napierające na mnie, gdziekolwiek się zwróciłem. Tak oto, wyrywając się ze skurczonej przestrzeni łóżka, znowu brałem w posiadanie swój dawny świat, aż wreszcie, w obliczu obcych pewników słońca i kamienia, musiałem ustąpić, poczekać na ów dzień, gdy śmiało stawię im czoło. Kamienna pustynia migotała w skwarze. Za powszednią fasadą w barwach czerwieni lub szarości – tak mówił do mnie kamień z głębi swego kamiennego serca – za tą fasadą, która się wdziera w każdy wymiar zamieszkany przez człowieka, czai się ciemne wnętrze nieznane światu. Jednakże pod ciosem odkrywcy, w ułamku chwili, skryte wnętrze ukazuje bogaty, pewny, doczesny obraz czerwono-szarej fasady. Skąd zatem – pytał kamień – ten, kto zadaje cios, pragnąc skruszyć serce wszechświata, wie, że w ogóle istnieje fasada? Czy uroki bezbronnego wnętrza nie są jedynie fikcją, dzięki której wszechświat wabi swych odkrywców? (Moje pogrzebane serce również wiodło życie po ciemku. Gdybym siebie przedziurawił, oślepłoby w świetle. To niepokojące myśli.)
(…)
W głuszy tracę poczucie granic. Tak działa przestrzeń i samotność. Oto wpływ przestrzeni: pięć zmysłów sięga poza ciało, lecz cztery napotykają pustkę. Ucho nie słyszy, nos nie wyczuwa zapachów, język nie czuje smaku, skóra nie czuje nic. Skóra nie czuje: słońce praży ciało, ciało i skóra poruszają się w otoczce skwaru, skóra na próżno się rozciąga, wszędzie tylko słońce. Jedynie oczy ma- ją moc. Oczy są wolne, śledzą horyzont dookoła. Przed oczami nic się nie ukryje. Gdy inne zmysły stępiały, wzrok się wyostrza, wybiega daleko. Sam staję się kulistym lustrzanym okiem, które przemierza i wchłania głuszę. Ja, niszczyciel dziczy, pokonując ziemię, wycinam drogę od horyzontu po horyzont. Oko niczego nie omija, jestem tym wszystkim, co widzę. Jakaż samotność! Wędrująca ku- la zawiera każdy kamień, każdy krzak, każdą nieszczęsną przezorną mrówkę. Czy w ogóle istnieje cokolwiek poza mną samym? Jestem przejrzystą gałką o czarnym jądrze, po brzegi wypełnioną obrazami, uzbrojoną w strzelbę.
Strzelba symbolizuje nadzieję, że istnieje coś poza nami. Strzelba to ostatni środek obrony przed izolacją w ruchomej kuli. To pośredniczka w związkach ze światem, a więc nasza zbawczyni. Oto głos strzelby: „Ktoś, coś jest na zewnątrz, nie bój się». Strzelba chroni przed lękiem, że to w nas się zawiera cały byt. Kładzie nam u stóp namacalne świadectwa agonii, a tym samym dowody życia. Przemierzając głuszę ze strzelbą przy oku, kładę trupem słonie, hipopotamy, nosorożce, bawoły, Iwy, lamparty, likaony, żyrafy, antylopy wszelkiego rodzaju, wszelkie- go rodzaju ptactwo, zające, węże; za sobą pozostawiam górę kości, skóry, niejadalnych chrząstek, odchodów. To moja rozproszona piramida życia. Dzieło mojego życia, nieustanna proklamacja odrębności martwych, a zatem odrębności żywych. Niewątpliwie krzew również żyje. W praktyce jednak strzelba na nic się tutaj nie przyda. Wobec krzewów i drzew – po to by ich śmierć przeobrazić w pochwałę życia – należałoby stosować inne prze- dłużenie jaźni, chociażby miotacz ognia. Strzelba bowiem, wystrzał w drzewo nie ma znaczenia, drzewo nie krwawi, drzewo pozostaje niewzruszone, nadal żyje uwięzione w drzewie, tam i zarazem tutaj. Co innego zając, gdy przy nas wyzionie ducha. Śmierć zająca to logiczny wstęp do zbawienia. Bo albo żył i umiera w świecie materii, co mnie cieszy, albo też żył we mnie i we mnie nie umrze, wiemy bowiem, że żaden człowiek nigdy nie czuł nienawiści do własnego ciała, że ciało siebie nie zabije, że samobójstwo wieści odrębność zabójcy od ofiary. Śmierć zająca to mój posiłek metafizyczny, tak jak zajęcze mięso jest karmą dla moich psów. Zając umiera po to, aby moja dusza nie zespoliła się ze światem. Cześć zającowi. Niełatwo zresztą go ustrzelić.
Dziczy nie zliczymy. Dzicz to jedność, ponieważ nie ma granic. Można policzyć drzewa figowe, można policzyć owce, bo sad i farma są ograniczone. Istotą figowca i owcy jest liczba. Nasz kontakt z dziczą polega na tym, że niezmordowanie usiłujemy ją przekształcić w sad i w farmę. Gdy nie potrafimy jej ogrodzić ani zliczyć, sprowadzamy dzicz do liczby na inne sposoby. Każde zwierzę, które zabijam, przekracza granicę między dziczą a liczbą. Panowałem nad dziesięcioma tysiącami stworzeń, pominąwszy niezliczone owady, które wyzionęły ducha pod moimi stopami. Jestem myśliwym, oswajam dzicz, liczę po mistrzowsku. Kto nie rozumie liczb, ten nie rozumie śmierci. Dla kogoś takiego śmierć jest równie niepojęta jak dla zwierzęcia. Dotyczy to choćby Buszmenów – ich język nie zna procesu liczenia.
Narzędziem przetrwania w głuszy jest strzelba, choć broni potrzebujemy raczej w sensie metafizycznym niż materialnym. Tubylcze plemiona przeżyły bez strzelb. Ja również mógłbym żyć w dziczy uzbrojony jedynie w łuk i strzały, gdybym się nie obawiał, że w takim razie nie za- bije mnie głód, lecz ta sama choroba ducha, która sprawia, że pawian w klatce robi pod siebie. Teraz, wyposażeni w strzelby, tubylcy są skazani na zagładę – nie od kul, ale dlatego że pożądając tej broni, zerwą więź z dziczą. Każdy obszar, gdzie kroczę ze strzelbą, odcina się od przeszłości i wiąże z przyszłością.

Robert Krajewski

1970 – 1991, Polonia

Después de ocho meses he vuelto a Polonia, a casa de mi madre y a la ciudad donde crecí. Lo celebro hoy con la vodka de frambuesa de mi madre y este poema de Robert.

Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustrial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula Algo de una tortura latente.

Trad. Ada Trzeciakowska

EN LA ORILLA DE NADIE

Del dolor justo mejor
No te protejas, ni pienses
que la pena justa te ofenderá.
(C.K. Norwid)

Vinisteis  de un país
donde todos los ojos se apagaron una noche

Amasteis esta orilla no invadida por el dolor

alimentasteis a los cisnes
que, con su blancura, os separaban de las cenizas

a veces salían a la orilla
visteis
cómo se arrancaban las plumas
cómo se contoneaban por la orilla
de nadie

poco a poco acortaron la distancia
pensasteis en lo hermoso que sería
cuando sus grandes alas los elevasen con estrépito al cielo

se adormecieron vuestras almas encanecidas

pensasteis que sería hermoso
pero ellos no alzaron el vuelo
cayeron envenenados por vuestro pan

La consagración de la primavera de Pina Busch (collage propoo)

Po ośmiu miesiącach jestem z powrotem w Polsce, w domu mamy, w mieście, w kórym dorastałam. Świętuję malinówką mamy i tym oto wierszem Roberta.

Robert był poetą, który dorastał w tym samym mieście co ja – średniej wielkości, postindustrialnym, prowincjonalnym mieście w centralnej Polsce. Uczyliśmy się również w tym samym liceum. Zajęcia z języka i literatury odcisnęły piętno na nas wszystkich. Uczył nas profesor Włodzimierz Rutkowski, który potrafił zamienić te godziny w dzieła sztuki, w mistrzowskie wykady na poziomie akademickim. Braliśmy udział w tych samych konkursach literackich, tylko, że ja siedem lat później. Robert zmarł w wieku 21 lat z powodu krwiaka śródczaszkowego, o istnieniu którego nie wiedział. Pozostawił 77 wierszy, które krytycy zaliczają do nurtu wyobraźni ośmielonej (obok Romana Honeta). Jego obsesją była śmierć, poszukiwanie czułości w świecie, w którym miłość jest niemożliwa. Jego siła tkwi w absolutnej szczerości, która implikuje nihilizm i postawę krytyczną. Jego ostatni zbiór wierszy (1991) nosi tytuł Coś z utajonej kaźni.

NA BRZEGU NICZYIM

Oto lepiej smutku sprawiedliwego
Nie chroń się, ani myśl, że boleść
Sprawiedliwa obrazi cię.
(C.K. Norwid)

przyszliście z kraju
gdzie jednej nocy wszystkie oczy pogasły

pokochaliście ten brzeg nie porośnięty boleścią

karmiliście łabędzie
które bielą swoją oddzielały was od popiołów

czasami wychodziły na ląd
widzieliście
jak łuskają swoje pióra
jak stąpają po brzegu
niczyim

stopniowo zmniejszały dystans
myśleliście jak będzie pięknie
gdy wielkie skrzydła wzniosą je z łoskotem do nieba

ukołysały się wasze dusze siwiejące

myśleliście że będzie pięknie
lecz one nie wzleciały
padły zatrute waszym chlebem

Leopoldo María Panero

1948-2014, España

DIÓGENES

Ah ira de la luz, calor del excremento
que se asoma pálido a la página
en do brillan las heces, y en ellas
se disuelve el mundo
oh tú hombre que no existe
tengo hambre
de hombre, no de hombre inmundo
sino de hombre

*

«Qué inmortal mano o qué ojo
pudo crear tu aterradora simetría
»
Himno al diablo de William Blake

Cuán perfecta es la silueta del desastre
mano del diablo y de la ruina
que en el hombre escupe, y en su sombra
que puede más que el viento, y que la espuma
cruel sobre la página
de la saliva.

*

Oh hipócrita lector, qué hay en mí que en ti
no haya, cuál de los dos es más canalla
qué oscuro perfil en el marfil se cincela
para acabar de una vez con el hombre:
después de muerto Dios, muerto está el hombre.

*

Oh marfil de la crueldad
perfecta crueldad de la sombra
en que desaparece el hombre
y la nada sobre la nada se construye
en un palacio en donde no está el hombre.


*

«La luz que nunca sufre»
PEDRO SALINAS

Capturar al hombre
en la red del espejo
donde la nada reina
sobre el crepúsculo del viento.

*

Te esperaré hasta el amanecer
y lloraré cuando vengas
de haber llorado
de haber rezado al silencio
por haber llorado
por despedazarme otra vez
oh violeta pálida del silencio
oh colorido azul de la nada
único asesino, único resplandor
victoria pálida del silencio pálido
(Carnero lo dijo
                  en un mundo sin nada).

*

Ah, sol de la ceniza
de la ceniza al viento enredada
oh sombrero para el viento
para aullar en la manada.

*

El poema es sólo un fonema
a cuyos dientes la sombra de Cravan
enferma
en el aliento de otros ojos.

