1920-1970, Rumanía/Alemania
Trad. José Luis Reina Palazón
***Cuenta las almendras
Cuenta las almendras,
cuenta lo que era amargo y te mantuvo en vela,
cuéntame con ellas:
Yo busqué tu ojo cuando lo abriste y nadie te miraba,
hilé aquel hilo secreto
por el que el rocío que pensaste
resbaló hasta los cántaros
que protege un proverbio que de nadie encontró el corazón.
Sólo allí entraste enteramente en ese nombre que es el tuyo,
avanzaste con pie firme hasta ti,
libres batieron los mazos en la cabeza de campana de tu silencio,
llegó a tu encuentro lo bien oído,también lo muerto ciñó con su brazo,
y los tres os fuisteis a través de la tarde.
Hazme amargo.
Cuéntame con las almendras.
Trad. Jesús Munárriz
***Cuenta las almendras
Cuenta las almendras,
cuenta lo que era amargo y te mantuvo en vela,
inclúyeme en la cuenta:
Busqué tu ojo cuando lo abriste y nadie te vio,
hilé aquel hilo secreto
por el que el rocío que pensaste
resbaló hasta los cántaros
que una sentencia, que en nadie encontró corazón, preserva.
Sólo allí entraste del todo en el nombre que es tuyo,
avanzaste con pie seguro hacia ti,
batieron los martillos libremente en la melena de la campana
de tu silencio,
se reunió contigo lo escuchado,
echó también lo muerto el brazo sobre ti,
y los tres avanzasteis por la noche.
Hazme amargo.
Cuéntame entre las almendras.
Tłum. Tymoteusz Karpowicz
***Policz migdały
Policz migdały,
policz, co było gorzkie i ciebie wzmacniało,
dolicz mnie do nich.
Szukałem twego oka, gdy je otwarłaś i nikt nie spoglądał na ciebie,
przędłem tajemną nić,
po której twoja wymyślona rosa
uciekła do dzbanów
strzeżonych sentencją, która nie dotarła do żadnego serca.
Tam dopiero wkroczyłaś całkowicie w imię, które do ciebie należy,
weszłaś nogą w siebie,
kołysały się młoty w więźbie dzwonów twego milczenia.
To, co podsłuchałaś, dotarło do ciebie,
a umarłe objęło także i ciebie ramieniem –
poszliście samotrzeć poprzez wieczór.
Uczyń mnie gorzkim,
zalicz mnie do migdałów.
Carteles de Wiktor Sadowski
Zähle die Mandeln
Zähle die Mandeln,
zähle, was bitter war und dich wachhielt,
zähl mich dazu:
Ich suchte dein Aug, als du’s aufschlugst und niemand dich ansah,
ich spann jenen heimlichen Faden,
an dem der Tau, den du dachtest,
hinunterglitt zu den Krügen,
die ein Spruch, der zu niemandes Herz fand, behütet.
Dort erst tratest du ganz in den Namen, der dein ist,
schrittest du sicheren Fußes zu dir,
schwangen die Hämmer frei im Glockenstuhl deines Schweigens,
stieß das Erlauschte zu dir,
legte das Tote den Arm auch um dich,
und ihr ginget selbdritt durch den Abend.
Mache mich bitter.
Zähle mich zu den Mandeln.