*

Y el poema
es sólo espuma contra el viento
espuma en la boca, últimos sonidos
antes que por la boca
se vaya el alma.

de Erección del labio sobre la página (2004)

Cuadro de Zdzisław Beksiński

Tłum. Ada Trzeciakowska

DIOGENES

Ach gniewie światła, cieple ekskrementów
które blade pojawiają się na stronie
gdzie błyszczą odchody, a w nich
rozpuszcza się świat
oh człowieku ty, który nie istniejesz
czuję głód
człowieka, nie człeka plugawego
lecz człowieka

*

«Jaka nieśmiertelna ręka lub oko
mogła stworzyć twą przerażającą symetrię
«.
Hymn do diabła autorstwa Williama Blake’a

Jakże doskonała jest sylwetka nieszczęścia
ręka diabła i zniszczenia
który w człowieka pluje, a w jego cieniu
mogącym więcej niż wiatr, więcej niż piana
okrutna na stronie
śliny.

*

O obłudny czytelniku, co jest we mnie, czego w tobie
nie ma, który z nas jest bardziej niegodziwy
jaki ciemny profil w kości słoniowej jest ryty
aby rozprawić się z człowiekiem raz na zawsze:
po tym jak umarł Bóg, martwy jest człowiek.

*

O kości słoniowa okrutności
doskonałej okrutności cienia
w którym człowiek znika
i nicość na nicości się wznosi
w pałacu, w którym nie mieszka człowiek.

*

Światło, które nigdy nie cierpi
PEDRO SALINAS

Schwytać człowieka
w sieci lustra
gdzie króluje nicość
nad zmierzchem wiatru.

*

Będę cię czekał aż po świt
i zapłaczę, gdy nadejdziesz
za sprawą przelanych łez
za sprawą modlitw do ciszy
za przelane łzy
za rozdarcie mnie znów na strzępy
o blady fiołku ciszy
oh barwny błękicie nicości
jedyny zabójco, jedyny blasku
blada wiktorio bladej ciszy
(Carnero powiedział to
                      w świecie bez nicości).

*

Ach, słońce z popiołów
z popiołów w wiatr zaplątanych
oh kapeluszu dla wiatru
by zawyć stadnie.

*

Wiersz jest tylko fonemem
w którego zębach cień Cravana
choruje
w oddechu innych oczu.

*

A wiersz
to tylko piana na wietrze
piana w ustach, ostatnie dźwięki
nim ustami
ucieknie dusza.

*

Y el poema
es sólo espuma contra el viento
espuma en la boca, últimos sonidos
antes que por la boca
se vaya el alma.

J.M. Coetzee

1940 – , Sudáfrica/Australia

Trad. Javier Calvo

La edad de hierro

Estoy intentando no perder el rumbo. Estoy intentando mantener la sensación de necesidad. La sensación de necesidad es lo que me impide abandonarme. Sentada aquí entre toda esta belleza, o incluso sentada en casa entre mis cosas, apenas me parece posible creer que estoy completamente rodeada de una zona de muerte y degradación. Me parece una pesadilla. Algo me oprime y me golpea desde dentro. Intento no hacer caso, pero insiste. Cedo un centímetro y me oprime más. Me rindo con gusto y la vida vuelve a ser normal. Me rindo con gusto a la normalidad. Me revuelco en ella. Pierdo la vergüenza, me vuelvo tan desvergonzada como una niña. Una falta de vergüenza que resulta vergonzosa: no la puedo olvidar, no puedo soportar el recuerdo. Por eso tengo que mantener el control y no apartarme del camino de otra forma estaría perdida. ¿Lo entiende?
             Vercueil se ha inclinado sobre el volante como si tuviera problemas de vista. Él, con su vista de águila. ¿Acaso importaba que no lo entendiera?
             -Es como intentar dejar el alcohol -he insistido-. Uno lo intenta y lo intenta, lo intenta siempre, pero en el fondo sabe desde el principio que va a recaer. Y ese conocimiento íntimo alberga una vergüenza, una vergüenza tan cálida, tan privada, tan reconfortante que acaba trayendo consigo más vergüenza. Parece que no hay límite para la vergüenza que puede sentir un ser humano.
(…)
– Una vez le conté una historia sobre mi madre -he dicho finalmente, intentando hablar en tono más suave-. Sobre cómo cuando era niña se quedó en la oscuridad sin saber qué estaba pasando por encima de ella, las ruedas de la carreta o las estrellas.
             «Toda mi vida me he aferrado a esa historia. Si todos tenemos una historia que nos contamos a nosotros mismos sobre quiénes somos y de dónde venimos, entonces ésa es mi historia. Esa es la historia que elijo, o la historia que me ha elegido a mí. Es de ahí de donde vengo, es ahí donde empiezo.
             «Usted me pregunta si quiero seguir con la excursión. Si fuera posible de verdad, le sugeriría que fuéramos hasta cabo Oriental, a las montañas Outeniqua a ese parador que hay en lo alto del puerto de Prince Alfred’s. Incluso le diría: «Deje los mapas, conduzca hacia el norte y el este siguiendo el sol, yo ya reconoceré el sitio cuando lleguemos: el parador, nuestro punto de partida, el sitio del ombligo, el sitio donde me uno al mundo. Déjeme aquí, en lo alto del puerto de montaña, y váyase usted con el coche, déjeme esperando a que lleguen la noche y las estrellas y a que eche a rodar el vagón fantasmal».
             «Pero lo cierto es que, con o sin mapas, ya no puedo encontrar el lugar. ¿Por qué? Porque he perdido una parte del deseo. Hace un año o hace un mes habría sido distinto. Un deseo, tal vez el deseo más profundo que he sido capaz de tener, habría fluido de mí hacia ese único lugar en la tierra, guiándome. «Esta es mi madre», habría dicho yo, arrodillada allí. «Esto es lo que me da la vida.» Un terreno sagrado, no como una tumba, sino sagrado en el mismo sentido que el lugar de una resurrección: una resurrección eterna propiciada por la tierra.
             «Ahora el deseo, eso que también se puede llamar amor, me ha abandonado. Ya no amo a esta tierra. Así de simple. Soy como un hombre castrado. Castrado en la madurez. Intento imaginar cómo es la vida de un hombre al que le hayan hecho eso. Lo imagino viendo cosas que antes amaba, sabiendo por sus recuerdos que debería seguir amándolas, pero incapaz ya de restablecer ese amor. El amor: ¿qué era eso?, se diría a sí mismo, tanteando en su memoria en busca del antiguo sentimiento. Pero ahora lo único que encontraría sería una llanura, una quietud, una calma. Algo que yo tenía antes ha sido traicionado, pensaría, y se concentraría, intentando sentir esa traición en toda su intensidad. Pero no habría intensidad. La intensidad habría abandonado todas las cosas. En su lugar sentiría un impulso, suave pero continuo, hacia el estupor y la indiferencia. Indiferente, se diría a sí mismo, pronunciando en voz alta esa palabra afilada, y extendería una mano para palpar su filo. Pero también en ese momento habría un desdibujamiento, una pérdida de filo. Todo se aleja, pensaría. En una semana, en un mes, me habré olvidado de todo, me contaré entre los comedores de lotos, aislado, a la deriva. Por última vez intentaría sentir el dolor de ese aislamiento, pero lo único que podría lograr sería una tristeza pasajera.
             «No sé si estoy siendo lo bastante clara, señor Vercueil. Hablo de decisión, de intentar mantener la decisión y fracasar. Lo confieso, me estoy ahogando. Estoy sentada aquí a su lado y me estoy ahogando.
(…) cuando camino por este país, por Sudáfrica, tengo cada vez más la sensación de estar caminando sobre caras negras. Están muertas, pero sus espíritus no las han abandonado. Están acostadas, densas y atrapadas, esperando que pasen mis pies, esperando que me vaya, esperando para levantarse otra vez. Millones de lingotes flotando bajo la piel de la tierra. La edad de hierro esperando el momento de volver.
             «Usted cree que estoy angustiada pero que me recuperaré. Lágrimas fáciles, piensa, lágrimas sentimentales, que vienen y se van. Bueno, es cierto, he estado angustiada en el pasado, he imaginado que nada podría ser peor, y luego han llegado cosas peores, como pasa siempre, y lo he superado, o eso parece. Pero ¡ése es el problema! Para no quedarme paralizada de vergüenza he tenido que pasarme la vida superando lo peor. Lo que ya no puedo superar es esa forma de superar las cosas. Si supero esto de ahora, ya no volveré a tener ocasión de no superar algo. A fin de poder resucitar no debo superar lo que pasa ahora.

Fotografía y cuadro de Gerhard Richter; dibujo de William Kentridge

Tłum. Anna Mysłowska

wiek żelaza

Robię, co mogę, żeby pamiętać o postanowieniu. Staram się nie zapominać o potrzebie pośpiechu. Zawodzi mnie właśnie ta świadomość. Siedząc tu wśród piękna przyrody, czy nawet w domu otoczona własnymi przedmiotami, nie mogę uwierzyć, że znajduję się w strefie zabijania i degradacji. Wydaje mi się, że to zły sen. Ale coś naciska, trąca mnie łokciem. Udaję, że nie zauważam, bez skutku, domaganie się trwa. Ustępuję na centymetr, wtedy jeszcze się wzmaga. Z ulgą poddaję się i natychmiast życie znów płynie normalnie. Ja także odzyskuję pogodę ducha. Wprost tarzam się w zwykłej codzienności. Tracę poczucie upokorzenia, staję się bezwstydna jak dziecko. Zostaje wstyd z powodu bezwstydu, tego nie potrafię ani zapomnieć, ani cierpliwie znosić. Dlatego muszę się trzymać w garści i pilnować raz obranej drogi. W przeciwnym razie jestem zgubiona. Rozumiesz?
Vercueil skulił się nad kierownicą jak ktoś, kto ma zły wzrok. On, z tymi oczami jastrzębia. Czy ma jakieś znaczenie to, że on rozumie lub nie?
– Można to porównać do prób zerwania z alkoholem – mówiłam dalej. – Próbuje się i  próbuje, ciągle się próbuje, ale od początku przeczucie mówi, że człowiek się będzie staczał coraz niżej. Poniżenie, jakiego się doznaje, ukrywając swoją tajemnicę, jest tak dotkliwe, tak żałosne i dogłębne, że pociąga za sobą falę innych powodów do wstydu. „Wydaje się, że jest nieograniczona ilość pobudek, które skłaniają człowieka do wstydu.
(…)
Opowiadałam ci kiedyś pewną historię o mojej matce – odezwałam się w końcu, próbując mówić łagodniejszym tonem. – O tym, że kiedy była małą dziewczynką, leżała w ciemnościach, nie wiedząc, co się nad nią przetacza, koła wozu czy gwiazdy. Trzymam się tej historii przez całe życie. Jeżeli istotnie każdy z nas ma jakąś opowieść, z którą się identyfikuje, która mu podpowiada, kim jest i skąd pochodzi, to to jest właśnie moja opowieść. Wybrałam ją albo ona wybrała mnie. Z niej się wywodzę i w niej zaczyna się moje życie.
Pytasz, czy mam ochotę na dalszą przejażdżkę. Gdyby to było możliwe, proponowałabym, żebyśmy pojechali do Eastern Cape, do Outeniqua Mountains, do tego postoju na szczycie Prince Alfred’s Pass. Albo, jeszcze lepiej, odłóż mapy i jedź według słońca na północny wschód. Rozpoznam to miejsce, kiedy tam dojedziemy, postój, miejsce, z którego wyruszyli, miejsce, gdzie przyszłam na świat. Tam mnie wysadzisz, na przełęczy, i odjedziesz. Zostanę tam, czekając na noc i gwiazdy, na wóz-widmo, który przetoczy się, chwiejąc się na boki.
Prawdą jest jednak, że z mapą czy bez niej już nie mogę znaleźć tego miejsca. Dlaczego? Bo gdzieś ulotnił się mój zapał. Rok czy nawet jeszcze miesiąc temu byłoby inaczej. Pragnienie, prawdopodobnie największe, na jakie mnie stać, zawsze skupiało się na tym miejscu na ziemi, było dla mnie drogowskazem. To jest moja matka, powiedziałabym, klękając tam. To jest źródło mojego życia. Ziemia święta, święta nie jako grób, ale miejsce zmartwychwstania, wyzwolenia od świata.
Teraz to pragnienie, które można także nazwać miłością, zgasło – mówiłam dalej. – Razem z nim moja miłość do tego miejsca. To całkiem proste. Przypominam wykastrowanego mężczyznę, wykastrowanego w wieku dojrzałym. Próbuję sobie wyobrazić, jak wygląda jego życie po takim zabiegu. Wyobrażam sobie, co może czuć, patrząc na wszystko, co przedtem kochał. Zachował pamięć i wie, że powinien kochać nadal, ale już nie jest w stanie zdobyć się na miłość, kochać dla samego kochania. Miłość, co to takiego, czym była miłość?, pyta sam siebie, szukając w pamięci wspomnienia dawnego uczucia. Ale teraz wszystko wydaje się bezbarwne, nijakie, beznamiętne. Dopuściłem się zdrady, rozmyśla, skupia się, próbując odtworzyć uczucie towarzyszące zdradzie, przeniknąć do samej jej istoty, treści. Ta się jednak ulotniła. Zniknął sens wszystkiego. Zostało wewnętrzne rozdarcie, delikatne, niemniej popychające w kierunku obojętności, samotności. Obojętny, powtarza sobie. Wymawiając to ostre, deprymujące słowo, chciałby go dosięgnąć, żeby sprawdzić jego wyrazistość. Nie dopuszcza niestety do niego mglistość brzmienia i własna bierność. Wszystko zaciera się w pamięci, za tydzień, za miesiąc zapomni o wszystkim, znajdzie się w gronie sybarytów i samotników żyjących z dnia na dzień. Po raz ostatni będzie próbował przeżyć ból osamotnienia, ale ta próba sprowadzi się do przelotnego uczucia smutku.
Nie wiem, czy wyrażam się dość jasno, Vercueil. Mówię o determinacji, o próbie trzymania się swojego postanowienia i o mojej porażce. Przyznaję się, ja tonę. Siedzę tu obok ciebie i tonę.  
(…) Powiem ci, że kiedy kręcę się tu i tam po tym kraju, tej Afryce Południowej, narasta we mnie uczucie, że stąpam po czarnych twarzach. Ci ludzie nie żyją, ale dusze ich nie opuściły. Leżą tam ciężcy i zatwardziali, czekają na moje przechodzące po nich stopy, czekają, żebym sobie poszła, czekają, żeby znowu powstać. Miliony postaci z żelaza przesuwa się pod skorupą ziemi. Wiek żelaza czeka na swój powrót.
Myślisz, że jestem smutna, ale to mi wnet przejdzie. Łatwe łzy, łzy wzruszenia, dzisiaj są, jutro już po nich. No cóż, to prawda, byłam smutna, nie wyobrażałam sobie, że może się stać coś jeszcze gorszego. Tymczasem to gorsze przyszło, jak zawsze niezawodne, a ja musiałam jakoś dojść do siebie. W tym tkwi cały problem! Żeby nie poddać się paraliżującemu uczuciu upokorzenia, muszę żyć z umiejętnością ustawicznego radzenia sobie. Tym, czego nie mogę przezwyciężyć, jest umiejętność przezwyciężania. Jeżeli dojdę do siebie tym razem, nigdy już nie zdarzy mi się sytuacja, z  którą sobie nie poradzę. Więc dla ratowania samej siebie nie mogę przejść nad tym do porządku dziennego.

Age of Iron 

‘I am trying my best not to lose direction. I am trying to keep up a sense of urgency. A sense of urgency is what keeps deserting me. Sitting here among all this beauty, or even sitting at home among my own things, it seems hardly possible to believe there is a zone of killing and degradation all around me. It seems like a bad dream. Something presses, nudges inside me. I try to take no notice, but it insists. I yield an inch; it presses harder. With relief I give in, and life is suddenly ordinary again. With relief I give myself back to the ordinary. I wallow in it. I lose my sense of shame, become shameless as a child. The shamefulness of that shamelessness: that is what I cannot forget, that is what I cannot bear afterwards. That is why I must take hold, of myself, point myself down the path. Otherwise I am lost. Do you understand?’
Vercueil crouched over the wheel like someone with poor eyesight. He of the hawk’s-eye. Did it matter if he did not understand?
‘It is like trying to give up alcohol,’ I persisted. ‘Trying and trying, always trying, but knowing in your bones from the beginning that you are going to slide back. There is a, shame to that private knowledge, a shame so warm, so intimate, so comforting that it brings more shame flooding with it. There seems to be no limit to the shame a human being can feel.
(…)
I told you a story once about my mother,’ I said at last, trying to speak more softly. ‘About how when she was a little girl she lay in the dark not knowing what was rolling over her, the wagon-wheels or the stars.
‘I have held on to that story all my life. If each of us has a story we tell to ourself about who we are and where we come from, then that Is my story. That is the story I choose, or the story that has chosen me. It Is there that I come from, it is there that I begin.
‘You ask whether I want to go on driving. If it were practically possible, I would suggest that we drive to the Eastern Cape, to the Outeniqua Mountains, to that stopping-place at the top of Prince Alfred’s Pass. I would even say, Leave maps behind, drive north and east by the sun, I will recognize It when we come to it: the stopping-place, the starting-place, the place of the navel, the place where I join the world. Drop me off there, at the top of the pass, and drive away, leaving me to wait for the night and the stars and the ghostly wagon to come rolling over.
‘But the truth is, with or without maps, I can no longer find the place. Why? Because a certain desire has gone from me. A year ago or a month ago it would have been different. A desire, perhaps the deepest desire I am capable of, would have flowed from me toward that one spot of earth, guiding me. This is my mother,  I would have said, kneeling there: this is what gives life to me.  Holy ground, not as a grave but as a place of resurrection is holy: resurrection eternal out of the earth.
‘Now that desire, which one may as well call love, is gone from me. I do not love this land any more. It Is as simple as that. I am like a man who has been castrated. Castrated in maturity, I try to imagine how life is for a man to whom that has been done. I imagine him seeing things he has loved before, knowing from memory that he ought still to love them, but able no longer to summon up the love itself. Love: what was that? he would say to himself, groping in memory for the old feeling. But about everything there would now be a flatness, a stillness, a calmness. Something I once had has been betrayed, he would think, and concentrate, trying to feel that betrayal in all its keenness. But there would be no keenness. Keenness would be what would be gone from everything. Instead he would feel a tug, light but continual, toward stupor, detachment. Detached,  he would say to himself, pronouncing the sharp word, and he would reach out to test its sharpness. But there too a blurring, a blunting would have intervened. All is receding, he would think; in a week, In a month I will have forgotten everything, I will be among the lotus-eaters, separated, drifting. For a last time he would try to feel the pain of that separation, but all that would come to him would be a fleeting sadness.
‘I don’t know whether I am being plain enough, Mr Vercueil. I am talking about resolve, about trying to hold on to my resolve and failing. I confess, I am drowning, I am sitting here next to you and drowning.’
(…)
Let me tell you, when I walk upon this land, this South Africa, I have a gathering feeling of walking upon black faces. They are dead but their spirit has not left them. They lie there heavy and obdurate, waiting for my feet to pass, waiting for me to go, waiting to be raised up again. Millions of figures of pig-iron floating under the skin of the earth. The age of iron waiting to return.
‘You think I am upset but will get over it. Cheap tears, you think, tears of sentiment, here today, gone tomorrow. Well, it is true, I have been upset in the past, I have imagined there could be no worse, and then the worse has arrived, as it does without fail, and I have got over it, or seemed to. But that is the trouble! In order not to be paralyzed with shame I have had to live a life of getting over the worse. What I cannot get over any more is that getting over.  If I get over it this time I will never have another chance not  to get over it. For the sake of my own resurrection I cannot get over it this time.’

Robert Krajewski

1970 – 1991, Polonia

Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustrial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula Algo de una tortura latente.

Trad. Ada Trzeciakowska

Ensayando las alas

está sola y no duerme todavía
observa a un torpe perro
tumbado en el suelo

es bella y espera con humildad el dolor

contempla sonriente la ventana
donde brincan los rayos de sol
«no hace mucho tiempo
era independiente
y a su manera bondadosa
estaba atenta
y se amaba a sí misma por su inquebrantable poder»

ahora le gustaría
ser una mujer más frívola
sensible a los halagos posesivos
desearía curar a las golondrinas
y hacer ofrendas de cuerpos consumidos por el fuego

está sola y no duerme todavía
piensa en una vida
que no le hacía falta

antes de que llegue el dolor
desplegará su poder una vez más
una última vez

Fotografías de Bernard Plossu (1945, Francia) 

Robert był poetą, który dorastał w tym samym mieście co ja – średniej wielkości, postindustrialnym, prowincjonalnym mieście w centralnej Polsce. Uczyliśmy się również w tym samym liceum. Zajęcia z języka i literatury odcisnęły piętno na nas wszystkich. Uczył nas profesor Włodzimierz Rutkowski, który potrafił zamienić te godziny w dzieła sztuki, w mistrzowskie wykady na poziomie akademickim. Braliśmy udział w tych samych konkursach literackich, tylko, że ja siedem lat później. Robert zmarł w wieku 21 lat z powodu krwiaka śródczaszkowego, o istnieniu którego nie wiedział. Pozostawił 77 wierszy, które krytycy zaliczają do nurtu wyobraźni ośmielonej (obok Romana Honeta). Jego obsesją była śmierć, poszukiwanie czułości w świecie, w którym miłość jest niemożliwa. Jego siła tkwi w absolutnej szczerości, która implikuje nihilizm i postawę krytyczną. Jego ostatni zbiór wierszy (1991) nosi tytuł Coś z utajonej kaźni.

próba skrzydeł

jest sama i nie śpi jeszcze
przygląda się pokracznemu psu
leżącemu na podłodze

jest piękna i pokornie czeka na ból

wpatruje się z uśmiechem w okno
po którym skaczą promyki słońca

„tak niedawno
była niepodległa
i na swój sposób przecież dobroduszna
była czujna
i kochała siebie za tę nieprzejednaną moc”

teraz chciałaby
zostać małą płochą kobietką
uległą zaborczym pochlebstwom
chciałaby leczyć jaskółki
i składać ofiary całopalenia

jest sama i nie śpi jeszcze
myśli o życiu
które jej nie było potrzebne

zanim nadejdzie ból
dźwignie swą moc raz jeszcze
raz ostatni

Winfried Georg Sebald 

1944 – 2001, Alemania/ Inglaterra

Trad. Carmen Gómez Y Georg Pichler

Los anillos de Saturno

(…) Janine Dakyns vivía en una pequeña callejuela contigua al hospital, y había estudiado en Oxford, como Michael. A lo largo de su vida había desarrollado una ciencia de la novela francesa del siglo XIX, libre de toda presunción intelectual y particular, en cierto modo, que siempre parte de un detalle oscuro, nunca de uno obvio, especialmente con relación a Gustave Flaubert, a quien con mucho apreciaba en mayor medida, y de cuya correspondencia, de miles de páginas, me citaba, en la ocasión más dispar, largos pasajes que cada vez volvían a despertar mi asombro. Por lo demás, Janine, que, a menudo, cuando exponía sus pensamientos, caía en un estado de entusiasmo casi preocupante, intentaba indagar a fondo los escrúpulos literarios de Flaubert con el mayor interés personal posible, esto es, en su miedo a la falsedad que, como solía decir, lo encadenaba semanas y meses enteros a su canapé y le hacía temer que nunca más podría escribir siquiera media línea sin comprometerse de la forma más embarazosa.
En esa época, decía Janine, no sólo le parecía absolutamente impensable cualquier forma posterior de escritura, sino que más aún estaba convencido de que todo lo que había escrito hasta entonces se reducía a una yuxtaposición de los errores más inexcusables, de consecuencias trascendentales y de embustes. Janine afirmaba que los escrúpulos de Flaubert habían de ser atribuidos al embrutecimiento progresivo e incontenible que había observado y que, según creía, ya se estaba propagando por su propia cabeza. Una vez debió de decir que era como hundirse en la arena. Es posible que por este motivo, pensaba Janine, la arena tuviera un papel tan importante en todas sus obras. La arena lo conquistaba todo. Constantemente, seguía Janine, pasaban ingentes nubes de polvo a través de sus sueños diurnos y nocturnos, y arremolinadas sobre las áridas llanuras del continente africano, corrían hacia el norte, sobre el Mediterráneo y sobre la península Ibérica, hasta que en algún momento caían, como cenizas de fuego, sobre el jardín de las Tullerías, sobre un arrabal de Ruán o sobre un pequeño pueblo de Normandía, penetrando en los intersticios más diminutos. Flaubert veía el Sahara entero, decía Janine, en un grano de arena oculto en el dobladillo de un vestido de invierno de Emma Bovary, y, según él, cada átomo pesaba tanto como la cordillera del Atlas. A menudo, al finalizar el día, conversábamos sobre la visión del mundo de Flaubert en el despacho de Janine, donde había una cantidad tal de apuntes de clase, cartas y escritos de todo tipo, que uno podía imaginarse estar en medio de una marea de papel. Con el paso del tiempo, encima del escritorio, originariamente punto de partida o lo que es lo mismo, punto de convergencia de la asombrosa proliferación de papel, había surgido un verdadero paisaje con montañas y valles, que entre tanto, como un glaciar cuando alcanza el mar, se rompía en sus bordes, formando sobre el suelo en derredor nuevos sedimentos, que a su vez se deslizaban imperceptiblemente hacia el centro de la habitación. Ya hacía años, las masas de papel en constante crecimiento habían obligado a Janine a buscar refugio en otras mesas. Estas, sobre las que sucesivamente se habían ido consumando procesos semejantes de acumulación, representaban, por así decirlo, épocas tardías en el desarrollo del universo papelero de Janine. También la alfombra había desaparecido desde hacía mucho tiempo bajo unas cuantas capas de papel, que incluso, desde un suelo, al que descendía desde una media altura, había comenzado a escalar las paredes, cubiertas hasta el marco superior de la puerta con folios y documentos aislados, cada uno de ellos sujeto por una esquina con una chincheta y en parte unos sobre otros sin apenas espacio entre sí.
Sobre los libros de las estanterías, donde fuera posible, había montañas de papeles, y en todo este papel, a la hora del crepúsculo, se reunía el reflejo de la luz que se disipaba, de la misma forma que antaño, pensé una vez, la nieve se congregaba sobre los campos bajo el cielo de la noche, negro como la tinta. El último lugar de trabajo de Janine fue un sillón, más o menos emplazado hacia el centro del cuarto, en el que se la veía sentada cuando se pasaba por delante de su puerta, abierta constantemente, inclinada hacia delante garabateando sobre una carpeta que sostenía sobre la rodilla, o bien recostada y perdida en pensamientos. En una ocasión, cuando le dije que entre sus papeles se parecía al ángel de la Melancolía, de Durero, resistiendo inmóvil entre los instrumentos de destrucción, me contestó que el aparente caos de sus cosas representaba en realidad algo así como un orden perfecto o que aspiraba a la perfección.

Fotografía de Tacita Dean

Tłum. Małgorzata Łukasiewicz

Pierścienie Saturna

(…) Janine Dakyns, mieszkająca przy małej uliczce opodal szpitala, studiowała, podobnie jak Michael, w Oksfordzie i z biegiem życia stworzyła prywatną niejako, wolną od wszelkiego intelektualnego zadęcia, wychodzącą zawsze od niejasnego szczegółu, nigdy od tego, co jawne, naukę o dziewiętnastowiecznej powieści francuskiej, ze szczególnym uwzględnieniem najbardziej przez nią cenionego Gustave’a Flauberta, z którego obszernej, liczącej tysiące stron korespondencji przy najróżniejszych okazjach cytowała długie, za każdym razem na nowo wprawiające mnie w zdumienie fragmenty. Ponadto Janinę, która wykładając swoje myśli, popadała często w stan niemal zatrważającego uniesienia, z maksymalnym zaangażowaniem osobistym starała się zgłębić pisarskie skrupuły Flauberta, lęk przed fałszem, który, jak mówiła, sprawiał czasem, że Flaubert tygodniami i miesiącami tkwił na kanapie, w strachu, że nigdy już nie napisze choćby pół linijki, nie kompromitując się najfatalniej.
W takich okresach, mówiła Janinę, nie tylko wszelka przyszła praca pisarska wydawała mu się kompletnie wykluczona, ale był też przekonany, że wszystko, co napisał dotychczas, stanowi jedynie nagromadzenie najbardziej niewybaczalnych, nieprzewidywalnych w skutkach błędów i zakłamania. Janine utrzymywała, że przyczyną tych skrupułów były obserwowane przez Flauberta niepowstrzymane postępy głupoty, atakującej już, jak mniemał, jego własną głowę. To tak, miał kiedyś powiedzieć, jakby człowiek zapadał się w piach. Stąd prawdopodobnie, uważała Janine, tak wielkie znaczenie piasku w twórczości Flauberta. Piasek zagarnia wszystko. W dziennych i nocnych wizjach Flauberta, mówiła Janine, wciąż przetaczały się potworne chmury pyłu, wzbijały się nad suchymi równinami kontynentu afrykańskiego, ciągnęły potem na północ, ponad Morzem Śródziemnym i Półwyspem Iberyjskim, a wreszcie opadały niczym popiół na Tuilerie, na przedmieście Rouen albo na jakieś prowincjonalne miasteczko w Normandii, i wdzierały się w każdy kąt. W drobinie piasku z obrąbka zimowej toalety Emmy Bovary, mówiła Janine, Flaubert widział całą Saharę, a każdy pyłek ważył dlań tyle co góry Atlas. Często, pod koniec dnia, rozmawiałem z Janine o Flaubertowym oglądzie świata w jej gabinecie, gdzie wokół walało się takie mnóstwo notatek do wykładów, listów i wszelkiego rodzaju pism, aż człowiekowi wydawało się, że zalewa go powódź papieru. Na biurku, stanowiącym punkt wyjścia względnie punkt zbiorczy cudownego rozmnożenia papieru, z biegiem czasu uformował się prawdziwy papierowy krajobraz z górami i dolinami, który po brzegach, jak lodowiec z chwilą, gdy dociera do morza, urywał się gwałtownie i na podłodze dookoła tworzył nowe złogi, niepostrzeżenie sunące ku środkowi pokoju. Już przed paru laty pod naporem wciąż narastających na jej biurku stosów papieru Janinę zmuszona była wycofać się na inne stoły. Te stoły, na których następnie zachodziły podobne procesy akumulacji, reprezentowały, by tak rzec, późniejsze epoki rozwoju papierowego uniwersum Janinę. Dywan także od dawna zniknął pod pokładami papieru, ba, papier z podłogi, na którą stale opadał z poziomu średniego, zaczynał piąć się znów po ścianach, pokrytych aż po górną krawędź drzwi pojedynczymi, przytwierdzonymi pluskiewką zawsze tylko za róg, częściowo ponaczepianymi grubą warstwą jedne na drugie arkusikami i dokumentami.
Książki na regałach też nasadzone miały, gdzie się tylko dało, czapy papierzysk, i w porze zmierzchu cały ten papier skupiał na sobie odblask gasnącego światła, jak niegdyś – tak sobie raz pomyślałem – śnieg na polach pod atramentowym nocnym niebem. Ostatnim miejscem pracy Janinę było umieszczone mniej więcej pośrodku krzesło i mijając zawsze otwarte drzwi jej pokoju, widziało się ją, jak siedzi na tym krzesełku, albo zgarbiona, gryzmoląc coś na podkładce, którą trzyma na kolanach, albo odchylona w tył i pogrążona w myślach. Kiedyś powiedziałem jej, że w otoczeniu swoich papierów wygląda jak nieruchomo tkwiący pośród narzędzi zniszczenia anioł Dürerowskiej melancholii, na co Janine odrzekła, że pozorny nieład jej gospodarstwa naprawdę przedstawia doskonały lub przynajmniej dążący do doskonałości ład.

Tomas Tranströmer

1931-2015, Suecia

Probablemente, el poeta es empleado por el inconsciente colectivo, como almacenista lírico en una corporación humana llamada «Memoria».

Tommy Olofsson

Trad. F. J. Uriz

Noche de diciembre, 72

Aquí llego yo, el hombre invisible, tal vez empleado
en una gran Memoria para vivir justo ahora. Y paso en coche
 
ante la blanca iglesia cerrada — dentro hay un santo de madera
sonriente, desamparado, como si le hubiesen quitado las gafas
 
Está solo. Todo lo demás es ahora, ahora, ahora. La ley de la gravedad
                                                                          que nos empuja
a ir al trabajo por el día y a la cama por la noche. La guerra.

Instalaciones de Do-Ho Suh

Poeta jest przypuszczalnie zatrudniony przez zbiorową nieświadomość jako liryczny pracownik magazynu w zwykłej ludzkiej korporacji «Pamięć«.

Tommy Olofsson

Tłum. Leonard Neuger

Wieczór grudniowy 1972

A oto ja, niewidzialny człowiek, zatrudniony może
przez jakąś wielką Pamięć by żyć właśnie teraz. No i mijam

zamknięty na cztery spusty biały kościół, w którym stoi świątek
uśmiechnięty, bezradny jakby mu odebrano okulary.

Samotny. Wszystko inne jest teraz teraz teraz. Prawo ciążenia
                                                                          które wtłacza nas
w pracę za dnia i w łóżko nocą. Wojna.


The poet is probably employed by the collective unconscious, as a lyrical warehouse worker in the general human corporation «Memory»

Tommy Olofsson

Transl. Robin Fulton

Here I come, the invisible man, perhaps employed
by a Great Memory to live right now. And I am driving past

The locked-up white church—a wooden saint stands
smiling, helpless, as if they had taken away his glasses.

He is alone. Everything else is now, now, now. The law of gravity
                                                                           presses us
against our work by day and against our beds by night. The war.


Poeten är antagligen anställd av det kollektivt omedvetna, som lyrisk lagerarbetare på det allmänmänskliga aktiebolaget »Minne«.

Tommy Olofsson

Decemberkväll -72

Här kommer jag den osynlige mannen, kanske anställd
av ett stort Minne för att leva just nu. Och jag kör förbi

den igenbommade vita kyrkan – därinne står ett helgon av trä
leende, hjälplös, som om man tagit ifrån honom glasögonen.

Han är ensam. Allt det andra är nu, nu, nu. Tyngdlagen som
                                                                            pressar oss
mot arbetet om dagen och mot sängen om natten. Kriget.

Leopoldo María Panero

1948-2014, España

LA CUÁDRUPLE FORMA DE LA NADA

Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.

Collage propio a partir de un cuadro de Teresa Ramón

Tłum. Ada Trzeciakowska

POCZWÓRNA POSTAĆ NICOŚCI

Tak oto postrzegam tajemnicę wiersza
będącego tajemnicą tego, co samo się określa
haczykiem z nicości
obiecanym rybie czasu,
której bezzębna gęba ukazuje początki wiersza
w nicości unoszącej się przed słowem
i odmiennej od nicości sławionej przez wiersz
a także od tej nicości, w której wiersz dogorywa:
trzy zatem są postaci nicości
podobne wieprzom tańczącym wokół wiersza
tuż obok domu powalonego przez wiatr
i biada temu, kto powiedział, że nicość jest jedna
przed domem powalonym przez wiatr:
bo wilki idą w ślad za świtem form
świtem przypominającym nicość;
potrójna jest nicość i potrójny jest wiersz
zapisana wyobraźnia i lektura
i strony, które opadają opiewając nicość,
nicość nie będącą pustką, lecz amplitudą słów
Szekspirowskie ryby konające na plaży
oczekujące tam wśród zgliszczy świata
na pana z hełmem i mieczem
władcę nicości bez owocu.
Świadkiem jego ciało tu, gdzie kona,
że nic nigdy nie zostało napisane
i taka właśnie jest poczwórna postać nicości.

Robert Krajewski

1970 – 1991, Polonia

Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustrial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula Algo de una tortura latente.

Trad. Ada Trzeciakowska

la nieve que ha caído

creo
que tiene que ser una nieve hermosa

bella como una ensoñación
que se fue ayer
junto con las aves del Estínfalo

lloré durante toda la noche

ahora estoy jugando
con los dioses sobornables
-lo que está en juego es Platón-

Fotografías de Kansuke Yamamoto (1914–1987) 

Robert był poetą, który dorastał w tym samym mieście co ja – średniej wielkości, postindustrialnym, prowincjonalnym mieście w centralnej Polsce. Uczyliśmy się również w tym samym liceum. Zajęcia z języka i literatury odcisnęły piętno na nas wszystkich. Uczył nas profesor Włodzimierz Rutkowski, który potrafił zamienić te godziny w dzieła sztuki, w mistrzowskie wykady na poziomie akademickim. Braliśmy udział w tych samych konkursach literackich, tylko, że ja siedem lat później. Robert zmarł w wieku 21 lat z powodu krwiaka śródczaszkowego, o istnieniu którego nie wiedział. Pozostawił 77 wierszy, które krytycy zaliczają do nurtu wyobraźni ośmielonej (obok Romana Honeta). Jego obsesją była śmierć, poszukiwanie czułości w świecie, w którym miłość jest niemożliwa. Jego siła tkwi w absolutnej szczerości, która implikuje nihilizm i postawę krytyczną. Jego ostatni zbiór wierszy (1991) nosi tytuł Coś z utajonej kaźni.

ŚNIEG, KTÓRY SPADŁ

myślę
że to musi być piękny śnieg

piękny jak sen
który odszedł wczoraj
z ptakami stymfalskimi

płakałem przez noc

teraz gram
z bożkami sprzedajnymi –
stawką jest Platon

Robert Krajewski

1970 – 1991, Polonia

Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustrial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula Algo de una tortura latente.

Trad. Ada Trzeciakowska

ESCALERA DE JACOB

no hay claridad omnipresente
y no puedo ver tus ojos

te sorprenderá
dicen con desprecio
que no he visto
ejecuciones realizadas con destreza
que no conocí el olor
de la cal muerta

en verdad
los veo a todos
cada día
mientras suben por una escalera alta
de uno en uno ascienden
a los cielos

también veo a un joven
que expiró bajo el látigo
va subiendo lentamente
peldaño a peldaño
se detiene en la cima
de la escalera de jacob
mira a mi lado
suspira 
y se lanza al cielo
agitando sus flacos brazos
como un pájaro alcanzado por una bala

vuela sólo un momento
cae de bruces con estrépito
muere
pero su espalda, endurecida por la sangre
se pone más y más
azul

Fotografías de Francesca Woodman (1958-1981)

Robert był poetą, który dorastał w tym samym mieście co ja – średniej wielkości, postindustrialnym, prowincjonalnym mieście w centralnej Polsce. Uczyliśmy się również w tym samym liceum. Zajęcia z języka i literatury odcisnęły piętno na nas wszystkich. Uczył nas profesor Włodzimierz Rutkowski, który potrafił zamienić te godziny w dzieła sztuki, w mistrzowskie wykady na poziomie akademickim. Braliśmy udział w tych samych konkursach literackich, tylko, że ja siedem lat później. Robert zmarł w wieku 21 lat z powodu krwiaka śródczaszkowego, o istnieniu którego nie wiedział. Pozostawił 77 wierszy, które krytycy zaliczają do nurtu wyobraźni ośmielonej (obok Romana Honeta). Jego obsesją była śmierć, poszukiwanie czułości w świecie, w którym miłość jest niemożliwa. Jego siła tkwi w absolutnej szczerości, która implikuje nihilizm i postawę krytyczną. Jego ostatni zbiór wierszy (1991) nosi tytuł Coś z utajonej kaźni.

drabina jakubowa

mówią z pogardą
że nie widziałem
sprawnie prowadzonych egzekucji
że nie czułem zapachu
gaszonego wapna

zaprawdę
widzę ich wszystkich
codziennie
jak po wysokiej drabinie
wchodzą pojedynczo
w niebiosa
widzę też chłopca
który skonał pod pejczem
idzie powoli
szczebel po szczeblu
przystaje u szczytu
jakubowej drabiny
ogląda się w moją stronę
wzdycha
i rzuca się w niebiosa
wymachując chudymi rękami
jak postrzelony ptak

leci tylko chwilę
upada na twarz z łoskotem
umiera
ale jego zrogowaciałe od krwi plecy
błękitnieją
coraz bardziej

Kazimierz Ratoń

1942-1982, Polonia

Jardines

Si en algún lugar hay jardines que no se pudran
Si en algún lugar hay esos jardines

Si en algún lugar hay pastos del alba inapagable
Si en algún lugar hay tales pastos

Si en algún lugar hay flores que no escondan la muerte
Si hay en algún lugar hay tales flores

Entonces llevadme a ellos
Llevadme a los lugares que ardan.

Collage propio

Ogrody

Jeśli gdzieś są ogrody które nie gniją
Jeśli gdzieś są takie ogrody

Jeśli gdzieś są trawy zorzy niegasnącej
Jeśli gdzieś są takie trawy

Jeśli gdzieś są kwiaty w których nie ma śmierci
Jeśli gdzieś są takie kwiaty

To zaprowadźcie mnie do nich
Zaprowadźcie do miejsc płonących.

Robert Krajewski

1970 – 1991, Polonia

Robert fue un poeta que creció en la misma ciudad que yo, una mediana y postindustrial ciudad de provincia en Polonia central. También estudiábamos en el mismo instituto. Las clases de Lengua y Literatura nos marcaron a ambos. Nos enseñaba el profesor Włodzimierz Rutkowski, que convertía estas horas en obras de arte, en unas clases magistrales de nivel académico. Participábamos en los mismos concursos literarios solo que yo lo hice siete años más tarde. Robert murió a los 21 años a causa de un hematoma intracraneal cuya existencia ignoraba. Dejó 77 poemas, que los críticos incluyen dentro de la corriente de la imaginación envalentonada (junto con Roman Honet). Le obsesionaba la muerte, la búsqueda de la ternura en un mundo donde el amor es imposible. Su fuerza radica en la absoluta sinceridad que implica nihilismo y una postura crítica. Su último poemario (1991) se titula Algo de una tortura latente.

Trad. Ada Trzeciakowska

***

no hay claridad omnipresente
y no puedo ver tus ojos

te sorprenderá
que te toque
tiemblas
como una cuerda vidriosa

exiges
que hable de mujeres
que no eres
de hombres
que no soy

luego no dices nada más

antes de que pidas dolor
tengo que tocarte
una vez más
tan bellamente como pueda

Fotografía de Francesca Woodman (1958-1981)

Robert był poetą, który dorastał w tym samym mieście co ja – średniej wielkości, postindustrialnym, prowincjonalnym mieście w centralnej Polsce. Uczyliśmy się również w tym samym liceum. Zajęcia z języka i literatury odcisnęły piętno na nas wszystkich. Uczył nas profesor Włodzimierz Rutkowski, który potrafił zamienić te godziny w dzieła sztuki, w mistrzowskie wykady na poziomie akademickim. Braliśmy udział w tych samych konkursach literackich, tylko, że ja siedem lat później. Robert zmarł w wieku 21 lat z powodu krwiaka śródczaszkowego, o istnieniu którego nie wiedział. Pozostawił 77 wierszy, które krytycy zaliczają do nurtu wyobraźni ośmielonej (obok Romana Honeta). Jego obsesją była śmierć, poszukiwanie czułości w świecie, w którym miłość jest niemożliwa. Jego siła tkwi w absolutnej szczerości, która implikuje nihilizm i postawę krytyczną. Jego ostatni zbiór wierszy (1991) nosi tytuł Coś z utajonej kaźni.

***

nie ma wszechobecnej jasności
i nie widzę twoich oczu

pewno jesteś zdziwiona
że cię dotykam
dygoczesz
jak szklista cięciwa

żądasz
bym opowiadał o kobietach
którymi nie jesteś
o mężczyznach
którymi nie jestem

potem nie mówisz już nic

zanim poprosisz o ból
muszę cię dotknąć
raz jeszcze
najpiękniej jak potrafię

(1988)

María Ángeles Pérez López

¡Felicidades a María Ángeles en el día de su cumpleaños!

1967 – , España (Valladolid)

***

El bisturí inocula su dolor.
En el corte limpísimo florece
el polen que envenenan las avispas,
su aguijón turbulento y ofensivo.
La mesa del quirófano está lejos
de la luz y la tierra del jardín,
su amor desesperado por la vida
y el material mohoso del origen,
lejos de la pasión de los hierbajos
y la piedra porosa en la que sangra
la desgastada edad de las vocales
que escribieron verdad y compañía.

En la asepsia que exige el hospital,
el bisturí recorta el corazón
de la página blanca del poema,
la sábana que tapa el cuerpo enfermo.
No queda ni memoria ni alarido,
tan solo un hueco rojo en el lenguaje.
En la mano que empuña la salud
hay sin embargo un corte diminuto,
una línea de sangre y su alfabeto.

Fotografías de Laura Makabresku

Tłum. Ada Trzeciakowska

***

Skalpel zaraża swoim bólem.
W dziewiczym nacięciu rozkwita
pyłek zatruwany przez osy,
ich gniewne i zaczepne żądło.
stół operacyjny daleko
od światła i ziemi ogrodu,
jego kurczowej żądzy życia
i pleśni materii początku,
daleko od uporu chwastów
i porów kamienia, gdzie krwawi
wyniszczony czas samogłosek,
zapisawszy prawdę i więzi.

Pośród szpitalnej aseptyki,
ostrze skalpela wycina kształt
serca na białej strony wiersza,
prześcieradle na chorym ciele.
Nie została pamięć ani krzyk,
tylko krwawa dziura w języku.
Na dłoni, która włada zdrowiem
jest jednak niewielkie nacięcie,
nikła strużka krwi, jej alfabet.

Tomas Tranströmer

1931-2015, Suecia

Trad. F. J. Uriz

Bálticos V

30 de julio. La ensenada ha devenido excéntrica –por primera vez en años hoy las medusas bullen en el mar, avanzan hinchándose lenta y considerablemente, pertenecen a la misma compañía naviera: AURELIA, andan sin rumbo como flores después de un entierro en el mar, si se las saca del agua pierden completamente su forma, como cuando se arranca del silencio una verdad indescriptible y se formula convirtiéndola en gelatina muerta, sí, son intraducibles, tienen que permanecer en su elemento.

2 de agosto. Algo quiere ser dicho pero las palabras se niegan.
Algo que no puede decirse,
afasia,
no hay palabras, pero tal vez sí un estilo…
 
A veces uno se despierta por la noche
y garabatea rápido unas palabras
en el papel que más a mano tiene, en el margen de un periódico
(¡las palabras irradian significado!)
pero por la mañana: esas mismas palabras ya no dicen nada, garabatos, lapsus                     linguae.
¿O fragmentos del gran estilo nocturno que pasó de largo?
 
La música le llega a un hombre, es compositor, se interpretan sus obras, hace carrera,        llega a ser director del conservatorio.
Cambia la situación, las autoridades lo condenan.
Nombran como fiscal a su alumno K***.
Es amenazado, degradado, relegado.
Pasan algunos años y su desgracia va cediendo, es rehabilitado.
Llega entonces el derrame cerebral: parálisis en el lado derecho con afasia, solo              entiende frases cortas, dice palabras equivocadas.
Por consiguiente no le afectan ni honores ni condenas.
Pero la música sigue en él, continúa componiendo en su propio estilo,
se convierte en una sensación médica el tiempo que le queda por vivir.
 
Puso música a textos que ya no entendía–
de la misma manera
expresamos algo con nuestras vidas
en el coro que tararea los lapsus linguae.
Las conferencias sobre la muerte duraron varios trimestres. Yo asistía junto con              compañeros que no conocía
(¿quiénes sois?)
–después cada uno se iba a lo suyo, perfiles.
 
Miré hacia el cielo y hacia la tierra y de frente
y desde entonces estoy escribiendo una larga carta a los muertos
en una máquina de escribir que no tiene cinta sino una estría en el horizonte,
así que las palabras repiquetean en vano y no queda nada grabado.
 
Estoy con la mano en el picaporte de la puerta, le tomo el pulso a la casa.
Las paredes están tan llenas de vida
(los niños no se atreven a dormir solos en el cuartito de arriba –lo que a mí me da              tranquilidad a ellos los intranquiliza).
 
3 de agosto. Allí fuera en la hierba húmeda
se arrastra un saludo de la Edad Media: el caracol de Borgoña,
un caracol que resplandece sutilmente, en su gris amarillento, con su casa a cuestas,
trasplantado por monjes que gustaban de escargots– sí, aquí hubo franciscanos,
abrieron canteras y quemaron piedra caliza, la isla fue suya en 1288, donación del rey              Magnus
(«Esas limosnas y otras parecidas / lo esperarán en el reino de los cielos»),
cayeron los bosques, ardían los hornos, la cal navegaba rumbo a los conventos en              construcción…
El hermano caracol
está casi inmóvil en la hierba, sus tentáculos se retraen
y se desarrollan, perturbaciones y dudas…
¡Cómo se parece a mí en mi búsqueda!
 
El viento que ha soplado con tanta meticulosidad todo el día
–en los arrecifes más lejanos están contadas todas las briznas de hierba–
ha amainado en el interior de la isla. La llama de la cerilla se yergue vertical.
La pintura marina y la pintura del bosque oscurecen juntas.
También el follaje de los árboles de cinco pisos se vuelve negro.
«Cada verano es el último». Palabras vacías, sin sentido
para los seres que viven en la media noche de finales de verano
cuando los grillos cosen a máquina como desesperados
y el Báltico está cerca
y el solitario grifo de agua se levanta entre el rosal silvestre
como una estatua ecuestre. El agua sabe a hierro.

Fotogramas de Como en un espejo/ Jak w zwierciadle / Såsom i en spegel (1961) de Ingmar Bergman

Tłum. Leonard Neuger

morza bałtyckie v

30 lipca. Zatoka zrobiła się ekscentryczna — dzisiaj zaroiło się od meduz po raz pierwszy od lat. Pompują się w przód spokojnie i litościwie, należą do tego samego armatora: AURELIA, dryfują jak kwiaty po pogrzebie morza; gdy je wyjąć z wody znika cały ich kształt jak nieopisana prawda wyciągnięta z ciszy i przeformułowana w martwą galaretkę. No tak, są nieprzekładalne. Muszą pozostać w swoim żywiole.

2 sierpnia. Coś chce się wypowiedzieć lecz słowa nie zgadzają się na to.
Coś czego nie da się powiedzieć
afasia
nie ma słów ale być może styl…
 
Bywa że człowiek budzi się nocą
i rzuca szybko kilka słów
na pierwszą lepszą kartkę, na margines gazety
(słowa tryskają sensem!)
lecz rankiem: te same słowa nie mówią już nic. Gryzmoły. Przejęzyczenia.
A może fragmenty wielkiego nocnego stylu który obok przeciągał?
 
Muzyka przychodzi do człowieka. Jest kompozytorem, grają go, robi karierę, zostaje              szefem konserwatorium.
Koniunktura się zmienia. Zostaje wyklęty przez władze.
Na głównego oskarżyciela powołuje się jego ucznia Ch***.
Grożą mu, degradują, zsyłają.
Po kilku latach mija niełaska łagodnieje. Zostaje przywrócony.
 
I wtedy przychodzi wylew: paraliż prawostronny z afazją. Pojmuje tylko krótkie frazy. Przekręca słowa.
Jest więc nieosiągalny dla awansów i potępień.
Lecz muzyka pozostała. Wciąż komponuje we własnym stylu,
staje się sensacją medyczną w tym czasie, który mu jeszcze pozostał do życia.
 
Pisał muzykę do tekstów, których już nie rozumiał —
w identyczny sposób
wyrażamy coś naszym życiem
w nucącym chórze przejęzyczeń.
Wykłady śmierci trwały wiele semestrów. Byłem obecny wraz z kolegami, których nie             znałem
(cóż z was za jedni?)
— potem każdy powrócił do swego. Profile.
 
Spoglądałem w niebo i w ziemię i na wprost
i od tamtej pory piszę długi list do umarłych
na maszynie nie posiadającej barwnej taśmy tylko pasek horyzontu
więc słowa na próżno łomoczą i nic nie pozostaje.
 
Stoję z ręką na klamce. Mierzę domowi puls.
Ściany mają w sobie tyle życia
(dzieci boją się same spać w izbie na piętrze — to co mnie daje poczucie             bezpieczeństwa, wzbudza w nich niepokój).
 
3 sierpnia. Na dworze w wilgotnej trawie
pełza pozdrowienie ze średniowiecza: winniczek
delikatny błyszczący żółtoszaro ślimak z dachem na kotwicy
wyhodowany przez mnichów, którzy lubili escatgots — tak, franciszkanie tu byli
wydobywali kamień i palili wapno, wyspa weszła w ich posiadanie w 1288 roku z             nadania króla Magnusa
(„Tito jełmożny jako też ine togo rodzayu / tenraz ji potykayą w niebyeskim rayu”)
las padał, piece płonęły, wapno spławiano do zabudowań klasztornych…
Brat ślimak
stoi prawie nieruchomo w trawie, wystawia i chowa
rożki. Zakłócenia i wahanie…
Jakże on przypomina mnie w moim poszukiwaniu!
 
Wiatr który tak starannie wiał cały dzień
— na najdalszych szkierach wszyściutkie źdźbła są policzone —
spoczął spokojnie gdzieś na wyspie. Płomień zapałki prosto świeci.
Obraz marynistyczny i obraz sylwiczny razem ciemnieją.
Czernieje też zieleń pięciopiętrowych drzew.
„Każde lato jest ostatnim”. To puste określenia
tych stworzeń nocy letniej,
gdy świerszcze szyją na maszynie jak najęte
i Morze Bałtyckie jest blisko
i samotna studnia wznosi się pośród krzewów dzikiej róży
jak posąg jeźdźca. Woda ma smak żelaza.
 

Transl. Robin Fulton

Baltics V

July 30th. The strait has become eccentric – swarming with jellyfish today for the first time in years, they pump themselves forward calmly and patiently, they belong to the same lint: Aurelia, they drift like flowers after a sea-burial, if you take them out of the water all their form vanishes, as when an indescribable truth is lifted out of silence and formulated to an inert mass, but they are untranslatable, they must stay in their own element.  
 
August 2nd. Something wants to be said but the words don’t agree.
Something which can’t be said,
aphasia,  
there are no words but perhaps a style…
 
You can wake up in the small hours
jot down a few words   
on the nearest paper, a newsprint margin
(the words radiate meaning!)
but in the morning: the same words now say nothing, scrawls, slips-of-the-tongue.
Or fragments of the high nocturnal style that drew past?
 
Music comes to a man, he’s a composer, he’s played, makes a career, becomes                         Conservatory Director.
The climate changes, he’s condemned by the authorities.
His pupil K. is set up as prosecutor.
He’s threatened, degraded, removed.
After a few years the disgrace lessens, he’s rehabilitated.
Then, cerebral haemorrhage: paralysis on the right side with aphasia, can grasp only             short phrases, says the wrong words.
Beyond the reach of eulogy or execration.
But the music’s left, he goes on composing in his own style,
for the rest of his days he becomes a medical sensation.
 
He wrote music to texts he no longer understood –
in the same way
we express something through our lives
in the humming chorus full of mistaken words.
 
The death-lectures went on for several terms. I attended
together with people I didn’t know
(who are you?)
– then each went his own way, profiles.
 
I looked at the sky and at the earth and straight ahead
and since then I’ve been writing a long letter to the dead
on a typewriter with no ribbon just a horizon line
so the words knock in vain and nothing sticks.
 
I pause with my hand on the door-handle, take the pulse of the house.
The walls are so full of life
(the children don’t dare to sleep alone in the little room upstairs – what makes me             safe makes them uneasy).
 
August 3rd. Out there in the damp grass
a greeting shuffles from the Middle Ages, the Edible Snail,
subtle gleaming grey-and-yellow, with his house aslant,
introduced by monks who liked their escargots – the Franciscans were here,  
broke stone and burned lime, the island became theirs in 1288, a gift of King Magnus
(‘Almes fordoth all wykkednes / And quenchyth synne and makyth hyt les’)  
the forest fell, the ovens burned, the lime was shipped in for the building of the                         monastery…  
                            Sister snail
almost motionless in the grass, the antennae are sucked in
and rolled out, disturbances and hesitation…
How like myself in my searching!  
 
The wind that’s been blowing carefully all day
– the blades of grass on the outer skerries are all counted –
has lain down peacefully at the heart of the island. The match-flame stands straight.  
The sea-painting and the forest-painting darken together.
The foliage on the five-storey trees turns black.
‘Each summer is the last.’ Empty words
for the creatures in the late summer midnight
where the crickets whirr their sewing-machines frantically
and the Baltic is close
and the lonely water-tap rises among the wild roses
like the statue of a horseman. The water tastes of iron.

Tadeusz Różewicz

1921- 2014, Polonia

Trad. Fernando Presa González

Le grité

Le grité
hace diez años

se fue
en zapatillas de papel
negro brillante

«no te expliques
-decía-
no hace falta»

le grité
en el pasillo vacío
del hospital

era julio bochorno
se desconchaba la pintura correosa
en las paredes

olía a tilo
en el parque municipal
cubierto de hollín

yo impío
quería llorar una pradera para ella
cuando agonizando
ella desdeñaba jadeante
el vacío y terrible más allá

en un abrir y cerrar de ojos
volvió en sí al pueblo
quise conseguir para ella suplicando
en la última hora
un árbol
una nube un pájaro

veo sus diminutos pies
en unas zapatillas
de papel

me senté
entre la mesa y el féretro
impío quise un milagro
en una jadeante ciudad industrial
en la segunda mitad
del siglo XX
esta cosa
sacada de mí
a la luz llora

Fotografías de Tony Luciani

KRZYKNĄŁEM NA NIĄ…

krzyknąłem na Nią
przed dziesięciu laty

odeszła
w pantoflach z czarnego
błyszczącego papieru

«nie tłumacz się
-powiedziała-
nie trzeba»

krzyknąłem na Nią
w pustym
szpitalnym korytarzu

był lipiec upał
łuszczyła się farba olejna
na ścianach

pachniały lipy
w miejskim pokrytym kopciem
parku

ja bezbożny
chciałem dla niej wypłakać łąkę
kiedy konając
odpychała zdyszana
puste i straszne zaświaty

wróciła na mgnienie oka
do siebie na wieś
chciałem dla niej wyżebrać
w ostatniej godzinie
drzewo
chmurę ptaka

widzę jej stopy drobne
w czarnych papierowych
pantoflach

siedziałem między
stołem i trumną
bezbożny chciałem cudu
w przemysłowym zdyszanym
mieście w drugiej połowie
XX wieku
ta rzecz płacze
wyjęta ze mnie
na światło

Ewa Jarocka

1980 – , Polonia

Poema del nuevo libro de Ewa «Sombras de los perros que gimen» nominado, hace pocos días, al Premio Literario Gdynia (unos de los premios más importantes de Polonia)

Trad. Ada Trzeciakowska

puedo demostrarlo

la tapa del frasco se ha aflojado.
tal vez alguien quiso abrir el tarro con un cuchillo,
introduciendo dentro un poco de cristal, es tan
insensato, meter el ojo en el interior, girar el fondo del frasco,
a ver si afloja la tapa y la vida sabe a frambuesa.
es el otoño quien se metió dentro, lo encierro ahora
en el frigorífico y lo relamo, no quiere hablar conmigo
porque maté una araña, aunque la pude haber domesticado.
no sé de amor, ¿qué le podría haber ofrecido?
¿segunda vida en la que alimentarla con azúcar
y dejar que coma carne? Yo misma
engulliría frambuesas, como si se tratara de una enfermedad.

Fotograma de Amélie de Jean-Pierre Jeunet

Wiersz z nowego tomiku Ewy «Cienie piszczących psów», kilka dni nominowano go do Nagrody Literackiej Gdynia.

mam na to papiery

pokrywka od słoika poluzowała się.
być może ktoś chciał otworzyć słój nożem,
wprowadzając do środka trochę szkła, to takie
niemądre, pchać oko do wnętrza, przekręcać dno słoika,
bo może pokrywka odskoczy, a życie będzie malinowe.
to jesień władowała się do środka, wciskam ją teraz
do lodówki i oblizuję, nie chce ze mną gadać,
bo zabiłam pająka, a mogłam go oswoić.
nie znam się na miłości, co mogłabym mu dać?
drugie życie, w którym karmiłabym go cukrem
i pozwoliłabym mu jeść mięso? sama
żarłabym maliny, jakby to była jakaś choroba.

Tomas Tranströmer

1931-2015, Suecia

Trad. Roberto Mascaró

Góndola fúnebre N°2

I

Dos hombres, suegro y yerno, Liszt y Wagner, viven junto al Canal Grande
con la inquieta esposa del rey Midas,
ése que transforma en Wagner todo lo que toca.
El frío verde del mar atraviesa los pisos del palacio.
Wagner destaca, el conocido perfil de títere; parece más  cansado;
el rostro, una bandera blanca.
La góndola cargada pesadamente con sus vidas; dos pasajes de ida y vuelta y otro sólo de ida.

II

Una ventana del palacio se abre con el viento y el súbito  soplo provoca muecas.
Sobre el agua aparece la góndola del  basurero impulsada  por dos bandidos con remo.
Liszt ha escrito unos acordes tan pesados que deberían ser enviados a analizar
en el Instituto de Mineralogía de Padua.
¡Meteoritos!
Demasiado pesados para la quietud, pueden sólo hundirse más y más, futuro abajo, hasta
los años de las camisas pardas.
La góndola, pesadamente cargada con las  hacinadas piedras del futuro.

III

Rendijas, hacia 1990.

25 de marzo. Inquietud por Lituania.
Soñé que visitaba un gran hospital.
No tenía funcionarios. Todos eran pacientes.

En el mismo sueño, una niña recién nacida
hablaba con completas oraciones.

IV

Junto al yerno, que es hombre de su tiempo, Liszt es un apolillado grandseigneur.
Es un disfraz.
El abismo, que ensaya y descarta máscaras  diferentes, ha elegido justo ésta para él,
el abismo, que quiere subir hasta los hombres sin mostrar
su rostro.

V

El Abate Liszt está habituado a cargar él
mismo su maleta por soles y por nieves
y cuando muera un día, nadie irá a esperarlo a la estación.
La tibia brisa de un coñac excelente lo conduce a la tarea.
Siempre tiene tarea.
¡Dos mil cartas al año!
El escolar que escribe cien veces el palote, antes de que le permitan volver a casa.
La góndola cargada pesadamente de vida; es sencilla y negra.

VI

De regreso en 1990.

Soñé que conducía doscientos quilómetros en vano.
Entonces, todo se agigantó. Gorriones enormes como gallinas
cantaban de modo ensordecedor.

Soñé que dibujaba teclas de piano
en la mesa de cocina. Tocaba sordamente en ellas.
Los vecinos acudían a escuchar.

VII

El clavicordio que calló durante todo
Persifal (aunque estaba escuchando) puede al fin decir algo.
Suspiros… sospiri…
Mientras Liszt toca, esta noche, mantiene apretado  el pedal marino
para que la fuerza verde del mar suba a través del piso y se una a todas las piedras del edificio. 
¡Buenas tardes, bello abismo!
La góndola cargada pesadamente de vida; es sencilla y negra.

VIII

Soñé que llegaba tarde el primer día de clases.
Todos en el salón  llevaban máscaras blancas sobre el rostro.
Imposible decir quién era el maestro.

Nota
Desde el 19 de noviembre de 1882 haste el 13 de enero de 1883, Liszt visitó a su hija Cosima y a su marido Richard Wagner en el Palazzo Vendramin, en Venecia. Inspirado al ver Liszt un par de góndolas funerarias y bajo una ‘premonición’, compuso dos piezas para piano que se publicaron bajo el título de «Góndola fúnebre». Wagner moriría al mes siguiente, el 13 de febrero de 1883.


Tłum. Leonard Neuger

Gondola żałobna nr 2

I

Dwóch dziadków, teść i zięć, Liszt i Wagner, mieszka przy Canale Grande
wraz z tą niespożytą kobietą, co wyszła za króla Midasa,
który czego nie dotknie, przemienia w Wagnera.
Zielony ziąb morza przenika przez posadzki do pałacu.
Wagner jest naznaczony, znany profil Kacperka jeszcze bardziej umordowany niż dawniej,
twarz – białą flagą.
Gondola z ciężkim ładunkiem ich życia, dwa powrotne, jeden w jedną stronę.

II

Jedno z okien pałacu otwiera się i w nagłym przeciągu – czyjaś wykrzywiona twarz.
Na dole płynie gondola śmieciarzy poruszana przez dwóch jednowiosłowych bandytów.
Liszt zapisał kilka akordów tak ciężkich, że trzeba by je przekazać
Instytutowi Mineralogicznemu w Padwie do analizy.
Meteoryty!
Zbyt ciężkie by trwać w spoczynku, mogą tylko spadać i spadać w przyszłość
do czasu koszul brunatnych.
Gondola z ciężkim ładunkiem skulonych kamieni przyszłości.

III

Widok na rok 1990.

25 marca. Niepokój o Litwę.
Śniło mi się, że odwiedzam wielki szpital.
Brakowało personelu. Wszyscy byli pacjentami.

W tym samym śnie nowo narodzona dziewczynka,
która mówiła całymi zdaniami.

IV

Przy zięciu, człowieku swoich czasów, Liszt jest wyliniałym światowcem.
Ale to tylko pozór.
Głębia, która przymierza i odrzuca różne maski,
tę właśnie wybrała dla niego –
głębia, która chce przyjść do ludzi nie ukazując twarzy.

V

Wielebny Liszt zwykle sam dźwiga swój bagaż przez roztopy i upały,
a kiedy umrze, nikt nie wyjdzie po niego na stację.
Ciepła bryza bardzo uzdolnionego koniaku zabierze go w połowie misji.
Wciąż ma jakąś misję do spełnienia.
Dwa tysiące listów rocznie!
Uczniak przepisujący sto razy błędnie napisany wyraz zanim mu wolno pójść do domu.
Gondola z ciężkim ładunkiem życia, jest zwykła i czarna.

VI

Z powrotem do roku 1990.

Śniło mi się, że jadę niepotrzebnie dwieście kilometrów.
I wszystko było powiększone. Wróble wielkie jak kury
śpiewały aż uszy puchły.

Śniło mi się, że narysowałem klawisze fortepianu
na kuchennym stole. Grałem na nich, bezgłośnie.
Przyszli sąsiedzi, żeby posłuchać.

VII

Fortepian, który milczał przez całego Parsifala (ale słuchał), nareszcie
może się odezwać.
Skargi… Sospiri…
Dziś wieczorem Liszt gra ciągle na wciśniętym pedale morza,
tak że zielona potęga morza przenika przez posadzkę, wtapia się
w kamienie budynku.
Dobry wieczór, śliczna głębio!
Gondola z ciężkim ładunkiem życia, jest zwykła i czarna.

VIII

Śniło mi się, że pierwszy raz idę do szkoły i jestem spóźniony.
W klasie wszyscy nosili białe maski.
Kto był nauczycielem, trudno orzec.

Komentarz
Między 19 listopada 1882 a 13 stycznia 1883 Liszt odwiedził swoją córkę Cosimę i jej męża Richarda Wagnera w Palazzo Vendramin w Wenecji. Zainspirowany tym parą gondoli pogrzebowych i kierowany przeczuciem” skomponował dwa utwory na fortepian, które ukazały się pod tytułem „Funeral Gondola”. Wagner umarł w następnym miesiącu, 13 lutego 1883 roku.

Transl. Patty Crane

Sorrow Gondola No. 2

I

Two old men, father-and son-in-law, Liszt and Wagner, are staying by the Grand Canal
together with the restless woman who is married to King Midas,
he who changes everything he touches to Wagner.
The ocean’s green cold pushes up through the palazzo floors.
Wagner is marked, his famous Punchinello profile looks more tired than before,
his face a white flag.
The gondola is heavy-laden with their lives, two round trips and a one-way.

II

A window in the palazzo flies open and everyone grimaces in the sudden draft.
Outside on the water the trash gondola appears, paddled by two one-oared bandits.
Liszt has written down some chords so heavy, they ought to be sent off
to the mineralological institute in Padua for analysis.
Meteorites!
Too heavy to rest, they can only sink and sink straight through the future all the way down to the Brownshirt years.
The gondola is heavy-laden with the future’s huddled-up stones.

III

Peep-holdes into 1990.

March 25th. Angst for Lithuania.
Dreamt I visited a large hospital.
No personnel. Everyone was a patient.

In the same dream a newborn girl
who spoke in complete sentences.


IV

Beside the son-in-law, who’s a man of the times, Liszt is a moth-eaten grand seigneur.
It’s a disguise.
The deep, that tries on and rejects different masks, has chosen this one just for him—
the deep that wants to enter people without ever showing its face.

V

Abbé Liszt is used to carrying his suitcase himself through sleet and sunshine
and when his time comes to die, there will be no one to meet him at the station.
A mild breeze of gifted cognac carries him away in the midst of a commission.
He always has commissions.
Two thousand letters a year!
The schoolboy who writes his misspelled word a hundred times before he’s allowed
        to go home.
The gondola is heavy-laden with life, it is simple and black.

VI

Back to 1990.

Dreamt I drove over a hundred miles in vain.
Then everything magnified. Sparrows as big as hens
sang so loud that it briefly struck me deaf.

Dreamt I had drawn piano keys
on my kitchen table. I played on them, mute.
The neighbors came over to listen.

VII

The clavier, which kept silent through all of Parsifal (but listened), finally has
        something to say.
Sighs…ospiri…
When Liszt plays tonight he holds the sea-pedal pressed down
so the ocean’s green force rises up through the floor and flows together with all the
       stone in the building.
Good evening, beautiful deep!
The gondola is heavy-laden with life, it is simple and black.

VIII

Dreamt I was supposed to start school but arrived too late.
Everyone in the room was wearing a white mask.
Whoever the teacher was, no one could say.

Notes:
In late 1882 and early 1883, Liszt visited his daughter Cosima and her husband, Richard Wagner, in Venice. Wagner died several months later. During this time Liszt composed two piano pieces which were published under the title «Sorrow Gondola.»

Sorgegondolen nr 2

I

Två gubbar, svärfar och svärson, Liszt och Wagner, bor vid Canal Grande
tillsammans med den rastlösa kvinnan som är gift med kung Midas
han som förvandlar allting han rör vid till Wagner.
Havets gröna köld tränger upp genom golven i palatset.
Wagner är märkt, den kända kasperprofilen är tröttare än förr
ansiktet en vit flagg.
Gondolen är tungt lastad med deras liv, två tur och retur och en enkel.

II

Ett fönster i palatset flyger upp och man grimaserar i det plötsliga draget.
Utanför på vattnet visar sig sopgondolen paddlad av två enårade banditer.
Liszt har skrivit ner några ackord som är så tunga att de borde skickas
till mineralogiska institutionen i Padova för analys.
Meteoriter!
För tunga för att vila, de kan bara sjunka och sjunka genom framtiden ända ner
till brunskjortornas år.
Gondolen är tungt lastad med framtidens hopkurade stenar.

III

Gluggar mot 1990.
25 mars. Oro för Litauen.
Drömde att jag besökte ett stort sjukhus.
Ingen personal. Alla var patienter.
I samma dröm en nyfödd flicka
som talade i fullständiga meningar.

IV

Bredvid svärsonen som är tidens man är Liszt en maläten grandseigneur.
Det är en förklädnad.
Djupet som prövar och förkastar olika masker har valt just den här åt honom –
djupet som vill stiga in till människorna utan att visa sitt ansikte.

V

Abbé Liszt är van att bära sin resväska själv genom snöglopp och solsken
och när han en gång skall dö är det ingen som möter vid stationen.
En ljum bris av mycket begåvad konjak för honom bort mitt i ett uppdrag.
Han har alltid uppdrag.
Tvåtusen brev om året!
Skolpojken som skriver det felstavade ordet hundra gånger innan han får gå hem.
Gondolen är tungt lastad med liv, den är enkel och svart.
VI

Åter till 1990.
Drömde att jag körde tjugo mil förgäves.
Då förstorades allt. Sparvar stora som höns
sjöng så att det slog lock för öronen.
Drömde att jag ritat upp pianotangenter
på köksbordet. Jag spelade på dem, stumt.
Grannarna kom in för att lyssna.

VII

Klaveret som har tigit genom hela Parsifal (men lyssnat) får äntligen säga något.
Suckar…sospiri…
När Liszt spelar ikväll håller han havspedalen nertryckt
så att havets gröna kraft stiger upp genom golvet och flyter samman med all sten i byggnaden.
Godafton vackra djup!
Gondolen är tungt lastad med liv, den är enkel och svart.

VIII

Drömde att jag skulle börja skolan men kom försent.
Alla i rummet bar vita masker för ansiktet.
Vem som var läraren gick inte att säga.

Kommentar
Vid årsskiftet 1882/1883 besökte Liszt sin dotter Cosima och hennes man, Richard Wagner, i Venedig. Wagner dog några månader senare. Under denna tid komponerade Liszt två pianostycken som publicerades under titeln ”Sorgegondol”.



Fullständig text här

José Watanabe

1946-2007, Perú

Cielo de hospital

santa
vaciada
BLANCA VARELA

 Mi útero de humo
sale por la chimenea y se disuelve como nimbo
en este cielo que nunca tiene violencias.
Una violencia de cielo me hubiera consolado más.
 
Una enfermera cruza el jardín, ninguna
flor anuncia mi dolor. El dolor solo está
en los confines de la carne que aún me resta.
 
Mi útero
debió irse como un globo festivo
lleno de novios y nonatos. Él me convertía
en un animal muy bello
cuando urdía otro cuerpo.
Debió irse entonces
como un odre de dioses, ebrio y feliz, no víscera
de triste mamífero
en la bandeja de cirugía, no huevo
de la amargura.
 
La muerte se me acunó como hijo
y ahora también es humo de crematorio.
La cólera
o el ansia de belleza que impulsa a los árboles
a restituir la rama podada, está conmigo. Todo será
restablecido.
Voy a formar
una matriz nueva, un cuenco hondo como dos manos juntas,
no para frito, no importa si huera
 
pero ahí

Tłum. Ada Trzeciakowska

Szpitalne niebo

święta
spustoszona

BLANCA VARELA

Moja macica z dymu
ulatuje kominem i rozpływa się jak deszczowa chmura
na tym niebie zawsze pozbawionym aktów przemocy.
Przemoc nieba pocieszyłaby mnie bardziej.

Pielęgniarka przechodzi przez ogród, żaden
kwiat nie zapowiada mojego bólu. Ból istnieje tylko
w tych zakątkach ciała, które jeszcze mi pozostały.

Moja macica
musiała odlecieć jak radosny balon
pełen ukochanych i nienarodzonych. To ona czyniła ze mnie
piękne zwierzę
będąc osnową dla innego ciała.
Musiała odejść zatem
jak bukłak bogów, pijany i szczęśliwy, a nie trzewia
smutnego ssaka
na chirurgicznej tacy, nie jajeczko
zgorzknienia.

Śmierć ukołysała mi się jak dziecko
a teraz jest też dymem z krematorium.
Gniew
czy pragnienie piękna, które popycha drzewa
do odtworzenia odciętej gałęzi, jest ze mną. Wszystko
zostanie odtworzone.
Uformuję
nową macierz, misę głęboką jak dwie złączone dłonie,
nie na chleb, nie ważne, że pustą

byle tam

Lars Gustafsson

1936-2016, Suecia

Trad. Aleisa Ribalta

El silencio del mundo antes de Bach

Tiene que haber existido un mundo antes
del trío de sonatas en Do mayor, un mundo antes de la partita en A menor,
pero ¿cómo era ese mundo?
Una Europa de enormes y vacías estancias sin resonar
llena de instrumentos desconocidos,
donde Musikalisches Opfer y Wohltemperiertes Klavier
nunca pasaron por un teclado.
Lejanas y silenciosas iglesias
donde jamás la voz de la soprano en la Pasión de la Resurrección
se enredó en amor desmedido alrededor de una flauta
de suaves movimientos,
grandes y leves paisajes
donde solo los viejos leñadores se escuchaban con sus hachas
mezclados con el sano ladrido de los perros en invierno
y – como un campana – patines mordiendo el hielo reluciente;
golondrinas que se cruzaban en el aire de verano,
la caracola donde los niños escuchaban el mar
y en ningún lugar Bach ningún lugar Bach
el silencio de los patines antes de Bach.

El silencio antes de Bach (2007): película de Pere Portabella inspirada en este poema

Tłum. Zbigniew Kruszyński

Milczenie świata przed Bachem

Musiał istnieć świat przed
Sonatą D-dur, świat przed Partitą a-moll,
ale jaki świat?
Europa wielkich pustych pomieszczeń, bezdźwięcznych,
wszędzie nieświadome instrumenty,
gdzie Musikalisches Opfer i Wohltemperiertes Klavier
nigdy nie przebiegły przez klawiaturę.
Kościoły na pustkowiu,
w których sopran z Pasji wg św. Mateusza
nie splatał się w beznadziejnej miłości z miękkimi
ruchami fletu,
wielkie łagodne krajobrazy,
gdzie słychać tylko siekiery starych drwali,
zimą zdrowe głosy silnych psów
i -niczym dzwon- łyżwy na gładkim lodzie;
jaskółki, które latem gwiżdżą w powietrzu,
muszla, której słucha dziecko
i nigdzie Bacha nigdzie Bacha,
milczenie łyżew świata przed Bachem.

Fotogramas de la película de Pere Portabella

Transl. Philip Martin

The Stillness of the World before Bach

There must have been a world before
the Trio Sonata in D, a world before the A minor Partita,
but what kind of a world?
A Europe of vast empty spaces, unresounding,
everywhere unawakened instruments
where the Musical Offering, the Well-tempered Clavier
never passed across the keys.
Isolated churches
where the soprano-line of the Passion
never in helpless love twined round
the gentler movements of the flute,
broad soft landscapes
where nothing breaks the stillness
but old woodcutters’ axes,
the healthy barking of strong dogs in winter
and, like a bell, skates biting into fresh ice;
the swallows whirring through summer air,
the shell resounding at the child’s ear
and nowhere Bach nowhere Bach
the world in a skater’s silence before Bach.

Världens tystnad före Bach

Det måste ha funnits en värld före
Triosonatan i D, en värld före a-mollpartitan,
men hur var den världen?
Ett Europa av stora tomma rum utan genklang
överallt ovetande instrument,
där Musikalisches Opfer och Wohltemperiertes Klavier
aldrig hade gått över en klaviatur.
Ödsligt belägna kyrkor
där aldrig Påskpassionens sopranstämma
i hjälplös kärlek slingrat sig kring flöjtens
mildare rörelser,
stora milda landskap
där bara gamla vedhuggare hörs med sina yxor
det friska ljudet av starka hundar om vintern
och – som en klocka – skridskor som biter i glansis;
svalorna som svirrar i sommarluften
snäckan som barnet lyssnar till
och ingenstans Bach ingenstans Bach
världens skridskotystnad före Bach